viernes, 31 de diciembre de 2010

Curas camperas

éUstedes piensen que, por lo menos en America, los humanos convivimos con caballos y vacas desde hace 500 años y en casi todo este tiempo, no ha habido veterinarios disponibles para curar las bestias. Así el ingenio ha cubierto esa necesidad y las gentes del campo han ido logrando destrezas mas o menos grandes para componer a sus animales descompuestos.
Las famosas curas camperas.
En ambientes académicos hay una notable tendencia a subestimar estas habilidades, pero a poco de empezar a recorrer el campo, cualquiera se da cuenta, sin ser de lo mas avispado, que hay miles de cosas para aprender y que son de provecho.
Cuando llegué a San Manuel y fuí conociendo gente vieja y sabia, me compré una libreta y la fuí llenando de apuntes con estas cosas. Hace poco la estuve releyendo y siempre me dá gusto encontrar algún detalle que había olvidado.
Ahí tengo recetas caseras para curar mataduras de caballos, empachos, opacidades de cornea, verrugas, sobrehuesos, diarreas, heridas de todo tipo y otro montón de malestares. Hay mucho de plantas medicinales de la zona y otro tanto de remedios al alcance de cualquier persona en el medio del campo. Y de ahí he sacado ideas para bonitos ensayos con un buen diseño experimental, que muchas veces confirmaron las bondades de tal o cual tratamiento.
Por eso me dió tanta bronca oir la charla de un joven colega en un Seminario de Cirugía al que asistí en Tandil hace poco, que afirmaba muy orondo que no puede ser que el 90 % de los potros en la zona en que él trabaja, los castrara "un paisano" (bien despectivo). Seguramente el pobre ira viendo con los años que hay muchas cosas que puede aprender de los paisanos para ser un mejor profesional.
¡Además! Si al "paisano" le confían el 90 % de los potros para castrar y no a él, por algo será.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Una muerte en La Numancia

A treinta kilómetros de San Manuel está el Paraje La Numancia. Hace mas de cien años era una posta en la línea de carretas que unía Tandil con Lobería. Allí se cambiaban caballos, se renovaban las provisiones para el largo viaje, se tomaba algo fresco y se jugaba mucho a las cartas, la taba o se conversaba para matar el tiempo.
Hoy se mantiene el boliche bastante bien ya que la Municipalidad de Tandil lo declaró de interés turístico.
La cuestión es que hace unos diez años, andaba en la zona un croto que vivía de lo que le regalaba la naturaleza y alguna caridad humana. Cada tanto caía en La Numancia y se quedaba uno o dos días. Era muy aficionado al mus, así que cuando se armaba alguna mesa, el tipo se prendía enseguida. Pero también era muy peleador y jodido. Y se ponía mas molesto con la bebida en la panza.
Esa tarde habían llegado algunos vecinos y dos camioneros, y pronto se pusieron de acuerdo para jugarse un partidito de mus. Y también se arrimó Ledesma. El croto en cuestión.
Me contaron que estaba muy mamado y tenía la lengua dura por la ginebra, así que casi no podía hablar. Le cantaron órdago, y como no tenía nada, lo quiso ganar sin cartas, pero le salió mal la mentira y perdió. El que ganó, un tipo muy conocido por lo fanfarrón, se rió con ganas y apuró un trago de Gancia, pero Ledesma ya había sacado un cuchillo y se paró con esfuerzo por el alcohol, insultando a todos los parientes del otro y jurando que lo iba "a abrir".
Dicen que el insultado, sin que se le moviera un pelo, arrancó un revolver de la cintura, le apuntó al pecho y le tiró.
Los milicos de Tandil llegaron como una hora y media después y todavía estaba Ledesma en cuatro patas, largando bocanadas de sangre cada tanto. Murió en el viaje al hospital. No jodió mas.

domingo, 26 de diciembre de 2010

La hernia de Mimosa

Así se veía la pobre cuando llegué a atenderla


Al incidir la piel me encontré una gran masa intestinal en la cavidad herniaria

Acá se vé la sutura de la pared desgarrada. Era una abertura de unos quince cm.

Martinez y Mimosa contentos apenas terminada la operación
¡No! ¡No! ¡No me pégues! Le dijo Mimosa, la lechera de Martinez, a la imponente vaca Limousin que con sus aspas, tiene asustados a todos.
De todas maneras el golpe a la panza de Mimosa llegó igual. Sintió un desgarrón y un dolor agudo, pero como el umbral de dolor de las vacas es mas alto que el de otras especies domésticas, no aparentó nada anormal, cuando Martinez la ordeño un rato mas tarde.
Al día siguiente Mimosa tenía un bulto en la zona inguinal, del tamaño que se vé en las fotografías y Martinez me llamó bien temprano.
-¡Enseguida voy!- Le dije. Y salí a todo vapor hasta El Cerro, el campo donde trabaja este hombre.
Pronto vimos que había una hernia importante y decidí operarla. Por suerte quedó bien. Ya lleva casi un mes de reparada y solo hubo un inconveniente a los pocos días de la intervención, ya que se había tapado el drenaje, juntó una enorme cantidad de líquido debajo de la piel y Martinez me llamó asustado diciendo que creía que habíamos fracasado.
Ví a Mimosa por última vez antes de Navidad y como regalo para estas fiestas me obsequió un guiño del ojo izquierdo y una materia fecal de consistencia inmejorable ¡Que bueno!


miércoles, 22 de diciembre de 2010

Aves y mamíferos

¿Vieron que todas las aves levantan vuelo contra el viento?
En cambio vacas, caballos y ovejas, en los días de tormenta, ponen sus cabezas a favor del viento para que la lluvia o el granizo los azoten en las nalgas y no en el hocico.

viernes, 17 de diciembre de 2010

¡Se equivocó la paloma!

Beto y Paloma en el último ensayo fatal

El asado final con algo de baile a los postres


Siempre quedan historias para contar detrás de cada obra de teatro, pero anteayer nos pasó algo increíble. Estábamos por presentar “El romance del Beto y la Paloma” en la escuelita rural Nº 27.
Los protagonistas, un paisanito pobre que es Beto, y una linda chica como Paloma, sufren el acoso de la madre de ella que pretende algo mejor para su hija. Entonces deciden simular el suicidio de Paloma para presionar a la vieja tratando de que cambie de opinión.
Cae entonces Paloma aparentemente sin vida y Beto se acerca desconsolado al cadáver de su amada. En ese momento libera una paloma de verdad que llevaba escondida en su boina y atada con un hilo de nylon a la mano, permitiéndole volar unos cinco o seis metros.
-¡Ahí vá el alma de Paloma! ¡Mire lo que ha hecho!- Le grita Beto a su suegra, que se abraza a su otra hija con miedo y desesperación.
La cuestión es que pudimos conseguir una linda paloma montera el mismo día de la obra, y como es en el campo, recién nos juntamos a ensayar esta escena clave unos minutos antes de que llegaran los primeros vecinos de los alrededores, a los que hicimos esperar un rato en la tranquera para que no vieran lo que pasaba.
El escenario era el patio de la escuela, con el pastito bien cortado y el olor del asado que se hacía un poco más lejos, para la cena y brindis de fin de año.
Todo iba lindo hasta que Beto, de acuerdo con el libreto en cuestión, liberó la paloma de la mejor forma y esta, contenta de respirar aire libre, voló, voló ¡Y se fue para siempre!
El estúpido del director (o sea yo) la había atado mal.
Siguió un momento de desconcierto. Todos nos mirábamos en silencio hasta que armado de valor, le dije a Leticia, la maestra: -¿Tenés el teléfono de Carlos?-
Y Carlos, otro de los padres que vive en un campo cercano, trajo un pollo gordo y negro que actuó de paloma, aunque por más que quisimos no levantó vuelo y se limitó a correr desesperado por la escena, hasta que Beto lo abrazó amorosamente y siguió con la actuación.
¡Eso sí! El asado estuvo buenísimo y las risas y bromas por el asunto de la paloma perdida, siguieron hasta las dos de la mañana.

martes, 14 de diciembre de 2010

¡No siempre se puede!

Antonio pasó sus últimos años literalmente en una nube de pedos. Tomaba desde que se levantaba hasta que se acostaba, rodeado de perros de todos los tamaños. Y se notaba que a veces la vida se le hacía pesaba.
Por eso un día agarró loma abajo del pueblo rumbo a una planta de silos en la Estación de Ferrocarril. Como siempre con sus perros.
-¿Como andás Antonio?- Le preguntó un vecino cuando se cruzaron
-¡Contento hermano! !Me voy a matar!-
-¿Que? ¿Estás loco?-
-¡Que voy a estar loco! Me tiro de un silo y nada mas ¡Chau hermano!-
Y continuó pata y pata su camino.
El otro lo siguió disimulando, y despues contó lo que pasó:
Resulta que Antonio llegó hasta los silos y estuvo un rato eligiendo el mas cómodo para sus propósitos. Subió la escalerita con esfuerzo porque el desayuno con vino siempre lo ponía en mal estado. Por fin llegó hasta el techo, y se quedó un rato parado mirando el vacío. Abajo, en el pajonal que rodeaba la planta de silos, los perros le aullaban inquietos como presintiendo. Y por fin Antonio se tiró de cabeza.
¡Se mató nomás! Pensó el que espiaba. Pero la cosa se había complicado.
Como estaba tan mamado y con el cuerpo flojito, Antonio dió una voltereta en el aire y en vez de caer de cabeza, cayo de lomo sobre un perro galgo que no alcanzó ni a gritar.
La cuestión fué que el suicidio terminó con la víctima sin ningún daño y el pobre perro aplastado.
Al rato los amigos se cruzaron de nuevo. El espectador no aguantaba la risa y menos cuando Antonio, con el perro muerto cargado en el hombro le dijo:
¡Que cagada me mandé hermano! ¡Por querer matarme liquidé mi mejor perro!

