miércoles, 30 de junio de 2010

Damián y la comida

Hablando de nutrición y costumbres alimenticias, los animales más parecidos a los humanos son los omnívoros como los monos y los cerdos. Como no tengo monos muy cerca de San Manuel, me tomé algunos días y me fui a la Provincia de La Pampa. Y allí, entre los montes, encontré a Damián, un enorme chancho salvaje que se hizo viejo a fuerza de ser astuto, y lo empecé a reportear.
–¡Oiga Damián!- Le dije sin vueltas -Estoy viendo si puedo aprender algo de los animales salvajes para que los humanos comamos bien-
Me miró un rato largo con sus ojitos chiquitos como bolitas de juguete y se rió.
-¡A la pucha dotor! ¡Usté sí que es campeón! Por algo es tan mentao entre los animalitos. Es la primera vez que nos vienen a preguntar eso–
-¡No Damián! Esto es una idea vieja y que no es mía, pero yo quiero tener algunos datos porque estoy haciendo notas sobre este tema en un blog-
-¡Mire usté!- Dijo Damián -¿Y qué quiere saber?-
-¡Bueno! Para empezar quiero saber qué es lo que tenemos que comer-
-¡Vea amigo! ¡La cosa es así!- Dijo el sabio Damián –Tienen que comer todo lo que la naturaleza les ofrece, aunque es preferible la comida a la que están acostumbrados culturalmente-
-¡Claro!- Le dije –Será que para algunas cosas no tenemos las tripas preparadas. Fijesé en el sushi, Damián. Aunque lo toleremos, comer pescado crudo puede hacernos mal, lo mismo que el intenso picante de algunas culturas como las centroamericanas. Lo bueno sería probar las cosas nuevas, y si nos “caen” mal, acordarnos de las ratitas blancas y eliminarlas de nuestro menú-
Damián me miraba –No sé qué pasará con nuestras hermanas las ratas blancas pero así es como se hace-
-¿Y cuándo hay que comer?- Fue mi siguiente pregunta
-¡Cuando tengan hambre!- Afirmó rotundo y se quedó quietito
-¿Nada más?-
-¡No! ¡Nada más! Esto que parece no tener importancia es fundamental. Nosotros nos ponemos en marcha cuando tenemos hambre y dedicamos todas nuestras fuerzas a conseguir alimento. Nuestro organismo ha digerido bien la comida anterior y está listo para recibir más. La mayoría de ustedes tiene asegurada su provisión de comida, entonces nos pueden imitar comiendo solo si tienen hambre. Es una muy grata sensación tener hambre, sobre todo si uno está seguro que va a poder comer en el momento que quiera-
¡Qué lo tiró que es sabio! Pensé ¿O solo es simple y natural?
Y ahí nomás le tiré la última pregunta
-¡Diga Damián! ¿Y cuánto hay que comer?-
-Mire dotor. Ustedes dicen “Más vale pájaro en mano que cien volando” y tienen razón. Coman cuanto puedan hasta estar satisfechos. No hay más misterio. Y perdonemé porque ví pasar un cuis y me dio hambre. Voy a ver si lo puedo agarrar- Y se fue nomás casi sin despedirse.
Yo me volví en la camioneta para mi casa repasando esos simples consejos y tratando de redondearlos.
Hay que comer de todo. Cuanto menos elaborado mejor. Así como sale de la madre natura. Leche entera y sus derivados, huevos como tal, carnes variadas, agua y nada de porquerías con gas o con colores, frutas y verduras, si es posible cosechadas por nosotros, y todas las cosas que nos gusten y a las que nuestra cultura nos ha acostumbrado. Miremos con desconfianza los productos “mejorados”, las leches descremadas, los alimentos light, los diet, los adicionados con las vitaminas que naturalmente ya contienen, y todas las cosas que vivos comerciantes nos inducen a consumir con bombardeo propagandístico.
Comeremos todo aquello solo cuando tengamos hambre y en las cantidades que el cuerpo nos pida.
Pero seguramente que esto no alcanza para estar fuertes y ágiles como panteras. Es solo la parte del combustible. Pronto veremos que otros secretos tienen para contar nuestros amigos.

