domingo, 27 de septiembre de 2009

Viola es una perra en celo

Este es León. Camorra dijo que no quería fotos

Viola es una perra marrón. De pelo largo. Toda bonita. Nació en una buena maternidad, en el fondo de un terreno donde su mamá hizo una hermosa cueva debajo de unas chapas.
Estaba por cumplir 10 meses, y un día vió con susto que sangraba por su vagina. Fué corriendo a ver a mamá para preguntarle que le estaría pasando, pero en el camino se encontró con dos amigos que siempre jugaban con ella. Lo raro fué que esa vez pusieron una cara extraña. Se acercaron contentos oliendo quien sabe que cosas, y se pusieron a lamer la sangre que goteaba suavemente ¡Que atentos! Pensó Viola ¡Como se preocupan por mí! Y ya no tuvo ganas de preguntar nada mas. Así pasaron algunos días donde Viola sentía que el corazón le galopaba y que se ponía colorada a cada rato, aunque no se le notaba porque tiene toda su cara peluda.
A la semana de andar así alterada, le dió por salir a caminar. Vieran ustedes cuantos amigos se ofrecieron a acompañarla ¡Que lindo! Seguía pensando. Aunque le incomodaba un poco que todos discutieran y se pelearan tanto. Hasta que en una esquina aparecieron los conocidos Camorra y León. Ya saben ustedes que son dos perros algo viejos pero muy grandes y "baqueanos". Enseguida se hicieron cargo de la situación. Con unos cuantos mordiscones pusieron en caja al resto de los amiguitos, y gentilmente se cedieron el honor de ser el primero en hacer la cosa acostumbrada con Viola. Como León es un poco mas educado y paciente, al fin decidió esperar el segundo turno.
Camorra se subió sobre Viola algo agitado, cosa normal teniendo en cuenta su edad, mientras ella lo miraba sin entender muy bien. Vale aquí el comentario de que los perros eyaculan un gran volumen de semen de acuerdo a su tamaño (mas que un toro de 1000 kg). Como esto les lleva un poco de tiempo y no son tan rapiditos como los carneros, "El barba" (Dios) pensó en usar un dispositivo muy ingenioso al que vulgarmente llaman botón. Esto es una dilatación de los cuerpos cavernosos tipo globito, que se adapta firmemente a la vagina. Lo probaron pero todavía no alcanzaba, así que decidió ponerle también un hueso en medio de su herramienta para hacerla bien rígida. Y fué así que los perros pudieron quedarse el tiempo necesario en su función, aunque la perra trate de huir despavorida.
La cuestión es que Camorra completó su ejercicio y elegantemente León tomó su lugar mientras Viola daba señales de estar algo cansada.
Lo mas bonito es que a los 63 días Viola parió 4 cachorritos. Dos hijos de Camorra y dos de León. Lo que es la naturaleza ¿Nó?