sábado, 11 de diciembre de 2010

El último pial

Llegaron a la final los Bocasucia de Energía y los Invencibles de Orense. Los dos equipos tenían méritos de sobra para quedarse con el premio en el concurso de pialada de potros por equipos. Pero los Bocasucia tenían a Egidio Maritorena.
Egidio Maritorena era correntino. Muy petiso, flaco y oscuro. El cuerpo fibroso y ágil, y montones de años encima. Trabajó en la estancia Los Alamos desde que llegó de su provincia. Manejaba el lazo como ninguno.
Ese domingo se habían juntado mas de seiscientas personas en la fiesta criolla de San Cayetano y solo faltaba largar el último potro para los Bocasucia. Los dos equipos venían empatados en puntos y todo dependía de aquél último animal. Era un picazo grandote y arisco el que metieron en la gatera.
Cuando se abrió la puerta, el potro pegó un salto y se largó a la carrera entre los hombres que revoleaban. A la izquierda y tirando de reves, primero Luis Molina y despues Egidio y a la derecha, de volcado, Marcelo Pereira y "Cococho" Alvarez.
Todo fué muy rápido. Molina y Pereira erraron, y casi al mismo tiempo tiraron Cococho y Egidio. Los lazos se abrieron en el aire como banderas gigantes. El de Cococho toco el suelo y antes de cerrarse vió pasar el potro por su hueco como un rayo. Se lo había tragado. Y un instante despues, la cuerda brillosa de Egidio, se posó apenas sobre el pasto y levantandose como una víbora, quedó esperando las manos del bruto, para tomarlo y subirsele hasta el pecho.
Y despues lo de siempre, el lazo que se cierra como un milagro, cae hasta las cañas y Egidio, así chiquito y flaco, que se recuesta apenas y con baquía incomparable pega el tirón justo, para hacer que el animal se desparrame en el aire y caiga limpiamente de costado.
Siguió la ovación, el concurso para los Bocasucia, y Egidio que subió al escenario a recibir el premio con el infaltable cigarrito colgando de sus labios.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Un día de yerra

Manejar el lazo es un arte. Y no hablo de los que lo usamos para trabajar y nos defendemos algo, sino de los verdaderos artistas que se crían correteando ovejas, terneros y grandes animales, con sus cuerdas bien engrasadas. Da gusto estar en una yerra y deleitarse con los enlazadores y pialadores que abundan por estas pampas.
Allá repuntan un lotecito de terneros en un rincón y el maestro enlazador, siempre bien montado, avanza con el lazo en la mano y una armada lo mas grande posible para que el tiro sea vistoso. En cuanto elige a uno de los terneros revolea suavemente, y como si fuera facil lo dificil, lo "toma" limpiamente y sale con él de tiro entre dos filas de buena gente pialadora que se cruza chistes y alaridos. Llegado a la punta del callejón lo suelta y el animalito, al buscar a sus compañeros, se manda a la carrera entre montones de lazos que se alzan en el aire. Y salen entonces los tiros de volcado o de reves hasta que alguno lo piala de la mejor manera y el animal, sujeto de ambas manos, cae dando una vuelta en el aire, mientras algunos corren a "apretarlo" y manearlo, dejandolo listo para castrar, marcar y eventualmente señalar con alguna muesca en la oreja.
Y mientras los hombres trabajan y juegan incansables toda la mañana, cerquita de un fuego grande, un criollo mayor y con algún achaque que no lo deja trabajar, se esmera haciendo un cordero al asador y montones de chorizos y testículos recién sacados en la parrilla, las mujeres preparan las ensaladas para el mediodía, empanadas jugosas y crocantes, algún fiambre para picar antes de almorzar, pasteles bañados en exquisito almibar y algunas especialidades propias de cada casa, como el lechón arrollado o el matambre relleno.
La mesa larga se prepara a la sombra de las plantas mas frondosas y se lucen las jarras con vino tinto frío y las de jugo para rebajarlo. Alguno que se ha cansado, se acerca a la mesa cada tanto y despues de algunos tragos apurados y algun chiste con "las chicas", vuelve animoso al trabajo recuperado del todo.
A mediodía se hace un alto, y todos corren a lavarse en la bomba o el tanque, y toman posiciones frente a la mesa inagotable, comiendo y tomando cantidades enormes de aquellos manjares, hasta que medio adormecidos por el cansancio y el manducaje, se recuestan en los pastos a escuchar al infaltable cantor y guitarrero, que alterna con el que improvisa versos picarescos llenando de risas el ambiente. Y por fin, el encargado de la yerra, parandose gravemente, indica que la cosa debe seguir y sale al tranco hasta el corral para ensillar el caballo y recomenzar la tarea. ¡Así son los días de yerra! ¡Una fiesta!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Salió el sol

Hoy es feriado. Recién vuelvo de atender un padrillo bayo cuarto de milla, muy golpeado, y aprovechando que la veterinaria está cerrada hice unos llamados para saber como siguen algunos pacientes.
Llamado 1: La consulta era por una vaca Holando vieja, que tuvo un desbalance mineral agudo, a la que en el día de ayer hice un tratamiento de emergencia.
-¿Hola Pedro?
-¡Sí Jorge! ¿Como estás?-
-¡Bien! Quería saber como anduvo la vaca-
-¡Ah! Se murió como dos horas después que la atendiste-
¡Chan!
Llamado 2: Se trata de otra vaca Holando, a la que la semana pasada reduje una hernia abdominal causada por un tremendo golpe en la panza. Venía bien pero...
-¿Hola Rivero?
-¡Si Jorge! ¿Como anda?-
-¡Bien! Quería saber como está la vaca-
-¡Ah! Justo lo iba a llamar. Me parece que se le abrió de nuevo la hernia porque ayer le ví un bulto otra vez-
¡Chan!
Llamado 3: Este caso es el de una ternera Angus con signos nerviosos de torneo, incoordinación y ataxia a la que traté el jueves pasado.
-¿Hola Marcelo?
-¡Si Jorge! ¿Como anda?-
-¡Bien! Quería saber como sigue la ternera-
-Igual. No mejoró nada. La largué al potrero con la madre pero no dejó de dar vueltas-
¡Chan!
Llamado 4: Ya con el ánimo por el suelo despues de la recorrida telefónica, hice el último llamado para preguntar por un ternero que según mi pronóstico a esta altura debía estar remuerto. Tenía un cuadro de embotamiento, disnea, hipertermia, postración e imposibilidad de pararse. Lo había atendido el sábado pasado.
-¿Hola Beto?
-¡Sí Jorge! ¿Como andás?-
-¡Bien! ¿Y? ¿Se murió el ternero nomás?-
-¡Que se vá a morir! Anda feliz y contento-
Y esto solo me compensó el desánimo que me iba ganando. Como decía el inolvidable Olmedo: "Siempre que llovió paró"


sábado, 4 de diciembre de 2010

Un parto de año nuevo


1º de enero. Estabamos en Necochea después de una noche de fiesta y me llaman los Requena, una familia de la zona de San Manuel, porque tenían una vaquillona que no podía parir. Dejé a los míos preparándose para pasar el día en la playa, y monté en mi viejo Renault 12 con rumbo a la veterinaria a cargar los útiles de trabajo, y despues al campo "La Oración".
Llegué pasado mediodía y me encontré un montón de autos y otro montón mas grande de gente. Los Requena se habían juntado la noche anterior y por ahí andaban chicos y grandes repartidos entre un picado de futbol, alguna mateada a la sombra de las plantas y otros ya metidos en el tanque australiano dandose los primeros chapuzones. Detras de la casa se asaba despacito un cordero gordo.
Precisamente cerca del tanque, pudimos por fin voltear a la parturienta y casi todos los Requena se fueron acomodando en el terraplén, que quedó formando una pequeña tribuna. Para la mayoría, gente de ciudad, la posibilidad de ver una cesárea era cosa increíble y se los veía de lo mas excitados.
Fuí preparando la operación, contento de poder trabajar con tanto público. Apliqué la anestesia local, rasuré y lavé la zona de la operación, y cuando tomé el bisturí para incidir se hizo un gran silencio. La hoja afilada corrió por la piel y cuando brotó la sangre de la herida, a mis espaldas se oyeron clarito las arcadas y el ruido de la vomitada de Rafael, un primo de Olavarría, que se vé que era algo delicadito de estómago. Retirado el afectado con algunos acompañantes, la cosa siguió normalmente hasta que al cortar el útero y aparecer la patita del ternero, la que cayó fué Virginia. La vistosa muchacha se desmayó y rodó por el terraplén casi hasta donde estaba la vaquillona, haciendo que varios parientes corrieran solícitos a auxiliarla. Y el desbande llegó cuando se movió la masa de gente y Rodolfito se desplomó de espaldas dentro del tanque. El muchachito estaba sentado en el borde y se empezó a sentir mal, pero en lugar de pedir ayuda quiso aguantar, y al final terminó de cabeza en el agua.
Ya el asunto era un despelote general, así que les pedí que dejaran el campo libre no fuera cosa que cortara a alguien con el bisturí, y terminé la cesárea solo con Carlos Requena entre risas y comentarios.
A la ternerita pampa le pusieron de nombre la vomitada, en honor a la descarga de Rafael. La anécdota quedó para siempre en la familia y se repite en cada fiesta, solo que a estas alturas y con el paso del tiempo, ya aseguran que fueron quince los desmayados.