martes, 29 de junio de 2010

Ideas animales de alimentación


Y es así que existen animales carnívoros, herbívoros, frugívoros, granívoros, y otros no tan selectivos que son omnívoros y comen casi cualquier cosa. Entre ellos estamos nosotros.
Pero el punto es saber como hacen los animales salvajes para no equivocarse con sus alimentos y elegir siempre (o casi) lo que les hace bien y los mantiene sanos.
Hay dos cosas a tener en cuenta. Una es la conducta innata que hace que un bichito, aún aislado de su madre desde los primeros días, sea capaz de elegir sus alimentos. A esto se agregan las enseñanazas primero de la madre y el padre, y despues de la comunidad, sobre como procurarse esos alimentos y por fin, delicados mecanismos que le ayudan a corregir errores en esa elección.
Cuando estuve como pasante en la UNAM en el Distrito Federal de Mexico, una de las tantas cosas que ví, fué un interesante ensayo de comportamiento en ratas que era el "condicionamiento aversivo al sabor". Se tomaban lindas ratas blancas, y se les ofrecía para tomar un agua azucarada que les encantaba. Si dentro de los 30 minutos siguientes se les daba una sustancia que les provocaba malestares estomacales, las astutas ratas "aprendían" que el agua azucarada, a pesar de ser riquísima, les hacía mal. Y entonces ya nunca mas la tomaban. Esto lo integraban en una estructura cerebral que es el núcleo parabraquial.
Cuando volví a Argentina repetí estos trabajos tratando de saber si una rata mamá era capaz de avisar de alguna manera a sus hijos de este peligro, pero sorprendentemente, nunca les transmitió esta información. Por lo tanto, se puede inferir en este caso, que las ratas comen las cosas para las que estan programadas, que aprenden a obtenerlas en su vida en sociedad, pero no pueden enseñar algunas conductas nuevas.
¿Y los humanos? Al ser omnívoros estamos programados para comer todos los alimentos y la vida en sociedad nos enseña de que forma comerlos.
Si comemos carnes de todo tipo, y frutas y verduras de estación, tendremos todo lo que precisamos para estar sanos. Esa es la base. Y a esto podemos agregar cuantas cosas mas se nos ocurran para saborear, siempre que sean cantidades moderadas. Esto no fallará. No nos faltarán las proteínas, lípidos, azúcares, vitaminas y minerales necesarios para estar sanos.
Y si algo nos hace mal, tengamos la memoria suficiente como para no volver sobre esa comida y repetir el error, tal como hacen las buenas ratas blancas de laboratorio.

lunes, 28 de junio de 2010

Ideas animales

Uno no puede dejar de ser humano. Que para eso nacimos así. Pero cuando parece que la realidad nos agobia, queda siempre el recurso de inspirarse en las fuentes. Y no hay una fuente mejor que los animales salvajes.
La vida del humano, sobre todo en las ciudades, es cada vez más dificil. Se come mal, se duerme peor, se hace poco ejercicio, se vive en medio de la contaminación visual, sonora, del aire, del agua y del cerebro, que muchas veces parece explotar frente a tanta presión de la tele con mil canales, la PC y la comunicación instantánea, el teléfono que nos persigue hasta el delirio, las radios que bombardean a mil, y tantas otras delicias de la modernidad. Hay violencia, desorden, destrato, drogas para pasar de todo y bebidas para matarse.
Y entonces, viendo de afuera semejante cosa ¿Que se puede hacer? Les propongo fijarse en algunas criaturas del mundo que viven bastante bien. Se las ve serenas, bien alimentadas, en buen estado físico, armando sociedades exitosas para asegurar su supervivencia, donde se respetan las jerarquías y el orden, donde se juega y hay diversión siempre que se haya terminado con el trabajo, y donde duermen lo necesario sin sobresaltos.
Así que, como somos tan inteligentes, les podríamos robar algunas ideas de vida a los animales. Estaría bueno empezar viendo como hacen para saber que es lo mejor para comer, y cuando hacerlo. Estos candidatos lo hacen sin recurrir a nutricionistas ni estudiosos.

