jueves, 30 de septiembre de 2010

Mas de 200

Y fueron más de 200 entradas las que he puesto en este blog en los meses que llevo escribiendo. Historias del campo, de animales, del pueblo, la vida de Lugano Brondi, ideas varias y fotos de lugares y de cosas. Me pone contento que haya gente a la que le gusta leerlo y ojalá alguna de las cosas dichas quede prendida como abrojo en algún lado. Que al fin uno escribe siempre para alguien. Desde un alguien único como en una carta personal, o para cualquiera que la vida disponga como cuando se manda una nota en una botella al mar.
A mí me gusta contar historias y por suerte esta vida y esta profesión, rebalsan de cosas por ser contadas.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

De chiquitos

Nuestra profesión tiene mil formas de ser tomada como vocación, pero en el caso de nuestros hijos, que crecen viendo cosas como esta, animales varios, y campos de todos los colores, es casi natural quererla.

martes, 21 de septiembre de 2010

¡Puede fallar!

Muchas veces conté a mis residentes una cosa que ví siendo muy chiquito.
Había ido con mi papá veterinario a hacer una cesárea a un tambo y en medio de la operación, vaya saber por que causas (yo no me dí cuenta), la vaca se paró y caminó unos metros mientras montones de intestino se le enredaban en las patas. La cuestión es que la voltearon y mi viejo fué lavando y reintroduciendo todo en la panza, para despues suturar... ¡Y la vaca se salvó!
El asunto es que la semana pasada me tocó a mí. Esta vez lo que falló fué el catgut que usé en la sutura de la pared abdominal. Primero se abrió la pared y después, empujada por el peso de las visceras, se rompió la sutura de piel, quedando el animal con parte del rumen al aire como se vé en la foto
¡Apuresé dotor me decía la vaca negra! ¡No me siento bien!

Despues de mucho trabajo pude rehacer la sutura de pared. El encargado, contento, muestra el resultado mientras la vaca rezonga que nos dejemos de fotos y terminemos de una vez

Y así quedó la pobre despues de tan triste suceso. Dolorida y enojada. Tanto que apenas pudimos salir corriendo del corral porque nos encaró furiosa.



jueves, 16 de septiembre de 2010

Domadores asustados

-¡Si será animal este! ¡No sabe la que se mandó doctor!- Dijo el muchacho encargado de cuidar los tres machos petiso argentino que habían traído a Palermo desde Cordoba.
-¿Qué pasó?- Le pregunte sorprendido. Esa noche me tocaba estar de guardia en la Rural y recién terminaba de cenar cuando cayeron los dos con cara de asustados.
-¡Contale!- Dijo el primero -¡La cagada la hiciste vos!-
Y el otro pobre gaucho, con una inmensa gorra de vasco y las puntas del pañuelo colgando en la espalda me contó. Hacía rato que le tenían ganas a ese petiso. Por loco y rebelde, y esa noche decidieron jinetearlo. Se metieron en el box y para no lastimarlo no se pusieron espuelas ni usaron rebenque, solo lo asustaron con una campera a modo de látigo. El pobre animal intentó vanamente deshacerse del hombre, y tiró varios saltos hasta que se “voleo”, con tanta mala suerte, que se hizo una fea lesión en la zona lumbar de la columna, y allí quedó sentado a lo perro sin poder pararse. Y nuestros héroes con un miedo atroz.
Decidimos entonces probar las bondades del laser de galio que ya he presentado en otra nota. Nos pusimos de acuerdo con el vendedor, y en las cuatro noches siguientes, al cerrar la feria y quedar todo sin gente, el hombre venía con el apartito y le hacíamos media hora de la moderna terapia.
¡Y fue casi milagroso! Al segundo día el petiso empezó a caminar, y al quinto después de la fatal jineteada, entró a la pista para la jura como si nada le hubiera pasado….
¡Hay que creer o reventar!