jueves, 2 de diciembre de 2010

La entrada en calor


Domingo de maratón en San Manuel. Pleno mes de febrero y un solazo que para las nueve de la mañana ya castigaba de lo lindo. Yo me había anotado medio por compromiso porque hacía rato que no salía a correr, pero era la maratón del pueblo y me pareció que tenía que estar.
Temprano me fui hasta el Club de pesca a inscribirme, y me encontré con muchos amigos y conocidos de otras carreras. Hay gente que se recorre todos los circuitos de la zona y caras que se repiten.
Media hora antes de la largada empezamos a calentar dando vueltas a la plaza y yo, entusiasmado con las conversaciones y reencuentros, le metí sin parar no sé cuantas vueltas matizadas con “pasadas” a fondo de una cuadra. Calculo que habré hecho unos ocho kilómetros en esos trabajos.
Normalmente cuando corro me pongo colorado por el esfuerzo, pero ese día la falta de entrenamiento, el calor y estos preparativos, habían hecho que estuviera de un morado bastante particular, tanto que Miguel, un amigo del pueblo me dijo al pasar: -¡Ché! ¿Después de esto vas a correr también la carrera? Me parece que se te está yendo la mano con la entrada en calor-
Le contesté a las risas que lo hacía para intimidar a los rivales, pero la verdad ¡Ni que me hubiera hechado un maleficio!
Largué la carrera bastante bien aunque sentía en las piernas la carga de la movida. Los primeros kilómetros pasaron sin novedad, pero algo no andaba bien, hasta que faltando solo dos mil metros, el gemelo derecho se me hizo como una torta y me quedó la pata dura de tal manera, que apenas alcance a cruzar la meta caminando suavecito mientras charlaba con otro corredor que también había sufrido algunos desperfectos.
De todas maneras me puse contento cuando Omar, el muchacho que organizaba la carrera me dijo que en estas cosas ¡Terminar es ganar!

lunes, 29 de noviembre de 2010

Vuelven los zorrinos

Recorriendo el blog, me encontré con un montón de comentarios en la nota "El aroma de los zorrinos" que publiqué hace algunos meses. Pido perdón a todos los que escribieron ya que hasta ahora no tenía un aviso de comentarios en notas anteriores (ya lo puse), y por eso les habré parecido un desgraciado desatento que no contesta preguntas, pero eso no es verdad...¡Soy peor!
No hay un mercado legal de compra-venta de zorrinos, así como no lo hay para otros animales silvestres. Si hay tráfico ilegal de los mismos.
En mi caso, y como saben que yo los opero con relativo exito, mucha gente del campo que agarra algún pichón me lo trae para "desodorizar". Lo he tomado como un trabajo cualquiera.
Por eso, para los que preguntan como conseguirlo les recomiendo que si tienen algún conocido en el campo le pidan que cuando los perros maten alguna zorrina, les traigan el o los pichones y despues de algunos días de adaptación los hagan operar. Van a disfrutar de una linda y activa mascota.
Los pichones abren los ojos alrededor de los 18-20 días de vida. No tengo una total precisión en este dato ya que lo he inferido del tiempo estimado de vida de las crías cuando las agarran, y del tiempo que pasa luego hasta que los abren.
Con respecto a la operación de extracción de las glándulas fétidas o hedentinas, a continuación van algunos dibujitos muy simples con los detalles. Son los mismos de la publicación que hice en el nº 33 de la Revista Pet´s Ciencia.
Para la anestesia utilizo 5 mg/kg de Xilacina y 20 mg/kg de Ketamina, aplicados juntos en una misma inyección por vía subcutanea. Tengan cuidado al ajustar la dosis porque estos animales son muy livianitos, y otro punto a tener en cuenta es que metabolizan la anestesia muy rápido por lo que solo contamos con unos 15-20 min para operar, o tendremos que dar alguna dosis adicional de aquellas drogas. Luego se hace una incisión de piel en U, tal como se vé en el primer dibujo, por detras del orificio anal.

Aparecen entonces ambas glándulas, de color rosado. Se toma la piel con pinza Pean y se tira hacia craneal del animal hasta producir la eversión de las mismas.


Se toma la primera de las glándulas y se divulciona del tejido circundante, cuidando de no lacerar el recto ni el conducto de drenaje de la glándula. Se repite la maniobra con la otra.

Una vez logrado esto, se ligan ambos conductos y se retiran las glándulas, pinzando tambien en proximal del mismo para que no haya pérdida de contenido.
Finalmente se repone la piel y se sutura con puntos simples separados entre 8 y 10 mm.

Como verán es una técnica muy sencilla y que les dará buenos resultados ¡Suerte a todos!




domingo, 28 de noviembre de 2010

Una definición justa

Tuve un residente-aprendiz que solía encontrar definiciones insólitas de las cosas menos pensadas.
Una mañana de verano se bajo a abrir una tranquera. En la camioneta quedamos el otro residente y yo. Las ventanillas bajas. De pronto se oye el ruido de chapoteo de la orina en la tierra reseca y el bandido que larga una risa y dice:
-¡Ah! No debe haber cosa mas linda que acariciarle el lomo con el dedo gordo mientras el chorro hace un pocito en la tierra

sábado, 27 de noviembre de 2010

No contaban con mi astucia


Como la mayoría no cree que los animales hablan, andan comentando por ahí lo dificil que debe ser la tarea del clínico para resolver casos complicados. Además tenemos en contra que cuando el problema se dá por una chambonada del encargado o del mensual, tratará de confundirnos de mil maneras y protestará hasta el cansancio diciendo que el animal "apareció así".
Y entonces empieza la tarea del astuto revisador, que charla de bueyes perdidos con el hombre, mientras vá apuntando mentalmente hasta los mínimos detalles y largando preguntas filosas como al descuido, para que el involucrado no se repliegue.
La vaca que ven arriba presentaba una descarga nasal de moco sanguinolento cuando se la llevó al tambo para ordeñar, antes de las 4 de la mañana. El tambero preguntó al boyero que había pasado y este le dijo que "la encontró así". Me llamaron.
Llegué despues del ordeño y la vaca me miró compungida pero no dijo nada. Empecé a recolectar datos clínicos con cuidado. Cuando me pongo a hacer percusión sobre la cara, el ruido Toc Toc hueco, de los senos frontal y nasal, en un momento se transformaba en un sonido Tac Tac mate, indicando que había una colecta. Los que me rodeaban también lo percibieron y se notó la confusión del boyero que de pronto "se acordó" de que la parcela donde habían pasado la noche las vacas tenía unos árboles, y en la oscuridad dos o tres de ellas se golpearon con las ramas.
¡Aja! Pensé yo ¡Se te está aflojando el catarro pibe!
-¡Y sí! Esta vaca tiene un golpe muy fuerte sobre la cara- Dije de pronto -Pero no es grave. Vá a andar bien- Eso alivió la tensión del momento y cada uno partió para sus tareas. Yo quedé solo con la tipa aplicandole algunos medicamentos.
-¡Por fin se fueron!- Exclamó la vaca -¿Sabe de que es el golpe dotor? El bestia del muchachito nuevo que emplearon, me dió con el cabo del rebenque, porque cuando llegó apurado a la parcela yo tarde mucho en levantarme ¿A usté le parece?-
-¡Y no! La verdad que no me parece bien, pero ya lo vamos a arreglar, quedate tranquila-
Antes de despedirme, charlé un rato con el tambero a solas, y le encargué que vigilara mucho al boyero porque el golpe parecía de un palo a propósito.
La vaca me saludo revoleando la cola agradecida.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Estudiar requiere esfuerzo

Estudiar y aprender requiere un esfuerzo mas o menos grande de acuerdo a la capacidad de cada uno, pero la vida se ha vuelto tan interactiva y novedosa con la explosión de las comunicaciones globales, que vá quedando poco espacio para la idea del esfuerzo y el sacrificio. Todo debe ser rápido, alegre, colorido y si es facil mejor. Pero hay algunos datos que nos hacen pensar.
En el célebre Instituto Tecnológico de Massachusetts, el MIT, ingresan alumnos sobresalientes de decenas de otras escuelas de los Estados Unidos y el resto del mundo. Y como son tan brillantes, se los usa para probar novedosas técnicas pedagógicas.
Hace un tiempo permitieron que los estudiantes tuvieran sus computadoras personales en clase y es así que mientras el docente habla y explica sus temas, ellos, chatean, escriben mails, leen páginas de todo tipo y supuestamente siguen la charla del profesor.
En una encuesta previa, la abrumadora mayoría de los jóvenes dijo sentir que pueden hacer varias tareas intelectuales a la vez sin perder concentración…¡Y parece que les creyeron nomás!
Pero la sorpresa llegó al final del primer año de implementada esta práctica de boludear en clase (que me perdonen los genios del MIT). Se diseñó una prueba que exigía resolver tres cosas a la vez y los resultados de los evaluados fueron muy malos si se los comparaba con los de personas que se concentraban de a una cosa por vez.
¡Y debe ser así nomás! Parece que es posible desempeñar simultaneamente tareas muy superficiales como hablar por teléfono y leer o escribir algo, pero cuando se requiere profundidad de pensamiento, hay que dejarse de jorobar y pensar o estudiar exclusivamente.

martes, 16 de noviembre de 2010

¡Va a ser para macana!

Caminó al tranquito desde el corral hasta la casa. Se sacó el sombrero y se tomó un trago de agua en la bomba antes de entrar.
-¡Que calor viejo!- Le dijo Aurora mientras revolvía un estofado bien caldudo como le gustaba a Nicanor -¿Ya se fue el patrón?-
-¡Sí! ¡Salió hace un rato! Se iba para el otro campo y después a Mar del Plata ¿Sabés qué? Me dijo que va a poner equipos de radio en los dos campos y encima, desde “Los Eucaliptus lo van a poder llamar a él a Mar del Plata ¿Qué bárbaro no?-
-¿Bárbaro?- Contestó enojada Aurora -¿No te das cuenta que eso es para tenerlos más controlados? ¡Acordate que eso va a ser para macana!-
Eran épocas en que la radio era lo más moderno para comunicarse. No había teléfonos celulares y la telefonía fija no andaba muy disponible por la zona de San Manuel.
Y así fue. A los pocos días cayó gente de Tandil a instalar las torres para las antenas y casi sin notarlo, los dos campos quedaron a tiro de micrófono.
Al principio Aurora no quería hablar, pero de a poco le perdió el miedo a la cosa y empezó a tener algunas charlas con Martita, la mujer del puestero de “Los Eucaliptus”. Y pronto fueron las mujeres las encargadas de los equipos y de pasar todas las noticias y novedades, mientras los maridos tomaban mate y las dejaban hacer.
Un día llegó temprano Don Alberto a “La Concepción”. Venía enojado vaya uno a saber por que cosas, y en cuanto entró le pegó un reto grande a Nicanor porque había dejado unas varillas del alambre desarmado sin juntar. Y enseguida nomás le preguntó a Aurora porqué no ponía algunas flores para arreglar un poco la casa que parecía un chiquero. Nicanor siempre se tomaba estas cosas con calma, pero Aurora se calentaba mucho, así que en cuanto Don Alberto salió para “Los Eucaliptus”, agarró la radio y dijo mas o menos así:
-¡Atento! ¡Atento Los Eucaliptus! ¿Martita? Allá va el viejo hijo de remilp… Guarda que anda alunado ¡Me quedé con ganas de mandarlo a la mierda!
Lo que no sabía Aurora era que Don Alberto también tenía una radio en la camioneta y oyó clarito toda la charla.
Al otro día apareció Nicanor por San Manuel buscando trabajo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Sin apuro