Continuará

viernes, 25 de junio de 2010

¡Al aire libre vale!

¡Es sospechoso! Pareciera que el tipo está siempre con algún desarreglo intestinal. Anteayer me tocó trabajar con él en la manga y como de costumbre se prendió en el cepo.
Y casi con cada vaca que se agachaba en un esfuerzo para agarrarla, Martinez se tiraba un pedo. Hasta que ya el concierto se hizo medio bravo y después de un nuevo ventarrón le dije: -¡Che Martinez! ¿Se te rajó algo?-
El bandido me contesto a las risas: -¡Al aire libre vale hermano!-
¡Que hijo de mil! Pensé ¿No se acordará de la vez que fuimos a trabajar a La Dulce en mi camioneta?

miércoles, 23 de junio de 2010

Futbol y animales

La vaquillona prolapsada esperaba. No le gusta el fulbol.
Saqué la hojita del almanaque y fue la primera vez que lo pensé ¡Hoy hay partido!
Estaba calentando el agua cuando sonó el teléfono. Miré el reloj: ¡6.15 hs! ¡Uh! Era un cliente con el gato regalón con una obstrucción de uretra, maullando dolorido desde la tarde anterior…-¡Traélo!- Le dije.
Y con una buena sedación y masajes suaves en el pirulín, por fin vi que aparecía el maldito tapón que no lo dejaba orinar. El resto fue solo el trámite de vaciar la vejiga y devolverlo a la preocupada familia.
Cuando se fueron tomé unos mates, dejé todos los papeles en orden y me fui a hacer tacto a uno de los últimos lotes de la temporada. Una mañana perfecta. Sin frío ni calor. Pero tal vez lo mejor es que no había ni una pizca de viento. Terminamos cerca de mediodía.
Llegué a San Manuel, puse algo de ropa en la “batea”, mi viejo lavarropas que de puro destartalado a veces pienso que puede llegar a causarme el tétanos con sus chapas rotas. Después dejé algo de comida en el horno y salí a correr por la sierra. Ya había un poquito de viento pero fue una buena movida.
Cuando terminé de almorzar me fui a un monte cercano a juntar una camionetada de leña para futuros asados, ya palpitando Argentina-Grecia. En eso estaba, bien transpirado y con un golpe grande de una rama en una rodilla, cuando me llamaron por una vaquillona con un prolapso de útero. Y llegué mientras escuchaba en la radio como cantaban los himnos. El tambero no sé si no me vio o se hizo el gil. De todas maneras no lo precisaba así que en media hora quedó la pobre muchacha feliz y contenta con su matriz repuesta en la panza, y yo corrí para mi casa a ver lo que quedaba de partido.
Y el segundo tiempo con el mate y la emoción enorme del gol del Titán querido y los mensajes a mis hijos que estaban tan contentos como yo.
Todavía quedaba algo de luz así que preparé la leña que había traído, cortando lo que pude con la motosierra, y después carneé un pato gordo que me había regalado el cura del pueblo por la atención de su vaca lechera.
Y así se pasó el día de Argentina 2 Grecia 0. Y quedaba lo bueno de meterse a leer un rato en la cama con el cansancio y los golpes en el cuerpo y el alegrón enorme de la selección en el ánimo.
¡Suerte para el domingo!