jueves, 24 de septiembre de 2009

Lugano llega a San Manuel

Y les contaba antes que
El camino que les había llevado tres días lo recorrió en 36 horas agotadoras. Solo cuando llegó a la combi pudo dormir un poco para recuperarse y decidir que hacer.
Y tuvo miedo. De pronto tomó dimensión de que estaba metido en medio de algo muy irregular. Habían entrado en Brasil ilegalmente, habían matado una persona en otro territorio y nada de lo que explicara sería creíble. Decidió escapar. Cargo lo indispensable en una mochila y camino haciendo dedo hasta que lo levantaron. Se fué alejando de Corrientes.
Llegó a San Manuel en abril de 2003. En su largo viaje de diez días desde El Totoral, se enteró por los diarios del enorme revuelo que había con todo el asunto. Se hablaba de cinco personas desparecidas que habían ingresado a la selva brasilera en forma ilegal. Pfizer, como era de esperar, se despegó inmediatamente, y a pesar de que en la oficina de migración de argentina figuraban cuatro empleados de la compañía, negó terminantemente que estuvieran allí por cuestiones de trabajo.
Lugano pensó que podrían buscarlo en Chavez también, así que decidió venir a San Manuel. Nos habíamos conocido cuando él hizo una breve pasantía conmigo unos meses despues de recibirse. Creyó que San Manuel era un lugar seguro para dejar pasar el tiempo. El primer día me contó que tenía ganas de quedarse una temporada trabajando, así que lo instalé en un lugar especial que tengo en el fondo de la veterinaria, al que otros residentes bautizaron como "el sucucho". Esa noche preparé unas pizzas y cerveza, y nos sentamos a cenar tranquilamente. En un momento se quebró y empezó a largar toda la historia de sus últimos meses del principio al fin. Yo suelo estar medio ajeno a las noticias, en parte porque ando siempre trabajando, y en parte porque aprovecho mis ratos libres para leer y escribir, así que no sabía nada. A medida que avanzaba en el relato, yo me asombraba cada vez mas, y pensaba si alojarlo conmigo sería una buena decisión. Por fin me aseguró que solo se quedaría uno o dos meses como para que se calmara todo, y me convenció.
Empezó a trabajar conmigo. Seguía siendo el muchacho alegre y enérgico de antes, pero se notaba que el accidente lo había disminuído. Se ahogaba facilmente y se cansaba cuando tenía que hacer fuerza. Tuvimos también varios lotes para hacer tacto, pero algo en él no andaba. Además del físico menguado, ahora tenía miedo. En un rodeo de vacas aspudas esto fué muy notable porque se escondió detras de la casilla de la manga haciendose el descompuesto.
Las primeras tres semanas se pasaron volando. Estabamos en plena época de tactos, así que salíamos muy temprano y volvíamos tarde. Derecho a comer algo, a un baño reparador y a dormir. Un día esta rutina cambió. Nosotros andábamos en el campo y paró frente a la veterinaria un viejo Renault 18. Me contaba Natalia, mi empleada, que bajo una chica joven pero con aspecto de enferma y que, muy nerviosa, esperó hasta que se fuera toda la gente y le preguntó en voz baja si Lugano estaba con nosotros. Como le pareció muy raro, Natalia le dijo que volvíamos a mediodía, pero que realmente no estaba segura si el veterinario nuevo se llamaba así. La visitante estuvo a punto de largarse a llorar pero se contuvo. Dijo que volvería a la tarde. Que se llamaba Alicia Barragán, y que si el chico era Lugano la esperara, porque le tenía que hablar.
Creo que continuará porque pasan cosas terribles

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Arreglando las uñas

Es común que los bovinos y los ovinos se nos presenten como el de la foto. Con sus pezuñas largas y a veces deformadas, al extremo de hacerles dificil caminar. Y allá vamos los veterinarios a arreglar estos desarreglos.
En los tambos o cabañas suelen tener una instalación que se llama "potro" donde se mete el animal en cuestión, se inmoviliza con un cepo, y despues se lo trabaja tranquilo y seguro estando de pie. La macana es que en general esto no existe y hay que voltear al sujeto y hacer la cosa en el suelo.
Los pacientes no cooperan, hacen fuerza, patean y se mueven (por suerte no muerden ni escupen porque no es su costumbre). Así que un trabajito que parece facil y simple, deja a los colegas rurales cansados y muchas veces con dolores de cintura inexplicables.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Una cuestión de suerte

Un laguito cerca del pueblo. Lindo ¿Nó?

