martes, 15 de julio de 2014

Tiempo loco



Hace varias semanas que el tiempo se volvió loco. La tierra no alcanza a tomarse toda el agua antes de que vuelva a llover. Y no llueve un poquito. Llueve muchísimo. Con viento y a veces granizo. Hay barro por todas partes. Los caminos intransitables, las mangas fuera de servicio por tiempo indeterminado y los lugares de movimiento obligado de hacienda, como los tambos y los corrales de engorde, sufriendo penurias increíbles.
Así es la vida fuera de las ciudades. Estamos siempre afectados y dependientes del clima. Algunos sufren enormes pérdidas como los que se están inundando en el litoral, mientras otros ven sus campos convertidos en lagunas por muchos años. Andan muy pocos camiones con cereal y hacienda, porque no hay manera de circular. Los contratistas rurales solo desean que deje de caer agua por unos días, para completar por fin la cosecha de soja y empezar las labores de siembra de otros cultivos. En nuestro caso, es decir para los que trabajamos tierra adentro con grandes animales, son épocas de vacas flacas. Hay que ajustarse el cinturón y esperar que vengan tiempos mejores. El comercio de los pueblos se resiente. Caen las ventas y la gente se repliega y aguanta.
Un viejo del campo, cuando se venía una tormenta, se ladeaba la gorra de vasco y afirmaba: -¡Allá se viene la come y duerme!- Dando por hecho que estas son las únicas actividades razonables en esta época.
Esta mañana entró Perla a la veterinaria. Es una mujer mayor pero muy enérgica, que desde la muerte de su marido se dedicó solita a atender su campo. Además estuvo en nuestro grupo de teatro y es de lo mas divertida. Siempre entra saludando a los gritos, pero esta mañana, resumió todo cuando dijo bien fuerte:
-¡Buen día Jorgeeee! ¿Sabe que? ¡La cosa está fea Jorge!-



martes, 8 de julio de 2014

Tiger y el fiscal

-¿Y él quien es?- Le pregunté a Tiger esta mañana, apenas entré a la veterinaria, después de cruzar el patio que blanqueaba por la bruta helada. El gato bandido estaba sentado muy tranquilo, al lado de la puerta de la cocina, charlando con un amigo blanco y negro, un poco mas flaco que él. Se ve que esperaban la primera ración de alimento del día. Tiger me saludo amablemente, pero con poco entusiasmo, moviendo apenas los largos bigotes.
-¡El es Arturo y vive dos casas mas allá!- Me dijo haciendo un gesto con la cabeza.
-¡Ah! ¿Vos sos el gato de Rigoberto? ¿El famoso cazador de lauchas? Ya escuche los cuentos del viejo. Según él, le presentás dos o tres roedores descabezados por día- Arturo se infló de orgullo con el elogio de su fama.
Tiger cortó el momento con una tos discreta.
-¡Si Tiger! ¡Vos también tenés lo tuyo!- Agregué para acariciarle un poco la autoestima. -¿Y de que conversaban? ¿Se puede saber?-
-¡Y bueno Jorge!- Arrancó diciendo Tiger –Ya sabés que me paso el día escuchando las noticias en la radio, pero Arturo, como vive adentro de la casa de Rigoberto, también mira la televisión, así que está muy al tanto de las cosas que pasan. Recién me estaba contando algunas novedades que los gatos no alcanzamos a entender ¿Puede ser que si un ser humano hace las cosas bien y se dedica a investigar a una banda de ladrones y corruptos, en lugar de ayudarlo y recompensarlo, le hagan un juicio para destituírlo? ¿Puede ser? Yo le decía que debe haber entendido mal, porque cualquier animal sabe lo que está bien y lo que está mal. Con más razón ustedes, que son tan inteligentes, deben conocer la diferencia-
Lo miré con el pecho lleno de tristeza y tuve que admitir que lo que le contó Arturo era cierto. Que eso está pasando en este momento en Argentina y que me da mucha pena. Los amigos se miraron un rato largo, con la pereza propia de los felinos. Solo movían despacio la punta de la cola dejando ver que estaban tratando de digerir mi afirmación. Por fin Tiger dio vuelta su cabezota y me dijo: -¡Pobre gente!-





domingo, 6 de julio de 2014

Mas aprendices

 Operando con Bob y Tim

En el campo con Anthony y Elodie

Cosas que pasan.
 En estas semanas, han llegado a San Manuel algunos chicos extranjeros, para acompañarnos en los trabajos del campo y aprender algunas cosas de la profesión. Primero fueron Robert y Tim. Dos escoceses que están recorriendo el mundo, antes de entrar en la Universidad. Uno es de un pueblito pegado al lago Ness y el otro de una ciudad al sur de Edimburgo. Solo hablan inglés, así que tuvimos que esforzarnos para explicar las cosas y que entendieran los trabajos que íbamos haciendo.
En este momento, hay dos estudiantes de la Escuela Veterinaria de Nantes en Francia. Anthonhy y Elodie. Ellos saben español, ya que nos contaban que allí deben obligatoriamente estudiar inglés y luego, pueden optar entre el alemán y el español como tercera lengua. Ahora están cumpliendo con el período de residencia en el exterior que les exigen en su Facultad. Realmente están teniendo una muy buena formación allí. En Francia solo hay cuatro facultades de veterinaria con alrededor de 600 estudiantes cada una. La diferencia con nuestro sistema, es que el período de ingreso les demanda entre dos y tres años, así que los que lo pasan, luego alcanzan, en su mayoría, a terminar la carrera de 5 años. Dicen que se gradúa cerca del 90% de los que entran, mientras que en Argentina, se estima que se recibe solo el 25 % de los ingresantes.
Antes que los extranjeros, estuvieron Mauro y Abel, dos estudiantes de la Facultad de La Plata, que trabajaron con nosotros durante dos meses y dejaron muy buenos recuerdos, sobre todo la jaula atrapa-perros que construyeron, y que ya les mostré en otra nota. Finalmente, en agosto vendrán otros dos chicos de La Plata para hacer su residencia.

El “sucucho”, que así bautizamos al alojamiento que construí para ellos en la veterinaria, está a pleno, y nosotros contentos de poder trasmitir nuestra módica experiencia.   

Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...