viernes, 18 de junio de 2010

Mientras la luna miraba

Había una luna llena enorme. La noche era muy fría cuando la lechera parida esa tarde, se cayó por una hipocalcemia aguda.
Llegué al campo enseguida. Le estaba dando el gluconato de calcio mientras conversaba con los dueños y de golpe dejo de respirar.
-¡Se murió!- Dijo el hombre y nadie habló más. La luna creo que se cagaba de risa viendo mi confusión de principiante.
Saqué apurado la sonda de la yugular y afirmé la bota izquierda sobre el hueco del codillo de la finadita y empecé una compresión rítmica. El silencio se cortaba con un cuchillo y yo dale que dale, la verdad que sin esperanzas de nada, pero estirando el triste momento.
De pronto el hombre empezó a insistir con que la dejara nomás. Que al otro día la iban a cuerear. Y que el problema era el guachito. Y como podía reemplazar el calostro. Y todas las pálidas imaginables.
¡Y de pronto el milagro! La vaca se arqueó y abriendo grande la boca dio una enorme bocanada y ¡Comenzó a respirar normalmente! Yo no lo podía creer. Era la primera vez que me pasaba.
Al ratito la enderezamos y en unos minutos se paró y se quedó quietita, dejando que se arrimara el ternero hambriento.
¡Y todos felices y contentos! Hasta la luna.

miércoles, 16 de junio de 2010

Anécdotas con pimienta

Estas historias me fueron referidas por el colega, Dr. Renato Briano. Hombre viajado, curioso, y con una envidiable memoria.

Tapia y Martinez salieron para Ayacucho bien temprano en la rastrojera roja destartalada. Tenían seis kilómetros de tierra hasta la ruta 29. Eran compañeros de trabajo y muy amigos. Iban charlando y fumando el primer cigarro de la mañana.
Cuando llegaron a la ruta, Tapia miró bien y le dijo a Martinez: -¡Mar del Plata libre!-
Y Martinez subió al asfalto.
Pero el auto se apareció del lado de Buenos Aires a toda velocidad.

Estación Arboledas del Ferrocarril Sud. Alrededor de 1953. Estaban cargando un tren especial con hacienda para Liniers y se había quedado atrancado un novillo gordo entre vagón y vagón. La tropa no avanzaba. Además de los gauchos de a caballo había un empleado de la estación que mas que ayudar estorbaba. Por ahí se sintió fuerte: -¡Hagale bulla ferroviario, aunque sea con el ojete!-
Siguieron risas generales y algún sapucay. La cuestión es que el tipo atinó a ayudar.

Comisaría de Azul. Decada del 40. El comisario, don Reginaldo Ferreyra, estaba de recorrida a los presos junto con algún judicial.
Al pasar por un calabozo con seis detenidas mujeres, una de ellas dijo: -¿Alguno de ustedes fuma sucomisario dotor?- Y ante la negativa a darles un cigarrillo, se levantó la pollera (sin bombacha) y les gritó, agarrándose las partes: -¡Chúmbale barbucha, chúmbale!-

Reginaldo Ferreyra, criador de gallos de riña y comisario en Azul, fue muy amigo de Omar J. Menvielle, poeta criollo autor de "Regalón de mi Tata".

martes, 15 de junio de 2010

Un Ovni en el pueblo

Los Roldán estaban amasando el pan de cada día. Tenían la panadería a la entrada del pueblo. Garralda ya había salido por la vía, desde el pueblo hasta el tambo donde trabajaba desde hacía dos años. Eran las tres de la mañana y casi nadie mas estaba levantado en el pueblo.
Vieron una enorme luz, primero blanca y después roja, que iluminó todo como si fuera de día. Los Roldán se asomaron sorprendidos a la ventana de la cuadra, sin poder creer lo que veían, mientras el caballo de Garralda, llenó de pánico se arrastró a corcovear con tanta mala suerte, que clavó una mano en una alcantarilla de las vías y se quebró.
La enorme luz daba vueltas y se quedó suspendida unos treinta segundos. Después se desplazó hasta el tambo. Allí ya habían empezado el ordeño de la mañana, y las vacas se asustaron tanto como el caballo de Garralda. Después me contaron que en un avance incontenible, voltearon el alambre del corral a la entrada de la sala de ordeño, y se desparramaron por el campo. Además, quedó un enorme círculo marcado en el pasto, como a trescientos metros de allí.
Ese día no se habló de otra cosa en el pueblo y yo me enteré de primera mano, porque tuve que ir a atender dos vacas con Listeriosis al tambo. Esa enfermedad produce signos nerviosos en los animales que la padecen. Están embotados, incoordinados, marchan en círculos y finalmente caen, muriendo casi todos. La cuestión es que Garralda, hombre campero, inventor y bastante borrachín, creyó que las vacas daban vueltas por efecto del plato de la noche anterior. Y así se lo dijo a un grupo de estudiosos del fenómeno Ovni que llegaron al pueblo.
Los mandó a mi casa para que les diera mas datos.
¡Y que trabajo me dio convencerlos que estábamos teniendo casos de esa enfermedad desde varios meses atrás! Se ve que los tipos están tan metidos en el tema, que piensan que todo lo raro que pasa sobre el mundo lo producen los platos voladores ¡Y bueno! ¡Cada loco con su tema!