Estos días son de trabajo muy intenso. Es un continuo ir y venir de campo en campo, curando y operando animales grandes y pequeños. Pero ayer pasó algo inesperado. Llegué muy temprano a una estancia donde tenía que revisar un lote de vacas, y resultó que la noche anterior habían salido de apuro, por un tema de salud, hasta el pueblo de Juan N. Fernandez, y no alcanzaron a avisarme que se suspendía la tarea.
Así que me encontré con un hueco de tres horas en una mañana llena de sol y verde de primavera.
Arranqué la vuelta medio fastidiado, pero a poco de andar, empecé a ver los campos y por allá una perdiz colorada bien gorda que se escondía en unas matas.
Preparé la vieja escopeta calibre 28, y me bajé despacio. Caminé unos cuantos metros hasta el lugar donde había desparecido pero ya no estaba ahí. Las coloradas suelen irse agachaditas, muy lejos del lugar donde las vemos esconderse, así que seguí buscando, alejándome de la camioneta.
De pronto el barullo del animal despegando y yo que le apunto con cuidado. Enseguida el revolcón de plumas en el aire y el cuerpo que cae en un trigo verde.
Dejé la escopeta y corrí al lugar tratando de no perderlo de vista.
Y allá la encontré. Me puse a pelarla antes de que se enfriara y entonces sí, me volví contento al pueblo y me preparé un exquisito guiso de arroz con perdiz… ¡Ah! Y lo pasé con un buen tintillo.
¡A veces son buenos los cambios de planes!

lunes, 8 de noviembre de 2010

El novillo operado

Este domingo estuvo muy bravo por los campos de la zona. Mucho gris, viento, lluvia, azotes de agua, y yo sentado un rato largo frente a una tranquera, esperando que abrieran para entrar a atender un caballo empachado.
Apenas paré el motor se me vinieron al humo unos cuantos novillos curiosos. Lindos novillos careta, que se me quedaron mirando desde el otro lado del alambre. Por fin uno me hizo señas con el morro de que bajara la ventanilla y me saludo cortésmente:
-¿Cómo anda dotor? ¿No se acuerda de mí?-
Lo miré con cuidado pero no le encontraba ninguna señal que lo diferenciara del resto.
-¡La verdad que no! ¿De dónde nos conocemos?-
Los compañeros se rieron con estúpida risa bovina y se burlaron…-¡Viste que no se iba a acordar! ¡Y vos que siempre te agrandás diciendo que sos amigo del dotor!-
Ya interesado en el tema y sospechando por donde venía la cosa, le pregunté si no sería el operado de la vejiga. Los demás enmudecieron y el candidato infló su pecho gordo lleno de orgullo -¡Sí! ¡Soy yo!- Afirmó el soberbio animal que ahora debe pesar unos 490 kilos –Mire que lindo me quedó el trabajo de atrás- Y dándose vuelta me hizo ver la uretrostomía debajo del ano, por donde orinaba sin dificultad.
Pronto estábamos conversando animadamente acordándonos de aquel día.
Me llamaron porque el pobre estaba, como “inflado”, y al correr se oía claramente un sonido de chapoteo. Al revisarlo comprobé que tenía una obstrucción completa de la uretra, que hizo que fuera reteniendo orina hasta que su vejiga literalmente estalló. La operación consistió en hacer una sutura a ciegas de la vejiga metiendo ambas manos en una incisión en el abdomen, luego vaciar de orina toda la cavidad, y finalmente abocar la salida de la uretra hacia una herida en el periné.
Y allí estaba el candidato, casi un año después, vivito y coleando y muy contento de estar vivo.
Lo que no sabía es que la próxima semana lo cargarán en un viaje hacia la comunidad europea, pero que no será de placer precisamente, ya que lo hará en forma de dos bonitas medias reses.
¡Cosas que pasan a los vivos! Decía Cacho, un encargado de una estancia cercana.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Otra mirada

Si uno anda todo el día en el campo se acostumbra a tender la mirada a lo lejos. A disfrutar los paisajes y las cosas a la distancia. Pero hay algo lindo para probar, y mostrarle a los chicos que nos acompañen, que es la otra mirada. La mirada de lo pequeño.
Para eso hay que buscar algún matorral con yuyos y plantas varias, y sumergirse ahí. De pronto vamos a encontrar un mundo chiquito lleno de vida. Mirando de cerca entre los tallos y la tierra iran apareciendo, mientras nuestros ojos se enfocan en la nueva realidad, montones de bichitos de colores, flores diminutas, gusanitos, arañas, mariposas, bichos bolita, vaquitas de San Antonio y tantas cosas asombrosas.
Es cuestión de acostumbrar la vista. Así como al pasar del sol brillante a la penumbra precisamos algún rato, para lograr la otra mirada hay que hacer algo de fuerza. Pero vale la pena. Hay mucho por disfrutar.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Ese pedo

Si hay un hombre aficionado a los caballos ese es Severiano Acosta. Trabaja desde joven en la Estancia La Alegría, cerca de San Cayetano, y ahí se hizo hombre aprendiendo todo lo que sabe del viejo Pepino Fernandez, ya fallecido, pero vivo en el recuerdo de la gente de a caballo de la zona.
Ese día, Severiano tenía que llevar la tropilla hasta el 4, un potrero bien empastado donde los caballos podrían engordar a su antojo. Iba a pasar por la costa del Río Quequén. Ensilló temprano con dos peones más, y acomodó los overos que había ido juntando con tanto esfuerzo.
Salieron al galopito. Él llevaba del cabresto a la madrina, una lobuna malacara que era su crédito. El pasto húmedo de rocío y el sol que despuntaba los puso contentos.
Pero de pronto, entre las pajas altas de la costa, se levantó un avestruz que estaba empollando, y abriendo grandes los alones se les vino encima. La lobuna se sentó, le quitó la soga de las manos a Severiano y cuando se vió libre, disparó costeando la barranca del Quequén seguida por los overos.
Y allá se fué la tropilla en loca carrera, con la gente por detrás. Y de pronto lo peor. Uno de los caballos que corría mas cerca de la barranca, perdió pie y dándose vuelta en el aire, cayó de cabeza en la orilla del río, tres metros mas abajo. En el golpe se torció el cogote, y largando tremenda ventosidad por sus partes, pegó dos patadas y se murió.
Severiano, hombre conocedor del caballo, miraba todo desde lo alto. Y como sabía tanto, se dió vuelta hacia sus compañeros y les dijo gravemente: -¡Dejenló muchachos, no hay nada que hacer, ese pedo no fué natural!-

viernes, 29 de octubre de 2010

¡Muy delicado!

¡Que bronca me daba!
Cada vez que me acercaba a saludarlo y le tendía la mano, Salvador Bermejo se me quedaba mirando con el ojo perdido.
La primera vez que me lo hizo me explicó que tenía que perdonarlo ya que él no le daba la mano a los veterinarios porque…-¡Están todos llenos de pestes!- Me pareció bien. Pero cada vez que llegaba al campo me olvidaba de sus delicadezas y el tipo me dejaba nomás con la mano estirada.
Lo que no pegaba con semejantes estrecheces, era que vivía con los mocos colgando. Unos mocos entre amarillentos y transparentes que pulcramente largaba con un resoplido cada tanto. Era como que escupía por las narices. Eso sí. Sin ensuciarse las manos.
¡En fin! ¡Cada loco con su tema!

martes, 26 de octubre de 2010

Tenía un tumorcito


Clarita es una perra marrón, peluda y andariega.
La trajeron con un tumor mamario del tamaño de una pelota de goma "pulpo".
-¿Como no vinieron antes Clarita?- Le pregunté mientras la revisaba y decidía operarla en ese mismo momento.
-¡Que vá a hacer dotor! Como yo soy tan activa y siempre me veían con buen ánimo, lo iban dejando para mas adelante-
-¡Y bueno! La macana ya está hecha. Te lo voy a sacar ahora-
-¡Metalé nomás! Corte grande... ¡Ah! Y no se preocupe si me tiene que sacar alguna tetita porque tengo varias-
Me reí un poco con la ocurrencia y corte grande. Por suerte quedó bien.

viernes, 22 de octubre de 2010

La escuelita rural

El elenco teatral en pleno. Allí está la maestra, algunos padres y quien suscribe. Actuamos al aire libre y despues cenamos terrible asado, empanadas, pasteles y otras delicias.