martes, 14 de septiembre de 2010

Durmiendo como un potro

Me encontré con Ariel bien temprano esa mañana. Nos íbamos a un campo cerca de Rauch a revisar unos toros.
-¡Buen día! ¿Cómo estás?- Le dije mientras cargaba las cosas en su camioneta.
-¡Como el c…!- Contestó Ariel
-¡Pelota!- Pensé. Este tipo se levantó mal y está alunado -¿Qué te pasa?- Le pregunté. Ariel arrancó despacito, prendió la luz del habitáculo y yo me puse a preparar el mate para acortar el largo viaje. En el asiento de atrás venía Aquel, el perrito gaucho que siempre lo acompañaba.
-¡Que se yo que me pasa!- Empezó a contar Ariel -Hace días que no duermo bien. Me despierto a la una o dos de la mañana y ya no vuelvo a dormirme. Anoche nomás, me levanté a las dos y me puse a dar vueltas por la casa tratando de no despertar a Teresa y los chicos ¡Y claro! Después ando hecho mierda todo el día-
-¡Que cosa! Cuanta gente tiene problemas para dormir ¿No?- Dije convencido.
-¿Que te parece? Y dicen que en la ciudad es peor. Que muchos se empastillan porque no pueden dormir tres horas seguidas-
En eso estábamos cuando sentí que Aquel me apoyaba despacito la mano en el hombro. Me di vuelta y el perrito me guiño un ojo y acercando el hocico a mi oído me dijo: -¡Después le cuento Dotor!-
Y así fue. En un alto del trabajo para comer, Aquel me hizo señas de que lo siguiera, y lo hice simulando irme hasta unas plantas a hacer pis.
-¿Sabe que pasa dotor?- Arrancó -Que Ariel tiene la cabeza demasiado ocupada. Se lo pasa todo el día corriendo, hablando por teléfono, atendiendo mil cosas, viajando en la camioneta, cansado y enchufado con sus despelotes. Jamás se toma una horita para hacer ejercicio o salir a caminar tranquilo-
-¡Será stress entonces lo que tiene!- Opiné
-Yo no sé como se llama eso pero…¿Vio como dormimos los perros y todos los animales? Nosotros no tenemos dramas, la vida simple ayuda, hacemos mucho ejercicio y cuando nos cansamos nos echamos y dormimos tranquilamente. No tenemos horarios, ni presiones, ni cosas que nos desvelen.
-¡Esta bien! ¡Eso es cierto! La falta de sueño es grave. Me acuerdo que estando de residente en la UNAM en Mexico, vi un ensayo en el que se privaba de sueño a ratas de laboratorio. En realidad se les quitaba la etapa del sueño MOR indefinidamente, hasta que a las 60-70 hs, las pobres estaban tan mal que comenzaban a automutilarse y se comían sus propias colas y hasta los dedos de las manitos-
-¿Eso hacían con las ratas?- Preguntó incrédulo Aquel.
-¡Y si!- Contesté.
-¿Y precisan hacer semejante barbaridad para saber que no dormir o dormir mal es malísimo? ¡Hay que ser bolas tristes!-
-¡Tenes razón Aquel! Los humanos solemos ser bastante bolas tristes-

sábado, 11 de septiembre de 2010

De parto (dijo Serrat)

Recién llegué de hacer una cesárea a una vaca. La tipa estaba caída en un potrero lleno de barro. Ha llovido todo el día. Y sacando el hecho de que tuve que embarrar la camioneta que tenía bien lavada, el resto estuvo muy bien.
Y mientras viajaba de vuelta, pensaba que para un veterinario de grandes animales, la obstetricia es la actividad mas entretenida y llena de matices. Jamás un parto de una vaca es igual a otro. Se trabaja en cualquier condición. Con lluvia y barro como hoy, otras veces con tanto frío que no podemos ni sostener el instrumental con las manos endurecidas. A veces, de noche con alguna luz improvisada, a veces solos y otras con un gran público (tengo la historia de un parto un primero de enero, con toda una familia de espectadora, y donde fueron cayendo los mas débiles de estómago en cuanto el bisturí entró en la carne). En ocasiones hasta nos toca una granizada en medio del trabajo.
Y cambian también las parturientas. Algunas son mansas y tranquilas, pero otras buscan eliminar al molesto facultativo que se les mete en las entrañas. A veces hay que correrlas por el potrero y algunas otras están caídas esperando que las ayuden.
Y por fin los terneros adoptan las poses mas extrañas como para no salir del lugarcito que los tiene bien cuidados y calentitos, así que allá vamos con los dos brazos dentro de la mamá tratando de acomodarlos.
¡En fin! Que cada parto es una aventura y una prueba del arte del partero.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Orden y jerarquías