lunes, 14 de junio de 2010

El rebelde

Día de sol en la estancia “La Despenada”.
En el lote 3, un campo natural con una lagunita en el medio, y unas cuantas plantas de retama contra el alambrado que da a la vía, se habían juntado las cuatro vacas pampa mas amigas, y mientras rumiaban echadas al sol, se pusieron a chusmear sobre todo lo que había pasado en la semana.
-¿Vieron que despelote se armó con Martín el novillo gordo?- Preguntó Fortunata, molesta con el aspa que día a día se le iba clavando abajo del ojo derecho.
-¡Sí! ¡Qué bárbaro!- Dijeron Mariana y Lorena; pero Matilde, siempre en babia y preocupada por disfrutar el tiempo que le quedaba con su ternero, preguntó alarmada: -¿Y qué pasó chicas? Yo no sé nada-
-¡Qué raro!- Se rió Fortunata haciendo guiños con el lacrimoso ojo derecho -Resulta que el tipo había decidido que nunca lo iban a sacar vivo del campo y se dió el gusto nomás pero hizo tremendo lío antes de entregarse-
-¡Contá! ¡Contá!- La apuró Matilde
-Resulta que la semana pasada el patrón decidió hacer una jaula de exportación porque precisaba plata. Vino el veterinario del pueblo a revisar los novillos por si tenían aftosa, y después completaron las planillas ahí nomás en la manga. A la mañana siguiente llegó el camión temprano a cargarlos pero Martín se empezó a calentar apenas los metieron al corral del cargador. Primero encaró al caballo de Tomás el puestero y en el golpe lo hizo pasar por encima de la tranquera, y después saltó sobre el camionero que estaba meta picana y lo tiró contra las tablas… ¡Y se armó la grande!
-¡Es verdad!- Muja Muja… Reían juntas Mariana y Lorena -Estuvo muy bueno-
-¡Déjenla contar!- Pidió Matilde
-La cuestión es que la tranquera del cargador estaba rota y entonces la gente pensó que si probaban despacito, nuestros amigos iban a subir ¡Pero qué va!… Solo subieron Lucas y Ramón que siempre fueron medio tilingos, pero los demás entraron a dar vueltas y vueltas y no había forma de subirlos al camión. Probaron enlazándolos y peor, en una de las embestidas rompieron el corral y volaron todos para el campo. Y allá iba Martín muy contento corriendo como un campeón-
-¿Y entonces?- Preguntó Matilde divertida
-Y entonces el jefe se calentó también y mandó que los encerraran a todos menos a Martín en el corral de los potros, y de ahí los sacaron a la rastra enlazados y los fueron cargando de a uno. Terminaron como a las 6 de la tarde. Ya oscuro-
-¿Y Martín?-
-Y a Martín vinieron a buscarlo al otro día un carnicero y un ayudante con un rifle que llamaban Mauser. El pobre ya estaba extrañando a sus amigos. Había quedado solo toda la noche. Cuando llegó el tipo se quedó mirándolo embobado mientras le apuntaba a la frente. Cayó en el primer tiro y enseguida lo degollaron para que sangrara bien-
-¡Pobre Martín!- Dijo Matilde pensando en su ternero.
-¡Y sí! Pero se dio el gusto de que no lo sacaran vivo del campo-
Y las cuatro se quedaron rumiando sus pensamientos.