Hoy pasé frente a la escuelita del paraje La Bodega. Es una de las tantas escuelas rurales de la zona que fueron abandonadas cuando se implementó el sistema de concentración escolar. Ahora hay micros o combis que hacen largos recorridos para traer y llevar los chicos del campo hasta el pueblo. Viajan en promedio dos horas diarias entre ida y vuelta a sus casas. Algunos más. Esto se hizo pensando en la "calidad educativa", con la idea nunca confirmada de que una escuela de pueblo puede ser mucho mejor que una del campo
Y habiendo conocido el movimiento de esas escuelas de las que hablo, pensaba.
¿Estará bien haber terminado con ellas.?
Creo que nó. La escuela rural es un enorme polo social en cada lugar que está. A su alrededor gira mucho de la vida de la gente de la zona. Ahí se juntan padres siempre comprometidos. Gente que pone tiempo, esfuerzo y ganas para que "la escuela" esté de lo mejor. Organizan asados, domas, rifas. Trabajan con ganas y los chicos se crían viendo eso. Ahí se quedan muchas veces las madres que han llevado sus hijos a clase, a esperar que salgan, para llevarlos de vuelta ahorrándose un viaje, y conversan y toman mate divertidas cerca de los caballos atados en las plantas, o atras de algún sulqui donde viajan varios hermanitos. A veces arreglan el patio y ponen flores, o le dan una mano a la maestra en la limpieza.
La maestra rural es una institución. Se la quiere y respeta, y todos los esfuerzos por ayudarla son pocos.
Hoy nos queda solamente la Escuela de Garrido con tres alumnos, pero hay que ver lo que genera algo aparentemente tan chico. Es conmovedor ser parte de eso. Y lo digo porque hace ya tres años que preparamos una obrita de teatro para la fiesta de fin de curso. Es algo muy bueno.
Y además, salvando cualquier tipo de consideración, creo que cerrar cualquier escuela es un pecado. En educación no caben los cálculos económicos. Siento que debería haber cada vez mas escuelas, no menos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Un dia salpiqué

Tuve un residente que a días como el de ayer los llamaba “un día salpiqué”, queriendo decir que habíamos hecho un poco de todo.
Temprano salí a revisar la tuberculina a un lote vaquillonas y toros. Después traté tres toros con sinovitis en tarso, uno de los cuales me dio bastante trabajo porque tenía una colecta de casi 200 cc de líquido sinovial. De ahí me fui a otro campo a revisar un rodeo de vacas de cría y armamos la cadena forrajera hasta el próximo invierno. Volé después hasta un tambo a hacer tacto preservicio a un lote de vaquillonas y llegué a la veterinaria antes de mediodía donde me esperaban con un gato con obstrucción uretral y una perrita con Parvovirosis. En eso estaba cuando llegó una perra con dermatitis y otra que había empezado el parto dos días atrás y tenía el resto de la camada podrida dentro de sus entrañas.
Esta perra la operé después de comer apuradito y antes de salir de nuevo al campo hice la ovariectomía de una Labrador enorme.
Y salí corriendo a la campaña a revisar un lote de 20 toros. Para esto ya eran como las cinco de la tarde y el sol declinaba así que no perdí mucho tiempo en ir a otro campo a revisar un caballo con un cuadro bien raro que me desconcertó. Saqué varias fotos y tomé un montón de datos y me volví a la veterinaria donde se hizo la hora de cerrar mientras hacía algunos análisis de brucelosis. Los de materia fecal los dejé para hoy.
Un típico día salpiqué…

viernes, 15 de octubre de 2010

Puntos de vista

Entre ayer y anteayer han llovido 53 mm. Hay barro por todos lados, sin embargo esta mañana tuve que hacer una necropsia a una vaca en un tambo, y mas tarde una cesárea a una vaquillona en otro lado.
El barro molesta, entorpece el trabajo, estropea los vehículos y uno tiene que acostumbrarse a pasar estos días de la mejor manera. A manejar con una especial sensibilidad porque lo que importa es llegar a destino. No se juega con el barro.
Cuando volvía y saqué esta foto me acordaba de un amigo marplatense que hace unos meses me decía que a él le encanta que llueva para poder ir hasta algún camino vecinal a manejar en el barro. Seguramente pensando en el Rally Dakar... ¡Son puntos de vista!

jueves, 14 de octubre de 2010

Un hombre duro

Rómulo Benegas es un tipo duro. Serio. De pocas palabras. Pero increíblemente cumplidor y correcto.
Ese día teníamos que revisar un novillo guampudo muy viejo, que fué quedando en el campo porque cada vez que se lo quiso cargar, saltaba los alambrados y disparaba para la sierra. Ahora estaba enfermo.
-¿Y como lo agarrarémos don Rómulo?- Le pregunté medio en broma, sabiendo que el lazo era como una golosina para el hombre.
Me miró sin contestar y solo se sonrió un poco -Espéreme acá doctor- Me dijo.
Arrancó al galopito para el medio del potrero donde lo esperaba el orgulloso animal de casi seiscientos kilos. Medio caído pero fuerte todavía. Fué armando el lazo. Para él era un orgullo la enorme armada, que hacía que el tiro saliera mas lucido. Lo fué rodeando y arreando hacia el rincón, donde yo esperaba del otro lado del alambre. Faltando unos trescientos metros tocó levemente al imponente zaino negro, y apuró la carrera, mientras levantando el brazo en alto, empezaba a revolear la cuerda. De a poco fué alcanzando al novillo hasta que se le puso a tiro y con una elegancia suprema, lo tomó de las aspas.
Pero algo no salió bien. De pronto el novillo se cruzo delante del caballo y el lazo pasó por debajo del pecho del animal sin darle tiempo a Rómulo para acomodarse. Yo ví un movimiento raro y como, de golpe, el hombre dió un tirón y se apichonó sobre el recado. Despues se desató el pañuelo del cuello y se puso a hacer algo que no pude divisar.
Al rato, ya acomodado, rodeó el animal con el lazo hasta hacerlo caer y me hizo señas de que me acercara. Pasé la tranquera en la camioneta y llegué hasta donde Don Rómulo había volteado el novillo. Entonces ví que tenía el pañuelo envuelto en la mano y que chorreaba sangre.
-¿Qué pasó?- Le pregunté.
-¡Nada doctor! No se haga problema-
Y sabiendo que el hombre no era de hablar mucho, atendí al animal lo mas rápido que pude, para dejarlo libre.
Al otro día me enteré que volvió a la casa, desensillo y bañó el caballo, y se vino a la Sala de Primeros Auxilios. El tirón del lazo le había arrancado enteritos los dedos anular y meñique de la mano derecha.

domingo, 10 de octubre de 2010

Ideas al viento: La evolución de las especies

Desde que Lamarck y luego Darwin, intuyeron primero y fueron demostrando después que las especies evolucionan, el conocimiento biológico entró en la modernidad. Las teorías oscurantistas sobre el origen de la vida en la Tierra fueron reemplazadas por el resplandor del conocimiento científico.
Se juntaron, hasta hacerse abrumadoras, las pruebas de que existe una selección natural de los individuos mejor adaptados de cualquier población y de que individuos al principio iguales, tienden a diferenciarse si quedan aislados en distintos ambientes. Se construyó una nueva historia de la vida, donde es posible que todos los seres vivientes deriven de células únicas que habitaron los mares en el principio de nuestro planeta.
Pero aunque se ha descrito en detalle el proceso mecánico de tales cambios, aún no se ha explicado que fuerzas son las que los guían.
Se sabe que en el ADN nuclear de los seres vivos, se van acumulando cambios que quedan enmascarados mientras las condiciones de vida de los mismos son favorables, pero que se expresan cuando el ambiente se vuelve hostil. Así se ha visto en algunas poblaciones humanas de África, en las que por deficiencias nutricionales crónicas y hostilidad del ambiente, aparecen cambios físicos y mentales, que en las poblaciones bien alimentadas y mimadas del primer mundo no se dan.
Se sugiere entonces que bajo condiciones de agresividad del ambiente, la variación genética acumulada durante generaciones, se expresa dando la diversidad de fenotipos observados, de los cuales, los más aptos para la nueva situación ambiental, estarán en mejores condiciones de prosperar y reproducirse.
Nada de lo que pasa en la naturaleza se debe al azar. Hechos que se pensó que ocurrían “porque sí”, como cuando se creía en la generación espontanea de la vida, fueron estudiados y conocidos hasta encontrar el mecanismo que les da origen.
¿Por qué la evolución, algo fundamental para la vida y el éxito de los seres vivos, tiene que estar librada “al azar” de cambios genéticos sin un plan definido?
Decididamente no lo creo.
Tiene que haber algo, un elemento o un eslabón que enlace medio ambiente, variación genotípica y adaptación
Según mi hipótesis, tal eslabón debe reunir algunas condiciones básicas:
1) Ser una molécula elaborada intrínsecamente, de bajo peso molecular, capaz de difundir a través de las membranas biológicas, incluso la membrana nuclear. De no ser así, tal vez actúe solo como primer mensajero, dando su efecto específico a través de segundos mensajeros intracelulares.
2) Debe ser sintetizada por algún órgano, estructura o tejido relacionado con la recolección de información externa e interna del organismo. Evidentemente, quien cumple tal función es el sistema neuroendócrino, y específicamente, el sistema nervioso, ya que recibe directamente las señales bajo la forma de estímulos.
3) Debe tener una estructura igual o parecida en todos los individuos de la escala zoológica. Esto daría idea de que en todas las especies, la que podríamos llamar “Hormona de la Adaptación” derivaría de un mismo precursor común.
El medio ambiente, en este caso, al presionar sobre el individuo, o mejor, sobre una población, haría que estos sujetos sintetizaran y segregaran la “Hormona de la Adaptación”, induciendo los cambios genéticos que luego producirían tipos variados de individuos, algunos con mejor capacidad de adaptación al medio.