Martín y Abel son primos y están viejos.
Se encontraron ese día, como todos los lunes, a la orilla del lago en el parque de la ciudad. Se sentaron un rato. Y volvieron al tema que cada tantas veces charlaban.
Y dijo Martín: -Vos dirás que es una cuestión de méritos y esfuerzo, pero porque lo ves desde tu lado. Yo creo que he puesto mucho esfuerzo en la vida y he tenido mis méritos, pero nunca llegaré a tener la seguridad que vos tenés-
-¿Pero porqué siempre te quejás por haber nacido en un familia sin mucho capital? Dijo Abel
-¡Pobres! Decilo así nomás porque es cierto-
-¡Esta bien! Aunque de clase baja suena mejor. Pero sigo pensando que en este país las oportunidades están...
-¡A sí! ¿Y cuantas oportunidades tuve yo de tener mi propia quintita? Fijate que ni siquiera hablo de tener un campo como vos. Solo soñe siempre con tener un lugar para criar algunas gallinas y tener verduras-
-¡Ja! Vos sos un romántico-
-¡Romántico las pelotas! Te lo digo en serio. Yo se que vos sos un gran tipo, que has estudiado y trabajado mucho y has formado una buena familia, pero además, tuviste el culo de recibir varias herencias que te hicieron facil el camino-
-¡Y si! ¡Es cierto! Pero también hay tipos que se hacen solo con el esfuerzo o la inspiración...¿O nó?-
-¡Nó! Esos casos son contados ¿Y sabés qué? Dependen de tener culo también-
-Pero vos no estás mal. Vos has tenido tu premio. Tenés tu casita, cobrás tu jubilación...Dijo Martín y ya no le quedaron argumentos. Como siempre.
Se quedaron un buen rato allí sentados, con la vista perdida en la nada, y sintiendo que tener una buena vida depende casi siempre de la suerte.
Del otro lado del lago, León y Camorra miraban a los dos hombres. Son dos perros grandotes, viejos y muy amigos, que cada tanto se encuentran a charlar en el mismo lugar.
Y decía Camorra: -Vos dirás que es una cuestión de méritos y esfuerzo porque lo ves desde tu lado, pero yo he puesto muchos méritos y esfuerzo en mi vida corta de perro y nunca tendré la seguridad tuya-
-¿Pero por que siempre te quejás de ser hijo de una perra sin un dueño con plata?
-Decí mejor de un dueño pobre y pulguiento- Dijo Camorra
-¡Está bien! De un dueño pobre, pero que es un buen tipo-
-¡Ah sí! ¡Eso sí! Pero que no tiene ni para comer él, así que mirá lo que nos tocaría a nosotros cuando eramos chicos. Además nos daba cada paliza. Yo sé que vos sos un buen perro. Educado, correcto, que no muerde a la gente al pedo, pero además tuviste el ojete de nacer en una casa donde sobra la comida y nunca te pegaron demasiado-
-¡Y si! ¡Tuve suerte! pero vos ahora tenés una linda cueva donde vivir en los caños del desague y todos los días tenés algunas sobras para comer que te trae la vieja Elvira- Dijo León. Y se quedó sin mas argumentos. Como siempre.
Se quedaron un buen rato allí sentados con la vista perdida en la nada y sintiendo que tener una buena vida depende casi siempre de la suerte.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Lugano y una masacre

Y como les iba contado
-Mire, mejor sería que nos encontraramos en mi oficina de Boston- Dijo Elpidio Ramirez Alvarez -Deme un número de cuenta y le depositaré el dinero para el pasaje y sus gastos. Mi secretaria se encargará de darle todos los detalles-
Una semana despues, el taxi lo dejaba en la puerta del imponente edificio de la compañía Pfizer, en el 2200 de Princeton Avenue, en Boston.
La entrevista con Ramirez Alvarez duró solo media hora pero fué suficiente para que Lugano saliera de nuevo a la calle transformado.
La cuestión era que Pfizer estaba detrás de una planta de la selva brasilera que habían llevado algunos nativos a una feria local, y que había probado ser efectiva en el tratamiento del cancer. Si lograban encontrarla y aislar el principio activo, seguramente se posicionarían como líderes mundiales del mercado medicinal. Los nuevos conocimientos de Lugano de muchas de las plantas de la zona en que estuvo viviendo, podrían ser claves. Le ofrecieron un contrato de 200.000 dolares anuales si colaboraba en expediciones por los lugares que tan bien conocía.
Un mes despues estaban en camino para la selva. Junto a Lugano viajaba un experto en botánica y tres tipos mas, armados y entrenados como para que no hubiera contratiempos. Partieron en una combi de alquiler desde Corrientes y cuando llegaron a la zona de la estancia "El Totoral", la escondieron entre los arbustos y matorrales de una banquina, y siguieron a pie. Cruzaron el Río Uruguay en un bote inflable y se internaron en la espesura. Anduvieron dos largos días en los que iban juntando plantas que Lugano reconocía, y que el botánico acondicionaba con cuidado en envases especiales. En la mañana del tercer día un presentimiento de Lugano hizo que todos se detuvieran expectantes. De pronto la selva había enmudecido. Nada se movía y eso no era bueno. Lo demás sucedió muy rápido. Una sombra morena salió disparada desde unas plantas y corrió directamente hacia Lugano. Uno de los guardaespaldas sacó su pistola y apuntandole directamente a la cabeza la derribo de un tiro. Todo quedó en suspenso. Cuando Lugano dió vuelta el cadaver reconoció a Yihina. Y entendió que debía irse de allí. Salió corriendo como un loco mientras una lluvia de flechas envenenadas acribillaba a los cuatro estadounidenses. Y Lugano corrió. Y tropezó con mil raíces. Y se cayo una y diez veces. Y se levantó otras tantas, aunque nunca sospechó que nadie lo perseguía. A él no lo querían dañar los Yabitos.
El camino que les había llevado tres días lo recorrió en 36 horas agotadoras. Solo cuando llegó a la combi pudo dormir algunas horas para recuperarse y decidir que hacer.
Continuará

jueves, 17 de septiembre de 2009

La increíble historia del Milano Blanco

Este es un Milano blanco aleteando en el aire mientras busca una presa. Perdonen la mala calidad de la foto pero la saqué hoy en un viaje al campo.