viernes, 11 de junio de 2010

Historias de partos

A veces también hay que trabajar así


La obstetricia en grandes animales es bárbara.
No hay forma de describir lo grato de hacer un parto en una vaca o una yegua, una elegante cesárea a una oveja, o una complicada maniobra para sacar ese primer lechón atrancado de una chancha gorda.
En esto se siente una confianza y una certeza placenteras a medida que pasan los años y los partos. Me acuerdo de aquellas primeras salidas de urgencia. Iba operando mentalmente antes de llegar. Repasaba todos los pasos y temblaba ante la posibilidad de haberme olvidado algún instrumento o droga indispensables. Pero hoy, ir a un parto es una fiesta. Son muchos los casos en que consigo acomodar la cría, a veces metiendo ambos brazos dentro de la parturienta, para corregir la posición de la cabeza o de alguna mano torcida. Y si el animalito no sale, nos queda la cesárea, una linda operación que hago sin esfuerzo y conversando animadamente con el dueño y, las veces que estamos solos, con la parturienta.
Así me paso anteanoche. Me toco el parto de una vaca vieja en un campo cerca del paraje “La Bodega”. Estaba solo porque es un establecimiento alquilado y el dueño de las vacas vive en Tandil, así que el vecino se llegó hasta la veterinaria, para avisarme de esta que no podía parir.
Llegué, la acomodé y me preparé para atenderla en el mismo rincón del potrero donde la encontré. Ya se había hecho de noche así que me puse por primera vez una práctica linterna que va en la cabeza, que me había regalado mi hija.
En cuanto me saqué la ropa y dejé los brazos libres para explorarle las entrañas, la bandida dio vuelta el ojo y se mandó un silbidito de aprobación. La miré. Me agaché y cuando iba a meter la mano me gritó:
-¡Suave dotor! Que demasiado mal la estoy pasando con ese hijo que no sale-
Viendo que era una de las vacas parlanchinas que a veces me tocan, le dije riéndome: -¡Quedáte tranquila que por algún lado va a salir!-
-¡Ah sí! ¡Que vivo! Muchas ganas de joder tengo yo-
-¡Y bueno! La risa es salud che- Le dije -¿Que querés?¿Que cante o que te cuente algo así te distraes?
-¡Nó! Mejor cuentese alguna historia-
Y me puse a contarle la historia de la vaca Aurora. Cuando estaba en la mitad del cuento sentí que el ternero se movía acompañando mi mano, y se daba vuelta dentro del útero acomodándose definitivamente. Una vez que lo ubiqué, sacarlo fue un trámite, y la pobre madre, con los ojos llorosos por la emoción, me pidió que le terminara el relato antes de irme. Así que mientras la desmaneaba terminé la historia, y pronto el pequeño estaba prendido con fuerza de la teta mas llena de leche.

miércoles, 9 de junio de 2010

El Siam y el tren

Ramón terminó de limpiar el terraplén del tanque y volvió para su casa, cerca de Matienzo. Le dijo a su mujer Lucía que se preparara. Él se lavaba y cambiaba y salían para San Manuel. Iban a la lotería familiar en el Club. Estaban contentos. La lotería siempre es buena ocasión para encontrarse con amigos y, si la suerte acompaña, ganarse aunque sea una linda torta con dulce de leche.
Se subieron en el viejo Siam que arrancó sin ganas. Cruzaron el pueblo y salieron al camino vecinal. Por los agujeros del auto entraba un chiflete mortal esa tarde-noche fría. Y también entraba tierra sin compasión.
A los diez minutos llegaron al paso a nivel, y según se pudo saber, el diálogo que siguió fue así:
-¡Aflojále viejo! A ver si viene el tren-
-¡Pero que va a venir Lucía! Si hace como una semana que no pasa-
Pero ese día y a esa hora venía el tren. Ella lo vió primero pero no se asustó demasiado.
-¿No te dije? ¡Ahí viene!
La potente luz de la locomotora iluminó el blanco y destartalado Siam en su última foto, mientras la potente sirena se desparramaba en el silencio del campo.
-¡Vas a ver que pasamos! Dijo Ramón.
Y no pasaron por poquito.
El tren agarró la mitad de atrás del auto y, como estaba tan podrido, lo cortó limpito y se fue arrastrando por las vías el baúl y el tren trasero.
Ramón quedó agarrado del volante y Lucía un poco descolocada por el golpe pero bien sentadita en el asiento. Y ahí sí se calentó ella: -¿No te dije que venía, Ramón? ¡Al pedo no te quieren dar más el carné! ¡Sos un animal! ¡Nos podríamos haber matado!-
Ramón no decía nada. Miraba al frente como si estuviera manejando. Bien firmes las manos en el volante. Como engarrotado. Y así los encontró el maquinista cuando llegó corriendo después de parar el tren como a mil metros del accidente.