¿Llegaremos a poder desentrañar los mecanismos íntimos de la evolución y a manejarlos?



jueves, 7 de octubre de 2010

La coqueta


El lunes tuve que asistir el parto de la vaquillona que se vé en las fotos. Cuando me puse a manearla para iniciar la tarea, le ví la pulsera en la mano izquierda. Tenía un aro de acero de un rulemán, que seguramente encontró tirado en el campo, y allí lo lucía contenta.
-¿Y esto?- Le pregunté
-¿Y que le parece dotor? Me queda lindo ¿Nó?-
-No sé si lindo, pero llama la atención- Contesté asombrado.
-¡Y cuanto! Todas las chicas del lote me envidian la pulsera de acero-
-¿Como te la pudiste poner? Porque ahora no hay manera de sacarla-
-Resulta que la encontré hace muchos meses en el potrero del bajo, cuando era chiquita, y ahí estuve pisandola un rato largo hasta que entró muy justo por mi pezuña. Una vez ahí ya nunca mas se me salió-
-¡Bárbaro! ¡Me gusta! dije
Y entre charla y charla, le pude sacar un lindo ternerito macho, que al poco rato estaba mamando contento de su mamá "la coqueta".


miércoles, 6 de octubre de 2010

Acupuntura


Y después de conocer a Hector Sumano Lopez, un colega mexicano que pasó 5 años en la India estudiando el tema, decidimos hacer un ensayo con esta técnica. Recorrí el barrio chino en Buenos Aires hasta conseguir las agujas necesarias, esperando algún consejo experto del vendedor, que nunca llegó (muy parco el oriental). El trabajo se hizo con terneros Holando Argentino de guachera y fué muy interesante.
Un mes nos pasamos entre acupuntos y giros de agujas.

viernes, 1 de octubre de 2010

Salud y medicina

Fue hace poco. Era un día de mucho sol y terminé de revisar una tropa de novillos casi a mediodía. De vuelta para San Manuel me dieron ganas de parar a tomar mate, así que elegí un buen lugar y debajo de unas plantitas prendí un fuego con cardos secos y ramitas, y me calenté el agua en la tiznada. Después me senté contra el alambrado. Tranquilo.
En eso estaba cuando se acercó por el potrero de avena muy pelado, el enorme zaino de Julián.
-¿Cómo anda dotor?-
-¡Ya lo ves Mandioca! ¡Descansando un rato!-
-¡Usté sí que se pasa una buena vida! ¿Eh?-
-La verdad es que no me puedo quejar. Hago lo que me gusta y mi familia y yo estamos sanos ¿Qué más puedo pedir?-
-¡Uh! Si es por pedir-… dijo Mandioca –Mi patrón siempre está desconforme. Quiere mas plata, mas salud, mas herramientas, mas viajes, mas autos… ¡Que se yó! A veces me da lástima. Ahora anda asustado porque cumplió 50 años y está hace tiempo meta hacerse análisis y controles. Y tanto jode que al final algo le van a encontrar-
-Eso es verdad- Le dije -Hay métodos de diagnóstico tan sensibles que te pueden detectar cualquier cosita que tengas. Y entonces agarrate. Porque atrás de eso vienen los tratamientos de por vida. Que la presión, que el colesterol, que los nervios, que las piernas, que la columna y ahí quedas enganchado-
¡Que lo parió! Exclamó Mandioca
Lo miré y me reí mientras tomaba un mate.
-¿Por qué se ríe dotor?-
-Porque eso decía un perro famoso con un nombre parecido al tuyo. El perro Mendieta. Y te contaba que es así nomás. En el tema de salud los humanos hemos pasado desde el extremo de casi no tener atención médica, a estar sometidos a estudios cada vez más caros y complejos, con instrumentos que valen fortunas y que hay que amortizar, y donde el médico clínico ha pasado a ser casi despreciado, cuando es el más valioso especialista del sistema-
-¡A la pelota dotor! Como se calienta hablando de esto-
-¡Y si Mandioca! ¿Querés que te diga una cosa? Me gustaría que pudiéramos volver a las cosas simples-
-¿Y por qué no pueden?-
-¡Porque ya nos subimos al tren y allá vamos!-
-¿Adonde van?-
-La verdad es que no sé Mandioca-
Y mientras decía esto terminé de vaciar el mate, apagué el fuego, cargué las cosas y seguí viaje después de despedirme de mi amigo.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Mas de 200

Y fueron más de 200 entradas las que he puesto en este blog en los meses que llevo escribiendo. Historias del campo, de animales, del pueblo, la vida de Lugano Brondi, ideas varias y fotos de lugares y de cosas. Me pone contento que haya gente a la que le gusta leerlo y ojalá alguna de las cosas dichas quede prendida como abrojo en algún lado. Que al fin uno escribe siempre para alguien. Desde un alguien único como en una carta personal, o para cualquiera que la vida disponga como cuando se manda una nota en una botella al mar.
A mí me gusta contar historias y por suerte esta vida y esta profesión, rebalsan de cosas por ser contadas.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

De chiquitos

Nuestra profesión tiene mil formas de ser tomada como vocación, pero en el caso de nuestros hijos, que crecen viendo cosas como esta, animales varios, y campos de todos los colores, es casi natural quererla.

martes, 21 de septiembre de 2010

¡Puede fallar!

Muchas veces conté a mis residentes una cosa que ví siendo muy chiquito.
Había ido con mi papá veterinario a hacer una cesárea a un tambo y en medio de la operación, vaya saber por que causas (yo no me dí cuenta), la vaca se paró y caminó unos metros mientras montones de intestino se le enredaban en las patas. La cuestión es que la voltearon y mi viejo fué lavando y reintroduciendo todo en la panza, para despues suturar... ¡Y la vaca se salvó!
El asunto es que la semana pasada me tocó a mí. Esta vez lo que falló fué el catgut que usé en la sutura de la pared abdominal. Primero se abrió la pared y después, empujada por el peso de las visceras, se rompió la sutura de piel, quedando el animal con parte del rumen al aire como se vé en la foto
¡Apuresé dotor me decía la vaca negra! ¡No me siento bien!

Despues de mucho trabajo pude rehacer la sutura de pared. El encargado, contento, muestra el resultado mientras la vaca rezonga que nos dejemos de fotos y terminemos de una vez

Y así quedó la pobre despues de tan triste suceso. Dolorida y enojada. Tanto que apenas pudimos salir corriendo del corral porque nos encaró furiosa.



jueves, 16 de septiembre de 2010

Domadores asustados

-¡Si será animal este! ¡No sabe la que se mandó doctor!- Dijo el muchacho encargado de cuidar los tres machos petiso argentino que habían traído a Palermo desde Cordoba.
-¿Qué pasó?- Le pregunte sorprendido. Esa noche me tocaba estar de guardia en la Rural y recién terminaba de cenar cuando cayeron los dos con cara de asustados.
-¡Contale!- Dijo el primero -¡La cagada la hiciste vos!-
Y el otro pobre gaucho, con una inmensa gorra de vasco y las puntas del pañuelo colgando en la espalda me contó. Hacía rato que le tenían ganas a ese petiso. Por loco y rebelde, y esa noche decidieron jinetearlo. Se metieron en el box y para no lastimarlo no se pusieron espuelas ni usaron rebenque, solo lo asustaron con una campera a modo de látigo. El pobre animal intentó vanamente deshacerse del hombre, y tiró varios saltos hasta que se “voleo”, con tanta mala suerte, que se hizo una fea lesión en la zona lumbar de la columna, y allí quedó sentado a lo perro sin poder pararse. Y nuestros héroes con un miedo atroz.
Decidimos entonces probar las bondades del laser de galio que ya he presentado en otra nota. Nos pusimos de acuerdo con el vendedor, y en las cuatro noches siguientes, al cerrar la feria y quedar todo sin gente, el hombre venía con el apartito y le hacíamos media hora de la moderna terapia.
¡Y fue casi milagroso! Al segundo día el petiso empezó a caminar, y al quinto después de la fatal jineteada, entró a la pista para la jura como si nada le hubiera pasado….
¡Hay que creer o reventar!

martes, 14 de septiembre de 2010

Durmiendo como un potro

Me encontré con Ariel bien temprano esa mañana. Nos íbamos a un campo cerca de Rauch a revisar unos toros.
-¡Buen día! ¿Cómo estás?- Le dije mientras cargaba las cosas en su camioneta.
-¡Como el c…!- Contestó Ariel
-¡Pelota!- Pensé. Este tipo se levantó mal y está alunado -¿Qué te pasa?- Le pregunté. Ariel arrancó despacito, prendió la luz del habitáculo y yo me puse a preparar el mate para acortar el largo viaje. En el asiento de atrás venía Aquel, el perrito gaucho que siempre lo acompañaba.
-¡Que se yo que me pasa!- Empezó a contar Ariel -Hace días que no duermo bien. Me despierto a la una o dos de la mañana y ya no vuelvo a dormirme. Anoche nomás, me levanté a las dos y me puse a dar vueltas por la casa tratando de no despertar a Teresa y los chicos ¡Y claro! Después ando hecho mierda todo el día-
-¡Que cosa! Cuanta gente tiene problemas para dormir ¿No?- Dije convencido.
-¿Que te parece? Y dicen que en la ciudad es peor. Que muchos se empastillan porque no pueden dormir tres horas seguidas-
En eso estábamos cuando sentí que Aquel me apoyaba despacito la mano en el hombro. Me di vuelta y el perrito me guiño un ojo y acercando el hocico a mi oído me dijo: -¡Después le cuento Dotor!-
Y así fue. En un alto del trabajo para comer, Aquel me hizo señas de que lo siguiera, y lo hice simulando irme hasta unas plantas a hacer pis.
-¿Sabe que pasa dotor?- Arrancó -Que Ariel tiene la cabeza demasiado ocupada. Se lo pasa todo el día corriendo, hablando por teléfono, atendiendo mil cosas, viajando en la camioneta, cansado y enchufado con sus despelotes. Jamás se toma una horita para hacer ejercicio o salir a caminar tranquilo-
-¡Será stress entonces lo que tiene!- Opiné
-Yo no sé como se llama eso pero…¿Vio como dormimos los perros y todos los animales? Nosotros no tenemos dramas, la vida simple ayuda, hacemos mucho ejercicio y cuando nos cansamos nos echamos y dormimos tranquilamente. No tenemos horarios, ni presiones, ni cosas que nos desvelen.
-¡Esta bien! ¡Eso es cierto! La falta de sueño es grave. Me acuerdo que estando de residente en la UNAM en Mexico, vi un ensayo en el que se privaba de sueño a ratas de laboratorio. En realidad se les quitaba la etapa del sueño MOR indefinidamente, hasta que a las 60-70 hs, las pobres estaban tan mal que comenzaban a automutilarse y se comían sus propias colas y hasta los dedos de las manitos-
-¿Eso hacían con las ratas?- Preguntó incrédulo Aquel.
-¡Y si!- Contesté.
-¿Y precisan hacer semejante barbaridad para saber que no dormir o dormir mal es malísimo? ¡Hay que ser bolas tristes!-
-¡Tenes razón Aquel! Los humanos solemos ser bastante bolas tristes-

sábado, 11 de septiembre de 2010

De parto (dijo Serrat)