Las comunidades animales (incluyendo las humanas) suelen alterarse mucho si se las somete a situaciones de stress que no pueden compensar. El ejemplo tal vez mas conocido es el de los lemmings. Estos pequeños roedores europeos, cuando su población crece demasiado y la competencia por el alimento se hace insostenible, emprenden una caravana interminable hacia el mar del Norte. Al llegar a los acantilados de la costa simplemente siguen caminando y mueren de a miles por el golpe al caer, o ahogados en el mar. En nuestro país sucedió algo así con los famosos "Chupacabras". Al final se comprobó, a pesar de los descules de Chiche Gelblung, que eran una población de ratones que adoptaron esta conducta aberrante por alguna situación especial. Y así como empezaron a comer los cadáveres de manera tan curiosa, de pronto dejaron de hacerlo.
El caso que me ocupa, comenzó una tarde en que entró Roberto S. en la veterinaria y me dijo de lo mas campante:
-¿A que no sabés lo que esta pasando en el campo?-
-¡La verdad que nó sé!- Dije yo.
-Anda un pajarraco que le come la lengua a los corderos-
-¿Y? Será un chimango o algún carancho ¿Que hazaña es esa?
-¡Nó! ¡Que chimango! Es un pájaro blanco y gris. El tipo espera que los corderitos hagan ¡Beee! pega un salto y les arranca la lengua-
-¡Andá! ¿Les come la lengua estando vivos? Dije yo, mientras me iba a buscar la Guía de la aves de Narosky. Estaba seguro de que no podía pasar semejante cosa.
-¡Y sí!- Dijo mientras miraba las fotos -¡Este es!- Y señaló al Milano blanco o Elanus leucurus.
Aunque les suene increíble, lo que me dijo Roberto era cierto. En los días siguientes llegaron varios clientes de la zona, a decirme que se les morían los corderos de 4 o 5 días y no sabían por qué. Invariablemente, en mis visitas al campo, encontraba los corderos muertos con la lengua comida casi totalmente y algo de sangre en las comisuras, que indicaba que a la lengua se la habían cortado estando todavía vivos. Bastaba con espantar a tiros a los malechores y encerrar las ovejas donde se las pudiera vigilar, y la mortandad se terminaba.
Lo gracioso fué que en esos días llegué a la Facultad a dar clases y, al pasar por el área de patología, ví que uno de los docentes estaba haciendo la necropsia a un cordero rodeado de 5 o 6 alumnos.
¿Nó será? Pensé.
Apenas me acerque a la mesa de trabajo, ví la lengua cortada y la sangre característica. Como el caso del Milano blanco no era una cosa que se supiera, las especulaciones del docente, que no encontraba lesiones internas, andaban por problemas metabólicos de la madre y otras cosas medio difíciles. Juntando coraje, le conté lo que estaba pasando desde hacía algunos meses. Me acuerdo que me miró fijo y no dijo nada. Prudentemente dí vuelta y me fuí. No sé si se enojó porque destruí su rebuscada hipótesis o porque creyó que le había dicho una pelotudez.
De todas maneras, este asunto se dió solo aquel año y nunca mas se repitió, pero yo aprendí a ser todavía mas humilde y escuchar con atención.