martes, 8 de junio de 2010

La plaga de los ciervos


Ya les he contado que San Manuel es muy pintoresco porque está bien metido contra unas sierras increíbles. Una de estas se alarga hasta tocar el pueblo-estación que sigue, que es Licenciado Matienzo.
Sobre esta sierra hay una especie de meseta ondulada que, según calculan, tendrá unas 4000 has., toda cubierta de vegetación variada, donde predomina la planta de Curro.
El Curro fue nombrado planta distintiva del Partido de Lobería porque no se vé por otros pagos. Es muy espinoso y de madera dura, y forma un arbusto muy grande, como si fuera un pequeño árbol que se desparrama por el suelo.
Y ahí, en ese lugar tan bien protegido, viven pumas, ciervos, vacas salvajes y muchos otros animales que caminan, se arrastran y vuelan.
De las vacas salvajes ya les conté hace unos días, pero hoy quería tocar el tema de los ciervos, que se han convertido en una verdadera plaga. Su población ha ido creciendo en forma descontrolada, seguramente porque los humanos hemos bajado la influencia de algún depredador natural de estos bichos.
La cuestión es que tienen que alimentarse. Y son muchos. En los años pasados se han ido acercando cada vez más a las vacas mansas. Primero bajaban a comer ración en los comederos, después se los podía ver pastoreando con los vacunos en los faldeos de las sierras, y ahora, directamente bajan y se comen todo, como pasó en uno de los campos que comparten la sierra.
El año pasado sembraron 120 has de soja y veían que los bandidos entraban a comer las ricas plantas en manadas enormes. Uno de los ingenieros sacó una foto en una visita, y calculó que había más de mil animales comiendo. Finalmente cosecharon solo unas 15 has.
Además, en estos días se han visto ciervos alejándose hacia otros lugares, saltando elegantemente los alambrados.
Y entonces llegan cazadores de todo el país que se meten a pié en la sierra y andan a los tiros a cualquier hora del día. Hasta en los montes que rodean las casas. Otros salen a la noche y los cazan con reflector, como a las liebres, y se los comen en chorizos caseros o riquísimas milanesas.
La cuestión es que hay cada vez mas ciervos, mas despelote en la sierra y nadie sabe que hacer. No faltará el iluminado que vuelva a prender fuego pensando que una vez que arda todo tambien se terminará el problema.