Recién llegué de hacer una cesárea a una vaca. La tipa estaba caída en un potrero lleno de barro. Ha llovido todo el día. Y sacando el hecho de que tuve que embarrar la camioneta que tenía bien lavada, el resto estuvo muy bien.
Y mientras viajaba de vuelta, pensaba que para un veterinario de grandes animales, la obstetricia es la actividad mas entretenida y llena de matices. Jamás un parto de una vaca es igual a otro. Se trabaja en cualquier condición. Con lluvia y barro como hoy, otras veces con tanto frío que no podemos ni sostener el instrumental con las manos endurecidas. A veces, de noche con alguna luz improvisada, a veces solos y otras con un gran público (tengo la historia de un parto un primero de enero, con toda una familia de espectadora, y donde fueron cayendo los mas débiles de estómago en cuanto el bisturí entró en la carne). En ocasiones hasta nos toca una granizada en medio del trabajo.
Y cambian también las parturientas. Algunas son mansas y tranquilas, pero otras buscan eliminar al molesto facultativo que se les mete en las entrañas. A veces hay que correrlas por el potrero y algunas otras están caídas esperando que las ayuden.
Y por fin los terneros adoptan las poses mas extrañas como para no salir del lugarcito que los tiene bien cuidados y calentitos, así que allá vamos con los dos brazos dentro de la mamá tratando de acomodarlos.
¡En fin! Que cada parto es una aventura y una prueba del arte del partero.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Orden y jerarquías

Volviendo del campo después de una larga jornada, aproveché la tibieza del ambiente y la tranquilidad de la media tarde, para parar un rato y tomarme unos mates calentando el agua en la pavita tiznada que adorna el título de este blog. En eso estaba cuando oí detrás mío una voz gruesa que me saludaba desde unos pajonales: -¿Cómo anda dotor?- (siempre los animales me dicen así. Ustedes ya lo saben)
Me di vuelta sorprendido y ahí estaban dos viejos amigos echados tranquilamente dejando pasar el rato. Eran Cual, el perro amarillo de Retamoso, y Porqué, el cuzquito overo de Garciarena, los peones de El Albardón.
-¡Que tal muchachos!- Les dije
-Nosotros bien ¿Y ustedes?- Me preguntó Cual con intención.
-¿Por qué lo decís?- Respondí.
-¡Digo! ¡No sé! ¿No están un poco locos en las ciudades?-
Lo miré sin comprender y se rieron con ganas. Porqué daba aullidos cortitos disfrutando el momento.
-Lo que pasa- Dijo de pronto -Es que escuchamos en la radio las noticias de esta mañana mientras nuestros dueños se tomaban los primeros mates del día-
-¿Y?- Pregunté -¿Qué dijeron?-
-Resulta que a nosotros los perros, tan cortos de entendederas, nos parece que están perdiendo el rumbo del todo. El de la radio contaba que un grupo de cachorros humanos se ha parado en la puerta de los colegios en Buenos Aires y no dejan hacer nada a nadie. Habló uno de los “tomadores” y dijo tantas boludeces de las palomas que los molestan para estudiar y otras cosas, que no pudimos oír todo el reportaje porque Retamoso y Garciarena, que solo llegaron hasta tercer grado, se cagaban de risa a los gritos. Y que nadie pone orden y los saca de ahí, y que encima la loba mayor, que ustedes llaman presidenta, dice que hacen bien… ¿No están un poco locos? ¿No saben que para que cualquier sociedad funcione tiene que haber orden? ¿Que las jerarquías tienen que respetarse, y que no es lo mismo “un burro que un gran profesor”?-… Y al decir esto volvieron a reírse
-¡Vos sí que sos memorioso!- Afirmó Porqué ¡Eso mismo dice un tango que escuchaba siempre Garciarena!-
-¡Sí!- Le dijo Cual -Pero lo que digo ¿Es verdad o nó? Preguntó mirándome fijamente
-¡Y claro que sí! Pero ustedes mismos se dan cuenta que no abundan los buenos ejemplos de arriba, y encima no funcionan los mecanismos para controlar las cosas como la justicia y la policía. ¿Qué se puede hacer? La sensación es que está todo podrido- Dije con tristeza después de dar una larga chupada al mate vacío.
-¡Bueno! ¡No se ponga mal dotor! Siempre que llovió paró-…
Y como yo no reaccionaba agregó otro humano refrán: -Y además ¡No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista!-
Pero la charla cortita me había abrumado de tal manera, que guardé mis cositas, me despedí de Cual y Porqué, y me volví para la veterinaria rumiando mis pensamientos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Tomás el porfiado

-¡Tené cuidado Tomás!- Le gritó Alejandro -¡Ese toro es muy loco y te va a poder!-
Pero Tomás era un muchachón porfiado. Y en lugar de poner el perno en el cepo para que el animal no lo abriera de golpe, se acomodó con cuidado y lo esperó. El inmenso toro Angus se vino como un viento y encaró por dentro de la manga. Fue tan grande el impacto, que el pobre Tomás ni lo vió. Pero seguro que sí lo sintió porque el palo del cepo se le incrustó debajo de las costillas y lo hizo saltar en el aire como un pajarito ¡Y se desparramó inconciente en el suelo!
Alejandro y yo nos quedamos mirándolo. El tipo no respiraba. Y nosotros de espectadores. Sin hablar
De pronto Alejandro, sin perder la calma dijo: -¡Se murió!-
-¡Quien sabe!- Le contesté -¡Capaz que no respira por el golpe en la panza!-
-¿Y no se anima a hacerle algo Jorge?-
-¡Y que se yo! Pruebo- Dije no muy convencido. Y justo cuando me agaché para hacerle algún masaje en el pecho, Tomás pegó una bocanada grande, y el aire fresco empezó a entrar de nuevo en sus pulmones. De a poco se fue recuperando, así que lo dejamos sentado un rato en un banquito y seguimos con el trabajo.
Y como sería de porfiado, que cuando se sintió mejor se acercó a Alejandro y le comento en un hilo de voz: -¡Toro hijo de puta! Me agarró descuidado…¡Que si no!-
Y no le contestamos nada para no hacerlo sentir peor…

lunes, 30 de agosto de 2010

Una de cal y otra de arena

El encargado, medio chambón por qué no decirlo, se metió de cabeza en uno de los pocos pozos con barro que había en el campo y allí quedó encajada la enorme camioneta.
Y entonces, mientras venía un vecino a sacarlo con un tractor, tuve tiempo de sentarme muy piolón a descansar y tomar mate en un rollo de soja a medio comer.


miércoles, 25 de agosto de 2010

Bichos trabajadores

Llegué cansado del campo. Me saqué el mameluco y las botas de goma mientras pensaba en que los humanos debemos ser los únicos bichos que trabajamos. No recordaba haber visto animales cansados de trabajar, ni haciendo largas jornadas de monótonas tareas, ni corriendo de un lado a otro por otra cosa que no sea jugar. Y entonces, sin querer, pensé en voz alta: -¡Y sí! Somos los únicos trabajadores- mientras pisaba con las medias, las frías baldosas de la vereda antes de calzarme los zapatos.
Sentí un pinchazo fuerte en un talón y pegué un salto.
Era una hormiga negra que me miraba desafiante con sus enormes ojazos, mientras revoleaba las antenas y sacudía el primer par de patitas. Me estaba diciendo algo. Miré para todos lados para asegurarme de que no había gente cerca, y me agache casi hasta el piso para tratar de entender
-¡Pero que se creen ustedes los humanos! ¡Sinverguenzas!- Gritaba la iracunda fierita.
-¡Avise doña Negra!- Le dije -¿Qué le pasa?-
-Me pasa que lo escuché señorcito ¿Cómo es eso de que ustedes son los únicos que trabajan?-
-¡Ah! ¿Me escucho?-
-¡Claro que lo escuché! Y ya estamos podridos de oír que ustedes son los únicos que trabajan. Y que los pocos animales que lo hacen, son los pobres que han tenido la desgracia de convivir con los humanos. Algunos han terminado con un tipo sobre el lomo como los elefantes, los camellos o los caballos, o tirando carros, o combatiendo delincuentes como los perros de policía, o buscando drogas o cosas escondidas como algunos pobres cerdos…¡Psst! ¡Hay que oír cada cosa!- Terminó la hormiga.
-¿Pero no es cierto eso?- Insistí, aunque viendo que doña hormiga tenía argumentos firmes para retarme.
-¡No! ¡No es cierto! ¡Todos los animales trabajamos! Si por eso se entiende hacer cosas para asegurar nuestra supervivencia ¿O no es eso el trabajo?-
-¡Y si!- Reconocí -Los humanos en definitiva trabajamos para eso-
-¡Y nosotros también! Las hormigas juntamos comida sin parar durante el verano para soportar los fríos inviernos. Lo mismo hacen las abejas. Y cualquier animal que estudien verán que tiene las mismas costumbres. Lo que pasa es que nosotros aseguramos nuestra supervivencia teniendo con qué alimentarnos, abrigarnos y reproducirnos. Ustedes han creado sociedades tan complicadas que tienen que dedicar mucha más energía para poder mantenerse en carrera ¿Por qué no prueban de vivir en forma más simple? Van a ver cómo van a precisar menos desgaste y serán más felices-
-¡Si se pudiera!- Dije yo con la cabeza llena de ideas nuevas.
-¡Poder se puede! Muchos lo han hecho ¡La cosa es querer!-

sábado, 21 de agosto de 2010

El apurón de Juancito

Todos nuestros hijos han sido muy voluntariosos desde chicos.
Ese día fuimos al campo con Juancito, que tendría unos 7 años, y como todo chico voluntarioso, apenas paré la enorme camioneta Ford con cúpula, apuntando a la tranquera de Ramirez, se largó corriendo a abrirla.
Vi que se agachó delante del capot para desenganchar la cadena, y de pronto oí un grito y allá pasó Juancito corriendo al lado de mi puerta con su camperita celeste y cualquier cantidad de puntos negros revoloteándole sobre la cabeza.
¡Abejas!
Me largué de la camioneta y corrí hasta alcanzarlo. Lo alcé y seguimos de disparada hasta que las zumbonas se alejaron. Resulta que un enjambre había ido a posarse justo sobre la maldita cadena de la tranquera y cuando el nene metió las manos para abrir se le vinieron al humo.
Y ahí estábamos como a cien metros de la camioneta sin poder volver y pensando en recuperar el vehículo, sitiado por las salvajes voladoras. Después de un buen rato, dejé a Juan en el lugar, por las dudas, y me acerqué caminando despacito para no alborotarlas más. Abrí la cúpula, saque el mameluco y con eso me fabriqué un turbante que nos envolvió a los dos y pudimos volver a subir a la camioneta sin que nos piquen.
Cuando volvíamos para la Ford, caminando suave como en misa y envueltos con las telas, pasó el viejo Santiesteban y abrió grandes los ojos, mientras levantaba una mano para saludar.
¡Andá a saber lo que pensó!

