domingo, 22 de junio de 2014

Tiger y la selección

Ayer fue una linda tarde en San Manuel. Cruce el patio hasta la veterinaria y me lo encontré a Tiger, el gato de la casa, limpiándose las manos al sol. Me miró tranquilo y con una media sonrisa me dijo:
-¡Que alegrón! ¿No? ¡Cómo les gusta ese asunto de la pelota a los argentinos! Se oían los gritos hace un rato. Seguro que deben haber hecho eso que llaman gol-
Yo recién terminaba de ver el “triunfo” de Argentina contra Iran y tenía un montón de cosas atragantadas, pero no podía hablar.
-¿Qué?- Insistió Tiger -¿No estás contento?-  
-¡No amigo! ¡Ya está! ¡Recién intenté por última vez pero no hay caso! No me puedo enganchar con esta farsa gigante del Mundial y la selección.
Estoy podrido de ver partidos horribles de nuestro “players”, del futbol para todos y su asquerosa propaganda, de la AFA mafiosa, del técnico “militante” de la selección, del cagazo con que juegan sus multimillonarias figuras, de la desesperación del Gobierno por tapar sus cosas durante los días que ruede la pelotita, de los Barras Bravas entongados con la AFA y con los políticos; asqueado con el acto de presentación de una lista de jugadores, transformado en circo con figuras del gobierno; del periodismo que, salvo excepciones, acompaña todo con comentarios que no haría ni el menos conocedor del futbol-
Tiger me miraba sin entender. Y yo seguí con mi desahogo.
-Antes de jugar contra Irán la mayoría de ellos destacaba lo fácil que era el asunto y que no cabía menos que una tremenda goleada ¿Son o se hacen? Se supone que “saben”. Entonces ¿Por qué dicen boludeces? ¿O no vieron que el partido anterior contra Bosnia fue un robo? Se ganó por un gol en contra de pedo y un penal. Pero no cuentan un gol mal anulado a los bosnios ¡Una porquería! Recién contra Irán, el árbitro pitó peor que el japonés que le regaló el partido a Brasil. Se comió un penal de Zabaleta más grande que el Mineirao y si los iraníes se ponían en ventaja, no les ganaban ni con diez Messi juntos ¡Y por fin! El gol de Messi ¿Dónde carajo vieron que fuera un golazo de otro planeta como dicen? Pateó de afuera del área y la embocó como podría haber pasado a cinco metros del ángulo ¡Dejenmé de joder! Con solo mirar la cara de terror de Sabella durante el partido está todo dicho.
Podrán irse en octavos o ganar la copa. Es cosa de ligar. Y hasta ahora, a partir del sorteo, donde cayeron en uno de los grupos más fáciles, han ligado como perro debajo de la mesa, pero eso no cambiará las cosas. El futbol argentino, especialmente desde el acuerdo con el Gobierno, está muy podrido, y creo que la selección es parte de la podredumbre-
-¡Bueno!- Dijo Tiger como para cortar la perorata -¿No me tirás un poco de alimento que ando con hambre y recién se me escapó una paloma por una pluma?-
-¡Si amigo! ¡Tenés razón! ¡Las cosas importantes de la vida no están en la tele!


jueves, 12 de junio de 2014

Almirón el jugador

Hay gente aficionada a la bebida, personas dedicadas a drogarse sin parar, fumadores crónicos y en la enorme variedad de vicios, están también los jugadores empedernidos.
En este último grupo cabía cómodamente un tal Juan Carlos Almirón. Puestero en la Estancia Las Perdices, muy cerquita de Claraz.
Lo conocí casi sin querer, porque un cliente mío llevó vacas a capitalizar a Las Perdices, así que una vez por año iba a hacerles el tacto, y nos pasábamos el día entero entre el trabajo, el asado y las charlas.
Almirón era un jugador sin remedio. Apostaba a todo, y vivía cada jugada como si fuera la última. Riñas de gallo, carreras cuadreras, carreras de galgos, mus, truco y taba, se contaban entre sus debilidades.
A mí me desafió el primer día que llegué a Las Perdices. Parados frente a la manga, donde ya estaban encerradas las 700 vacas para palpar, me dijo:
-¿Y? ¿Qué le parece dotor? ¿Cuántas vacas vacías habrá?-
Yo lo miré, desconociendo todavía su afición al juego y le contesté:
-¡No sé Almirón! Este rodeo es bastante sano y fértil. Si se hicieron las cosas bien no tendrían que salir más de 45-
-¿Que le juego que salen mas de 60?-
-¡No Almirón! Deje nomás que salgan las que tengan que salir-
Menos mal que no entré, porque esa vez hubo 62 vacas vacías y el tipo no paró de lamentarse, por la jugada que habría ganado contra el veterinario.
Con el tiempo me fui enterando de otras hazañas del timbero, pero la máxima pasó cuando se mató en un accidente un tal Menéndez, capataz del campo vecino a Las Perdices.
Se junto un montón de gente para asistir a los heridos, y en el revoleo, le encargaron a Almirón que se fuera hasta Claraz, para darle la infausta noticia a la mujer del capataz muerto. Todavía no eran tiempo de teléfonos celulares.
Almirón llegó a la casa de Menéndez de lo más preocupado, porque no conocía a la mujer del finadito. Pero dicen que cuando la señora abrió la puerta, el diálogo fue más o menos así:
-¡Buenas tardes señora! Yo soy Almirón, puestero de la estancia Las Perdices ¿Usté es la viuda de Menéndez?-
La buena mujer, con una risa nerviosa le contestó:
-¿Viuda? ¡Yo soy la señora de Menéndez, pero no soy viuda!-
Entonces el tipo, sacando a relucir su estirpe jugadora, le dijo sobrador:
-¡Le juego un corderito a que sí es viuda!-


Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...