sábado, 26 de enero de 2019

El ojo de Ramoncito

Ramoncito con el globo ocular prolapsado 

Después de la operación con todo en su lugar

Parece que Ramoncito, el perro mimoso de los López, había oído hablar del caso famoso en San Manuel, del perro atropellado por un auto al que se le saltó un ojo de la cabeza por el tremendo impacto. Aquella vez, la dueña encontró el órgano tirado en la vereda al día siguiente mientras barría.
Tal vez por eso, ayer cuando lo golpeó en la cabeza la rueda del auto negro que pasaba por su casa, y sintió ese relámpago de dolor en el ojo izquierdo, creyó que le había paso lo mismo.
Eso alcancé a deducir cuando Patricia López me contó que después del accidente, Ramoncito estuvo un rato como buscando en medio de la calle y después, caminando tambaleante, se subió a la vereda y comenzó a pasarse la mano muy despacito por la zona golpeada. Es seguro que trataba de ver si le faltaba algún pedazo.
Cuando terminé de operarlo y se despertó, me miró agradecido con el ojo derecho. Quedó muy bonito.

jueves, 24 de enero de 2019

Clemente Bilbao


Si uno dice que lo mejor es el asado, el tipo afirma que no hay como el guiso carrero. Cuando el frío cala hasta los huesos, él anda de manga corta. Si el sol castiga inclemente, aparece con una camperita “liviana”. En las charlas de manga, cuando sale el infaltable tema mujeres y se destacan las virtudes de alguna vecina, nuestro héroe dice que estamos locos y que la mencionada no vale “ni dos tortas negras”.
Siempre a contramano. En todo.
En alguna fiesta o reunión en el pueblo, donde la gente está mezcladita, si le toca una mesa de reconocidos radicales, Clemente Bilbao, que de él estoy hablando, empieza como sin querer a ponderar el gobierno de los K, mientras que si la mayoría es peronista, no se cansa de elogiar a Raúl Alfonsín, diciendo que es el verdadero “padre de la democracia”.
Nadie sabe si está loco o se hace, pero la cuestión es que hace mucho tiempo que nadie lo toma en serio.
Salvo que no lo conozcan, como cuando en la última campaña electoral, llegó al pueblo para un acto partidario, un reconocido político y candidato a presidente. San Manuel es muy chiquito y aporta pocos votos. Tal vez por esto fue tan corta la visita.
El tipo dio dos vueltas de reconocimiento en un helicóptero último modelo, y aterrizó en un baldío, al lado de la plaza donde habían preparado un pequeño escenario para el infaltable discurso. Los militantes locales rodeaban al candidato llenándolo de elogios y tratando de cargarlo de energía.
Pero pasó lo que tenía que pasar. Clemente Bilbao se apersonó cara a cara con el encumbrado político, lo saludo, y le explicó que tanto gasto en viajes era al pedo, porque él estaba seguro que en las próximas elecciones no ganaría ni contando dobles todos sus votos.
Dicen que el hombre se sorprendió un poco, pero rápidamente se recompuso, puso su mejor cara y le agradeció el pronóstico con una sonrisa irónica.
Pero por una vez, nuestro más conocido vecino tuvo razón. El candidato que nos visitó perdió olímpicamente. Tal vez Clemente no esté tan loco.

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...