Volviendo del campo después de una larga jornada, aproveché la tibieza del ambiente y la tranquilidad de la media tarde, para parar un rato y tomarme unos mates calentando el agua en la pavita tiznada que adorna el título de este blog. En eso estaba cuando oí detrás mío una voz gruesa que me saludaba desde unos pajonales: -¿Cómo anda dotor?- (siempre los animales me dicen así. Ustedes ya lo saben)
Me di vuelta sorprendido y ahí estaban dos viejos amigos echados tranquilamente dejando pasar el rato. Eran Cual, el perro amarillo de Retamoso, y Porqué, el cuzquito overo de Garciarena, los peones de El Albardón.
-¡Que tal muchachos!- Les dije
-Nosotros bien ¿Y ustedes?- Me preguntó Cual con intención.
-¿Por qué lo decís?- Respondí.
-¡Digo! ¡No sé! ¿No están un poco locos en las ciudades?-
Lo miré sin comprender y se rieron con ganas. Porqué daba aullidos cortitos disfrutando el momento.
-Lo que pasa- Dijo de pronto -Es que escuchamos en la radio las noticias de esta mañana mientras nuestros dueños se tomaban los primeros mates del día-
-¿Y?- Pregunté -¿Qué dijeron?-
-Resulta que a nosotros los perros, tan cortos de entendederas, nos parece que están perdiendo el rumbo del todo. El de la radio contaba que un grupo de cachorros humanos se ha parado en la puerta de los colegios en Buenos Aires y no dejan hacer nada a nadie. Habló uno de los “tomadores” y dijo tantas boludeces de las palomas que los molestan para estudiar y otras cosas, que no pudimos oír todo el reportaje porque Retamoso y Garciarena, que solo llegaron hasta tercer grado, se cagaban de risa a los gritos. Y que nadie pone orden y los saca de ahí, y que encima la loba mayor, que ustedes llaman presidenta, dice que hacen bien… ¿No están un poco locos? ¿No saben que para que cualquier sociedad funcione tiene que haber orden? ¿Que las jerarquías tienen que respetarse, y que no es lo mismo “un burro que un gran profesor”?-… Y al decir esto volvieron a reírse
-¡Vos sí que sos memorioso!- Afirmó Porqué ¡Eso mismo dice un tango que escuchaba siempre Garciarena!-
-¡Sí!- Le dijo Cual -Pero lo que digo ¿Es verdad o nó? Preguntó mirándome fijamente
-¡Y claro que sí! Pero ustedes mismos se dan cuenta que no abundan los buenos ejemplos de arriba, y encima no funcionan los mecanismos para controlar las cosas como la justicia y la policía. ¿Qué se puede hacer? La sensación es que está todo podrido- Dije con tristeza después de dar una larga chupada al mate vacío.
-¡Bueno! ¡No se ponga mal dotor! Siempre que llovió paró-…
Y como yo no reaccionaba agregó otro humano refrán: -Y además ¡No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista!-
Pero la charla cortita me había abrumado de tal manera, que guardé mis cositas, me despedí de Cual y Porqué, y me volví para la veterinaria rumiando mis pensamientos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Tomás el porfiado

-¡Tené cuidado Tomás!- Le gritó Alejandro -¡Ese toro es muy loco y te va a poder!-
Pero Tomás era un muchachón porfiado. Y en lugar de poner el perno en el cepo para que el animal no lo abriera de golpe, se acomodó con cuidado y lo esperó. El inmenso toro Angus se vino como un viento y encaró por dentro de la manga. Fue tan grande el impacto, que el pobre Tomás ni lo vió. Pero seguro que sí lo sintió porque el palo del cepo se le incrustó debajo de las costillas y lo hizo saltar en el aire como un pajarito ¡Y se desparramó inconciente en el suelo!
Alejandro y yo nos quedamos mirándolo. El tipo no respiraba. Y nosotros de espectadores. Sin hablar
De pronto Alejandro, sin perder la calma dijo: -¡Se murió!-
-¡Quien sabe!- Le contesté -¡Capaz que no respira por el golpe en la panza!-
-¿Y no se anima a hacerle algo Jorge?-
-¡Y que se yo! Pruebo- Dije no muy convencido. Y justo cuando me agaché para hacerle algún masaje en el pecho, Tomás pegó una bocanada grande, y el aire fresco empezó a entrar de nuevo en sus pulmones. De a poco se fue recuperando, así que lo dejamos sentado un rato en un banquito y seguimos con el trabajo.
Y como sería de porfiado, que cuando se sintió mejor se acercó a Alejandro y le comento en un hilo de voz: -¡Toro hijo de puta! Me agarró descuidado…¡Que si no!-
Y no le contestamos nada para no hacerlo sentir peor…

Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...