martes, 17 de agosto de 2010

Tactica y estrategia

Desde aquel poema de Benedetti, el genial uruguayo, donde se habla de táctica y estrategia, en ese caso para el amor, a mí se me confunden los dos términos. Y medio parecido es lo que sucede al leer la definición en cualquier diccionario, así que me tomo la licencia literaria para usarlos como quiero.
Creo que nuestra profesión es una maravilla. Y todos los nuevos que se sumen, tienen las mejores posibilidades de disfrutarla, quererla y crecer con ella en todos los sentidos.
Pero es bueno tener la mejor táctica y una excelente estrategia.
Es una táctica segura estudiar hasta no dar más. Aprovechar cada minuto de la Facultad. Ser una esponja para absorber cuantas ideas y conocimientos se les cáigan a los docentes. Tener las ciencias básicas bien firmes y las aplicadas disponibles para largarse a trabajar de la mejor manera. Husmear, tocar, preguntar y escarbar en cada rincón. Buscar los mejores modelos en la profesión y practicar sus cosas hasta hacerlas propias.
Y es una estrategia inevitable elegir con cuidado el lugar donde uno va a poner tanta cosa adquirida con esfuerzo. Nuestro país es enorme, fértil y pródigo. Y la demanda de veterinarios crece continuamente. Solo se trata de encontrar nuestro lugar. Seguramente la ciudad es atractiva. Pero lo es para muchos. Y así vemos a nuestros colegas apiñarse en las grandes urbes y competir tristemente por los mismos lugares de trabajo, a veces en forma despiadada.
Mientras tanto quedan miles de sitios más chicos para instalarse. Donde los profesionales son respetados y queridos. Donde el trabajo es inacabable, con buena calidad de vida, sin problemas graves de seguridad, y desde donde cada veterinario puede proyectar su luz y su ciencia.
Son tácticas y estrategias como tantas. Pero seguramente con estas no fallarán.

sábado, 14 de agosto de 2010

El toro no podía hacerlo

Un tremendo papiloma de pene


Ya retirado y sostenido con la pinza por el "facultativo"

El hombre contento con el trabajo y comodamente acostado sobre el paciente


El inmenso toro Hereford me miró tristemente y me dijo que le revisara el miembro.
-¡Hace rato que no puedo hacerlo dotor! Recién se me escapó una vaca lindísima con un celo bárbaro. La monté pero no pude "concretar". Y lo peor es que despues de un rato de intentar y no poder, la señora me miró mal y salió corriendo para que la sirviera el negro boludo que siempre me anda molestando-
-¡Perdoname ché!- Me gritó mientras se iba -¡Pero si no me apuro se me pasa el celo! ¿Que le parece dotor?-
-¡A ver!- Le dije -¡Quedate quietito!- Y en un rápido vistazo le encontré el enorme papiloma.
-¡Ah! Es un tumorcito en tus partes. Enseguida te lo saco-
Y así fué que operé al Pampa grandote y en tres meses volvió a su gratificante trabajo de lo mas contento. Y lo mas lindo es que cada vez que paso por su potrero, el tipo revolea la cola agradecido y a veces me guiña un ojo.

viernes, 13 de agosto de 2010

¡A jugar que es bueno!

Buscando saber algo más sobre los animales salvajes, y ahora interesado en su relación con el juego, pensé en alguna especie que fuera bien “juguetona”. Por fin decidí hacer una visita a los monos Tití de la Reserva Natural de Iguazú en Misiones.
Antes de viajar mandé una paloma mensajera para avisar que en unos días andaría por ahí, así que en cuanto pisé la reserva, y quedé solo a la sombra de unos enormes árboles, oí un chistido suave. Y ahí estaban medio escondidos entre las ramas. Eran tres monos adultos que con gesto alegre me indicaron que los siguiera. Me llevaron hasta un clarito de la selva donde estaba reunido el resto de la tribu.
La mayoría se había sentado en el pasto, haciendo un círculo alrededor mío y mirándome con gravedad. -¡Ajá!- Dijo el jefe que se llamaba Lucas -Ya sabemos que usté está haciendo estos reportajes y por eso nos preparamos. Fijesé como estamos de aseaditos y peinados dotor- Y todos se empezaron a reír con ese comentario tan sonso.
-¡Y sí!- Le dije contento de encontrar tan buen ambiente -Hoy quiero saber si los animales juegan y por qué-
Lucas no dijo nada y me indicó con la mirada un grupito de cinco chicos que saltaban, se abrazaban, se revolcaban y se corrían, como cualquier criatura humana en el recreo del colegio.
-Es evidente que juegan- Dije -¿Pero por qué?
-Por lo mismo que ustedes- Contestó -Todos los pichones de cualquier especie tienen que practicar los movimientos que van a precisar por el resto de su vida. Y nada mejor que imitar las conductas adultas de esa forma. El juego es una práctica de los programas motores que usará el adulto para alimentarse, para luchar, para evitar los depredadores y…¡Para amarse!-
-¡Eso me gusta!- Grito la mona Jacinta que tenía fama de trolita. Varios monos la miraron riendo y con un brillito raro en los ojos, pero Lucas cortó el avance con gesto fiero.
Yo pensaba en los humanos. Y la verdad que sonaba lógico. Los chicos en sus juegos siempre hacen cosas de adultos. Imitan al policía y al ladrón, al médico, a la mamá y al papá, a los soldados, a los vaqueros y a todo lo que ven del mundo adulto.
Y enseguida vino el resto. Me di cuenta de la enorme importancia que tiene lo que ven nuestras crías y que tratan de imitar.
¡Entonces estamos listos! Razoné. Si es por lo que ven en la tele y en la calle de las ciudades…
Lucas me miraba creo que adivinando por donde corría mi pensamiento.
-No se ve bien la cosa ¿Nó?-
-¡Y no! ¡Claro que no!- Le dije -Este poquito que me dijiste me ha hecho pensar demasiado. No veo como nuestra sociedad puede ir mejorando si lo que mostramos a nuestros hijos para que jueguen es tan malo-
-De todas maneras- Dijo Lucas -Por alguna mágica razón, las crías tienen la habilidad de hacer que el juego mejore las cosas. Es diversión, alegría y energía positiva a pesar de todo-
-¡Ojalá!- Le dije yo. Y me puse a jugar un rato con ellos antes de irme.

lunes, 9 de agosto de 2010

Gente del campo y la ciudad

Y que no me vengan con macanas. El hombre de campo es mucho más valioso que el pueblero.
Un hombre de campo, sabiendo minimamente leer, se acomoda a la vida de una ciudad en poco tiempo, mientras que uno del pueblo, permitanmé que lo afirme, jamás podrá ni parecerse a un buen campero.
Son tantas, pero tantas las cosas que sabe hacer uno del campo que hace falta más que una vida para aprenderlas. Tienen que pasar generaciones. Y para esto no sirven libros, computadoras ni estudios varios. El criollo, sabe agarrar un caballo, ensillar, acomodar y preparar el animal, enlazar y pialar, esquilar una oveja, sembrar una quinta, criar pollos gordos, cazar con astucias los mil bichitos comestibles del campo, poner una planta, podar, terraplenar una bebida, asar un pedazo de carne con tres palitos, acomodarse para dormir a la intemperie donde caiga la noche, aguantar los peores fríos, calores, lluvias y tormentas sin un moco ni un resfrío, arreglar un molino o una bebida, hacer de mecánico, soldar un fierro, sacar un ternero, curar un agusanado, capar un potro, afilar una tijera o un cuchillo y que se yo cuantas cosas más. La lista es interminable. Y todo con dignidad y sin quejarse. Es más, casi siempre divertido y alegre.
El pueblero es más maricón. Se caga todo con el frío y con el calor, para viajar se toma un colectivo o un subte y duerme mientras lo llevan a destino, solo sabe algo de su trabajo específico y raramente puede arreglar alguna boludez que se le rompe en la casa. Incapaz de ver porqué se le descompuso el auto, llama a la grúa enseguida. Anda con el celular encarnado en la mano solo para recibir llamadas al pedo todo el tiempo o mensajitos tramposos, vive desesperado calculando cuando es el próximo fin de semana largo o las siguientes vacaciones para disfrutar haciendo…¡Nada! Y encima vive quejándose porque quiere estar más cómodo, calentito, cuidado, comprendido y representado por el gobierno, mientras los de Crónica amplifican su protesta “masiva” de 20 tipos locos.
Por eso, cuando un pueblero llega al campo y se lo ve moverse o se lo oye hablar, muchas veces da risa y otras tantas da lástima.
Ustedes pensarán que bicho me picó para escribir esto, pero es una vieja idea que volvió a mí mientras veía una “nota de color” hecha por gente del pueblo en la Rural.

Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...