martes, 15 de septiembre de 2009

La culpa era del chiquito


El carnero hizo como siempre una monta rápida. En unos 15 segundos eyaculo uno o dos cc de semen y se produjo el renovado milagro. Se fecundaron tres óvulos.
Y ahí fueron creciendo los tres corderos muy unidos (es un decir porque no tenían mas opciones) en la panza de su mamá. A los dos meses y medio de preñez se murió Hugo. Se habían puesto ellos mismos Hugo, Paco y Luis porque escucharon que el hijo del dueño los nombraba y les parecieron buenos nombres.
-¡Que macana!- Dijo Paco -¡Este loco se viene a morir ahora y lo tenemos que aguantar hasta que salgamos!-
-¡Y bueno!- Reflexionó Luis -Por lo menos no lo vamos a extrañar-
Se vé que Luis iba a tener un caracter mas bonachón.
Cuando ya iban cinco meses de preñez la mamá se enfermó.
-¡Ché Luis! ¿Oiste lo que dijo el veterinario?
-¡Nó! Estaba distraído ¿Qué dijo?
-Que mamá tiene toxemia de la preñez y que la culpa es nuestra, porque esto le pasa a muchas ovejas melliceras-
-¡Mirá vos!... Decí que Hugo se murió, sino la cosa sería mas grave porque seríamos tres... Ja Ja-
-¡No seas boludo Luis! Esto es serio. Dijo el doctor que capaz que no aguanta el sogazo-
-¿Y no estará enferma por culpa de Hugo? ¿No has sentido el mal olor que larga?
-¡Que se yo! La cuestión es que estamos jodidos-
-¡Que lastima ¿Nó? Ahora que nos faltaba tan poquito para nacer-
-¡Y bueno! ¡Así es la vida! Dijo Paco. Y se quedaron quietitos.
Al día siguiente murieron los tres, y entonces, al hacer la necropsia, me encontré los dos corderos casi a término y un chiquito que debió morir en la mitad de la gestación.
¡Cosas que pasan!

lunes, 14 de septiembre de 2009

Lugano Brondi reaparece

Les contaba antes que...
De a poco el animal empezó a mejorar, y en una semana andaba feliz y contento trotando atras de Ayonhais. Lugano se convirtió en algo superior para los Yabitos pero se ganó el rencor eterno del "médico".
No pasaba día sin que el jefe no recibiera algun consejo de que lo mejor era llevar de nuevo al forastero para sus tierras. De lo peligroso que era tenerlo con ellos si los blancos llegaban a descubrir la aldea, y de la mala influencia que Lugano estaba ejerciendo sobre los mas jóvenes de la tribu, que no dudaban en pasar el día junto a él, sin dedicarse a las labores comunitarias.
Una mañana la decisión fué tomada. Lugano sería llevado hasta la orilla del gran río y ahí se lo dejaría para que pudiera volver solo con su gente. La despedida llevó dos días. Se le hicieron comidas especiales y todos le ofrecieron algún regalo. Cosas pequeñas que fué guardando en una especie de saco tejido de fibras vegetales que le hizo Yihina. Los guerreros que lo habían encontrado casi un año atras, fueron los encargados de acompañarlo hasta el río. Lugano iba vestido con las bombachas que usaba el día del accidente y la misma camisa, habilmente remendada con finos hilos de Longinea. Iba descalzo. Se había acostumbrado en estos meses en la selva.
Cuando llegaron al río se dieron un corto abrazo, y sin dudar Lugano se internó en el agua caminando hasta que ya no hizo pie. Despues se dejó llevar por la corriente dando suaves brazadas hasta que alcanzó la otra orilla. Cuando volvió a mirar para la selva sus amigos habían desaparecido. Caminó todo el día sin parar siguiendo un rumbo fijo, hasta que a media tarde llegó a un camino. Se paró exhausto a descansar. El primer camión de hacienda que pasó lo levantó. Iba para Alvear. Cuando comenzó a contar su historia, el camionero se acordó del veterinario desaparecido un año antes. Era marzo de 2003.
En Alvear hubo armó un gran revuelo cuando se corrió la noticia. El intendente llegó a las apuradas al almacén donde se amontonaban decenas de curiosos, y lo rescató de la multitud. Esa noche le dió de cenar, algo de ropa limpia, y por fin le ofreció el teléfono para llamar a su familia. Atendió la madre. Cuando oyó su voz en el teléfono empezó a dar gritos y saltos de alegría. En minutos todo Gonzalez Chavez sabía de la reaparición de Lugano.
En dos días entraba en su pueblo y era recibido con honores. El diario de una ciudad vecina, "La Voz del Pueblo" de Tres Arroyos, le hizo una extensa nota donde Lugano contaba sus aventuras y pronto, los medios nacionales, con Cronica a la cabeza, se trasladaron a Chavez. La noticia comenzó a crecer primero en el país y despues en el exterior.
Elpidio Ramirez Alvarez, un paraguayo nacionalizado estadounidense era encargado de negocios de Pfizer veterinaria para latinoamérica. Cuando leyó en Internet la historia de Lugano, en su lujosa oficina de Boston, pidió a su secretaria que lo comunicara urgente con él.
-¿Lugano Brondi?-
-¡Sí!-
-Soy Elpidio Ramirez Alvarez de Pfizer. He leído su historia y tengo algo muy importante que ofrecerle-
-¡Sí! ¡Dígame!-
-Mire, mejor sería que nos encontraramos en mi oficina de Boston. Deme un número de cuenta y le depositaré el dinero para el pasaje y sus gastos. Mi secretaria se encargará de darle todos los detalles-
Continuará

jueves, 10 de septiembre de 2009

¡Nada que ver!

