viernes, 28 de octubre de 2016
Un nacimiento
Hay miles de maniobras posibles para ayudar en el parto distócico de una hembra bovina. En este caso, la parturienta es la que colabora con su fuerza de tracción. Aquí tuvimos que corregir la mala presentación del ternero (ya muerto y con el culito encajado en la pelvis materna), para luego liberar a la madre del cepo de la manga y dejarla que haga el resto del trabajo.
miércoles, 26 de octubre de 2016
Un hombre informal
Si hay un tipo inservible y despelotado, ese es
Gerardo “tucu” Morales. Por eso nadie entendió las razones por las que lo
metieron en la Comisión Cooperadora del colegio. Tal vez se debió a que es
simpático.
El año pasado quedó a cargo de organizar la “pollada”
del sábado 22 de septiembre. Una venta masiva de pollos asados, para recaudar
fondos para la escuela. Se vendieron casi doscientos animales en la semana
previa y el tucu, desorejado como siempre, recién el viernes anduvo a las
apuradas, comprando la cantidad necesaria en las tres carnicerías del pueblo.
Hasta ahí llegó su esfuerzo. El sábado, a las 10 de la mañana, se dio cuenta
que no había quien hiciera el trabajo con las parrillas, entonces llamó de
urgencia al peludo Martínez, que por suerte tenía el día desocupado.
-¡Che peludo!- Le dijo el tucu – ¡Tenés que
cocinarme unos pollos en la escuela 15! ¿Podés ir ahora?-
-¡Dale! ¿Son muchos? ¿Ya tenés el carbón?-
-¡No! Son unos pocos. Pasá por lo del tío Lucas y retira
el carbón a nombre de la Cooperadora-
El peludo pasó por el almacén, sacó dos bolsitas de
carbón, y se fue para la escuela cerca de las once. Cuando llegó, se encontró
con algunas mujeres que estaban abriendo y adobando los doscientos pollos en
cuestión y como es natural, se calentó hasta los huesos.
-¿Pero este tucu es loco?- Preguntó - ¡Me dijo que
eran unos pocos pollos! No semejante cantidad ¡Listo! ¡Ahora que se embromen!
Yo voy a hacer lo que pueda-
Acomodó todos los pollos en cuatro parrillas muy
grandes y prendió el pequeño fuego en un rinconcito. El calor llegaba a cocinar
unos 6 o 7 animales. El resto estaba blanco como un papel cuando a las 12, empezaron a llegar los compradores a retirar su mercadería. También llegó el
tucu. Y presionado por la gente, se fue corriendo hasta el mercado y retiró
otras veinticinco bolsas de carbón. Entre hacer el nuevo fuego y cocinar los
pollos se hicieron casi las tres de la tarde. La gente, con paciencia de
pueblo, improvisó otro almuerzo y fue a la tarde a buscar su comida a la
escuela. Y en casi todas las casas de San Manuel, el domingo almorzaron pollo
asado.
-¡Al final no salió tan mal!- Se defendió el tucu el
miércoles siguiente, en la reunión de Comisión, donde hicieron el balance de la
pollada. De todas maneras. Nunca más le encargaron tarea alguna. Solo lo ocupan
para barrer y acomodar las sillas, cuando hacen baile en el Club.
martes, 25 de octubre de 2016
¡A mi que me importa!
Bien temprano, como casi todos los días, empezó la
ronda de mates en el local de la empresa del canal de cable de San Manuel. En
las vueltas de la charla, apareció el tema de Etelvina López.
-¡Miren chicos!- Dijo Ramón, el jefe y encargado de
la contabilidad – ¡Lo de Etelvina no va más! Hace seis meses que no paga. Yo sé
que la pobre tiene mil problemas, pero si no le cortamos el servicio, los que
se enteren nos van a tirar la bronca. Hoy mismo se van y la desconectan-
Como a las once de la mañana, Martín Ordoñez y Pablo
Martínez, estacionaron frente a lo de Etelvina, bajaron la escalera grande, la
afirmaron contra la pared y allá subió Martín a cumplir la penosa misión. Etelvina
es una buena mujer, trabajadora y humilde, que tiene la desgracia de algunos
pequeños vicios como el cigarrillo y el vino, que no desmerecen sus virtudes.
Por eso ni se animaron a golpear la puerta y avisarle lo que estaban por hacer.
De todas maneras, Etelvina oyó el movimiento y salió a la vereda. En un vistazo
comprendió la situación, mientras Pablo, avergonzado, se refugiaba en la
camioneta. Allá arriba quedó Martín tratando de evitar el cruce con Etelvina
hasta que ella le grito:
-¡Martín! ¡Martín!-
El chico se hizo el sordo hasta que no le quedó más
remedio que girar la cabeza y enfrentarla en un saludo:
-¿Cómo anda Doña Etelvina?-
-¡Yo bien! ¿Y vos que andas haciendo Martín?-
-¡Y! ¡Cumpliendo órdenes! ¡Nos mandaron a cortarle
el cable!-
-¿Y cuánto les debo?-
-¡Seis meses Doña Etelvina!-
-¡No hay problema! ¡Cortá nomás Martincito! Total
hace cuatro meses que estoy sin luz porque no le pago a la Cooperativa. Ya me
estoy acostumbrando a manejarme con las velas y lavar la ropa a mano. La macana
es que se nos viene el verano y tampoco tengo heladera- Dijo sonriente – ¡Mis
viejos se criaron en el campo y sin luz y acá estamos de lo más contentos,
criados y sanos!
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