lunes, 7 de junio de 2010

Ayudantes de limpieza

Terminamos de revisar el caballo colorado.
Tenía un sobrehueso sobre la tibia derecha, que se formó después de que se lastimara en un alambrado.
-¿Vamo a tomar mate?- Me preguntó Laureano
-¡Y bueno! Me tomo dos o tres y sigo viaje porque tengo mucho que hacer- Le dije
-¡Que cosa dotor! Siempre apurado ¡Si el trabajo no lo vá a terminar usté!-
-¡Es verdad! Dije ¡Pero así estamos!-,,, completé en una típica charla al pedo.
El hombre es muy sucio. Creo que si lo hubiera visto Sarmiento hubiera dicho que es la imagen viva del gaucho que tanto le disgustaba. Entramos a la casa. Él con las botas llenas de barro. Metió dos palitos mas a la cocina económica y puso la pava a calentar. La mesada estaba tapada de platos sucios, una olla con guiso viejo, restos de galleta dura, un jarro enlozado donde se vé que el tipo toma el café con leche, y una jarra con leche cortada,
Se sentó en un banquito bajo al lado de la cocina y a mí me dejó la silla. Empezamos a charlar de caballos y vacas mientras tomábamos mate, y de pronto le digo:
¡Mire atrás suyo viejo! ¡Tiene visitas!
Es que entre las migas de la galleta, andaba un enorme lauchón que agarraba los pedazos con sus manitas, y cada tanto nos miraba confianzudo mientras comía rapidito como comen todas las lauchas.
Laureano largó la risa -¿Cómo anda amigo?- Le dijo al bicho -Este es Juanito dotor. La Paulina debe andar por ahí nomás. Estos bandidos me ayudan a limpiar la cocina- Dijo, y se volvió a reír
¡Que lo parió! Pensé yo.

sábado, 5 de junio de 2010

Hay que vivirlo

¡No hay caso! Hay que vivirlo para saber lo que se siente.

Pensar que hay millones de personas que habitan las ciudades que nunca pasarán por esto.

El chorro grueso, potente y cantarín cae desde lo alto pegando rudamente en la tierra áspera y voladora.

El líquido manantial parece interminable estela y vapores danzantes se desprenden de la catarata, mientras uno mira complacido.

Y una enorme paz nos llena el cuerpo mientras se oye el alegre chapoteo que poco a poco va formando una lagunita tumultuosa, cubierta por blanca espuma,

¡Que placer bajarse a mear en una tranquera!

miércoles, 2 de junio de 2010

Vacas salvajes

Esta que se vé en primer plano es una planta
de curro de las que menciono en lo que sigue

Hace unos 40 o 50 años, algunas vacas de un rodeo Angus de un campo pegado a la gran sierra de San Manuel, se fueron hacia la meseta de arriba y jamás pudieron recuperarlas. La enorme cantidad de Curro, que solo tiene algún control cuando la sierra se incendia, hizo imposible bajarlas.

Y se hicieron salvajes.

Cuando llegué a trabajar en la zona oí los cuentos de estas vacas pero nunca las había visto, hasta que me tocó hacer tacto a un rodeo de otro de los campos que comparten la sierra.

Junto con las casi 300 vacas mansas, venía una de las salvajes. A veces, cuando se quedan sin agua de manantial, bajan hasta los bebederos. Esta había caído de esa forma. Era una vaca chiquita, muy renegrida, ágil y fibrosa. Llegó a la manga en el montón y en cuanto entró al corral, se cortó del resto y empezó a buscar la forma de escaparse. Balaba desesperada y se tiraba contra los alambrados. Decidimos dejarla sola y empezamos el trabajo. Las mansas iban desfilando. A media mañana, le tocó entrar a la loquita. Venía hecha una furia. Alerta, babeante, con ganas de atropellar a cualquiera. La agarraron en el cepo y la revisé mientras daba gritos desaforados. Y cuando la largaron, pasada de la rabia, salió disparando, saltó un alambradito, y se vino al enorme fuego donde se calentaban las marcas ¡Y se paró encima!

No la podíamos sacar, mientras la bestia enfurecida se calcinaba viva. El olor a pelo quemado se hizo insoportable. Las manos, parte del cogote y la cabeza quedaron en carne viva y le empezó a salir sangre por los ojos. Hasta que decidió salir sola del infierno. Primero corrió ciega para el lado de la manga obligando a todos a subirse en las tablas, y después, se tiró contra otro alambrado, cayó patas para arriba y al rato se murió.

Ese fue mi primer encuentro con una vaca salvaje. Después las he visto montones de veces en mis caminatas por la sierra, y hasta he tratado algunas otras que bajaron, y no eran tan belicosas como la loca.


Pero allí están en la sierra, felices y contentas, a pesar de los esfuerzos que han hecho por terminarlas.

Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...