"Cara e´guiso"

El petiso "cara e´guiso" es un tordillo viejo que siempre veo cuando voy a ese campo. No sé porqué le pusieron el nombre. Tal vez porque rima con petiso.
Hoy fuí y lo estuve mirando un rato mientras llegaba el encargado.
-¡Pobre animal!- Pensé -¡La vida que habrá llevado! Andá a saber lo que está pensando ahora. Capaz que se acuerda de cuando era chico. O de su madre que posiblemente fuera tordilla también ¡Como le habrá dolido tener que separarse cuando lo destetaron! O tal vez se acuerde del día que lo caparon. Si era un hombre conocedor seguro le tiró los huevos sobre el hocico "para que no salga empacador" ¡Que vida! ¿Y la doma? Se debe haber llevado algunos buenos azotes hasta que entendió que era mejor entregarse...¡Pobre petiso!- Seguía yo pensando mientras lo miraba.
De golpe se me vino.
-¿Como anda dotor? (Siempre me saluda así. Es muy respetuoso)
-¿Que hacés cara e´guiso? ¿Sabés que pensaba? En lo feo que será acordarte de tu pasado. Recién estabas en eso ¿Nó? Porque te ví medio caído-
-¡Nada que ver! ¡Nunca pienso en eso! ¿Para qué? Ahora solo disfrutaba del sol de mediodía sobre el cuerpo-
-¿En serio? Mirá que bien-
-Además seguía el concierto-
-¿Qué concierto?-
-De los pájaros en los árboles ¿No lo escucha?
-¡Es verdad! No me había dado cuenta- le dije. Presté atención y se oían miles de cantos de zorzales, mistos, y músicos.
-¡Y sí!- Dijo el petiso -La vida es demasiado linda para perder tiempo en boludeces-
Me quedé mirándolo. En eso llegó el encargado y me fuí.
-Me tengo que ir ¡Chau Cara e´guiso!-
-¡Chau dotor! ¡Trate de pensar menos y sentir mas!... Ja Ja
Y mientras yo me alejaba el tipo se reía contento de la vida.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Vacas amotinadas

No me vieron llegar porque tuve que dejar la camioneta del otro lado del callejón y arrimarme a pie. Llevaba el cuchillo para las necropsias, la piedra de afilar, los guantes, el balde y el antiseptico.
Cuando oí que estaban conversando me quedé quieto para escuchar.
Decía una: -¡Que barbaridad! Tenemos que hacer algo. No puede ser que cada dos por tres muera una de nosotras y nadie nos dé explicaciones-
Otra: -¡Y que querés reboluda!- (acá quiero aclarar que los animales, que no han sido debidamente educados en materias como expresión oral, suelen ser medio zafados) ¿No te das cuenta que nos manejan como vacas?
Silencio general y miradas que se cruzan. Despues risas de vacas que son mas o menos así Mu-ju-ju. Esto descomprimió la situación. Pero la rebelde siguió.
-¡Ah! ¡Son muy estúpidas! ¡Me cago en la c.. de sus madres!
Otra: Francamente divertida ¡Si serás animal! Mas risas ¿Y que querés que hagamos?
Rebelde: -¡No sé! ¿Por que no probamos con esconder la leche por un día? Si les duele el bolsillo capaz que nos tienen mas en cuenta-
Las demas: -¡Está bien! ¡Probemos carajo!-
Y así fué. Yo hice la necropsia de esa vaca, que había muerto por una hipomagnesemia aguda, pero nadie (salvo yo que sabía todo) se pudo explicar el bajón tremendo en la leche que hubo ese día. No había causas aparentes, pero de todas maneras se decidió subir un poco la ración.
En mi próxima visita, una de las vacas de ese rodeo me guiñó su ojo grandote de la izquierda y se sonrió. Creo que ellas sabían que yo había oído todo

martes, 8 de septiembre de 2009

Lugano en la selva

Ya van a ver porque puse esta foto de un perro con moquillo canino

Y les contaba antes
Un día Lugano abrió los ojos. Habían pasado casi tres meses. Era mayo de 2002.
Solo abrió los ojos y miró. De madrugada la luz era muy difusa en medio de la selva pero vió un montón de hojas sobre su cabeza. No podía entender. A su derecha se abría un gran espacio vegetal con algunas chozas desprolijas. Todos dormían. Oyó el canto de miles de pájaros disimulados entre las plantas. Intentó levantar la cabeza pero no pudo. Cuando miró a su izquierda, encontró una mata de pelo renegrido sobre su hombro y luego el brazo de Yihina cruzado sobre su pecho. Sintió la tibieza de ese cuerpo y la pierna de la joven sobre las suyas. Con esfuerzo movió los dedos de la mano tocándola. Yihina al principio no reaccionó, pero un nuevo movimiento casi imperceptible de Lugano la puso alerta. De pronto levantó la cabeza y lo miró a la cara. Pasaron algunos segundos hasta que dió un tremendo alarido y se levanto asustada. Toda la tribu llegó corriendo a verlo. Se reían felices, saltaban y se daban palmadas en la espalda. El "médico" se acercó mas serio a Lugano y lo miró largamente a los ojos. Despues le tocó muy suavemente la herida del pecho ya casi cicatrizada y, con una delicadeza rara en una persona tan rústica, lo ayudó a incorporarse un poco. Despues le dió a beber una infusión muy caliente, que a Lugano le pareció deliciosa. Sentía que la vida le recorría cada pedazo del cuerpo.
De a poco fué recuperando el movimiento. Los Yabitos lo agasajaban con sus mejores manjares. Ya hacía pequeñas caminatas por la selva. Podía entender algo de lo que le decían, y de a poco reconstruía toda su vida hasta el fatal instante del golpe de la vaquillona enfurecida. Yihina vivía a su lado. Sentía que su vida le pertenecía. Que ella lo había salvado con sus cuidados. Y así era nomás.
Aprendió con avidéz a reconocer las plantas medicinales. Supo como se usaban. En que casos aplicarlas y que males tratar con ellas. Se apasionó con el tema, mientras los indígenas competían para enseñarle nuevos secretos.
Cuando el perro de Ayonhais, el jefe de la tribu, se enfermó de moquillo, el ánimo de todos se ensombreció. Era el mejor perro. El que muchas veces les daba de comer atrapando animales imposibles. El mas valiente. El que con su cuero cruzado de cicatrices recordaba a los demas cuzcos que era distinto a todos.
El "médico" usó toda su ciencia para curarlo pero el pobre animal languidecía con un furioso moquillo respiratorio. Lugano, ayudado por Yihina, explicó al jefe que él podía hacer algo mas. Lo miraron con asombro. Nadie sabía que Lugano curaba animales. Le dijeron que probara, aunque el "médico" no estuvo de acuerdo.
Quemó algunos marlos de choclo en el fuego permanentemente prendido en medio de la toldería. Despues cortó siete pedazos iguales y les hizo un agujero a lo largo con un palito filoso. Ensartó los siete pedazos con una fibra vegetal fuerte como un hilo y por fin se los colgó al pobre perro a manera de collar.
De a poco el animal empezó a mejorar, y en una semana andaba feliz y contento trotando atras de Ayonhais. Lugano se convirtió en algo superior para los Yabitos pero se ganó el rencor eterno del "médico".
Continuará

lunes, 7 de septiembre de 2009

Empiezan jugando

Ramita sacada del estómago de una gata que se pasó dos días revolcandose de dolor


Ahí estaban haciendose los cancheros. Dos gatos y una gata.
Gato1: -¿A que no te comes un gorrión de un solo bocado?-
Gato 2: -¡Mirá que nó!-
Y saltó sobre el pajarito y se lo mandó de una
Gata: -¿A que no te comés la laucha esa antes que cuente hasta 10?-
Gato 1: -¡Dale! Empezá a contar y vas a ver-
Y antes que la gata llegara a 5, la laucha estaba en la panza del Gato 1.
Gato 2: -¿A que no te comes esa ramita de siempreverde?-
Gata: -¿Cual?-
Gato 2: -Esa que esta ahí-
Y en un esfuerzo heroico, la pobre muchacha se deglutió el palito que quedó clavado en su estómago, hasta que se lo pude sacar en esta operación. Ya casi dormida por la anestesia, me dijo que nunca mas se ponía a jugar con esos dos gatos. Que eran unos jodidos que la habían querido matar...
¡Y dicen que los animales no piensan!


domingo, 6 de septiembre de 2009

Lugano desaparece

Y les contaba que...
A Lugano, por mas que lo buscaron, primero la gente de la estancia y despues la policía, no pudieron encontrarlo mas.
El ruido del vehículo deshaciéndose en una rodada interminable llamó la atención de los tres indígenas Yabitos que, aprovechando la inusual bajante del Rió Uruguay, se habían internado unos cuantos kilómetros en el monte correntino, en busca de buenas presas comestibles.
Escondidos entre los árboles, espiaron un rato hasta asegurarse de que no había peligro en el lugar del accidente. Encontraron la camioneta y a Barragán sin vida. Despues dieron vueltas al corpachón de Mario Refojo y vieron que también estaba muerto y, por fin, se acercaron a Lugano que yacía cerca de unos matorrales. Cuando se dieron cuenta que respiraba debilmente, decidieron llevarlo con ellos.
Recorrieron el largo camino de vuelta a su asentamiento en la selva en dos días interminables. Se turnaban para cargarlo y, cada tanto, paraban a refrescarlo, mojandolo con agua que llevaban en un pequeño recipiente de cuero. El veterinario Lugano resistía.
Cuando llegaron a la toldería, en plena selva brasileña, hubo un alboroto general. Muchos de los veintisiete indígenas Yabitos que allí vivían nunca habían visto un hombre blanco. Con cuidado lo recostaron en un nido de ramas y hojas, cubierto por una especie de techo inclinado, también hecho de gajos finos de plantas. Y comenzaron las tareas del "médico". Lavó prolijamente las heridas de la cornada en el pecho y la espalda, y las cubrió con hojas maceradas de miramona, una planta con alta concentración de antibióticos. En las noches de luna llena le hizo tomar una infusión de ayahuasca, de gran poder alucinógeno, que hizo a Lugano gemir inconciente, pero no logró despertarlo de su estado de coma.
Una de las jovenes Yabito, la pequeña Yihina, fué destinada a cuidar personalmente a Lugano. Permanecía casi todo el día junto a él. Le daba a tomar pequeños sorbos de una especie de "leche" de mahayona y, cuando los cazadores volvían con alguna presa, le hacía tragar muy despacio algunas gotas de sangre. Lugano se fué consumiendo sin despertar. Su cuerpo quedó convertido en un esqueleto con piel. Pero seguía vivo.
Un día abrió los ojos. Habían pasado casi tres meses. Era mayo de 2002.
Continuará

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Historias de Bolas Tristes IV

Aquel primer viaje a Mexico fué fatal. Ya de vuelta, obviamente también por Varig, las escalas eran Bogota y San Pablo. En este último aueropuerto había que cambiar de avión para llegar finalmente a Ezeiza. La cuestión es que esto lo supe despues.
Cuando llegamos a San Pablo, vino un tipo muy gauchito y me hablo...¡En portugues! Y no se que me pasa con ese idioma pero nunca entiendo un pomo. Seguro que me abra dicho que me tenía que bajar, pero como no le entendí, me quedé muy piola sentadito hasta que despegamos de nuevo. Yo contento, volví a desayunar, y en poco tiempo la voz del parlante anunció que estabamos por aterrizar...¡En Río de Janeiro!
Y ahí caí... ¡Porque no vayan a creer que soy tan gil! Saqué el pasaje, lo leí con cuidado y caí del todo.
El asunto es que estaba en el gigantesco Aeropuerto de Río, solo, sin un peso partido al medio, ni tarjeta, ni nada y sin saber que hacer. Anduve caminando los pasillos un rato, pensando en irme hasta el consulado o tratar de hablar con alguien que me pudiera ayudar, cuando los altavoces anunciaron un vuelo de Varig con destino a Buenos Aires en la puerta 22.
Sin pensar salí corriendo, y con cara de estúpido me apersoné en la puerta de embarque y les tendí mi pasaje a tres hermanos brasileros que allí estaban.
Y otra vez esa mirada como la del tipo de Ezeiza. Pero como son un pueblo alegre, estos se empezaron a cagar de risa al instante, mientras me preguntaban que estaba haciendo en Río. Y yo que no entendía bien lo que decían, ponía mas cara de sonso y les contaba que me había traído otro avión hasta ahí un rato antes.
La cuestión es que no quedaba mas remedio que acomodarme en ese vuelo, así que revisaron el listado y como toda la clase turista estaba completa me sentaron en primera. Les agradecí con sincera emoción y llegué a Buenos Aires leyendo los diarios y tomando un whiskicito... ¡Antes que mis valijas que venían en el otro avión!
Seré un Bolas Tristes pero tengo un culo bárbaro



Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...