viernes, 23 de abril de 2021

Historia del zorro, el peludo, la liebre y perro galgo

 

            Una mañana templada de otoño, un zorro gordo y de pelaje reluciente, caminaba muy orondo por el campo, cerca de San Manuel.

            Parados al lado del alambrado, dos amigos de la infancia, un peludo y una liebre, conversaban de mil cosas. Hasta que vieron pasar al zorro.

-¡Mirá!- Dijo la liebre, apuntándolo con la oreja larga -Ese sí que lo pasa bien. Fijáte lo gordo que está y como le brilla el pelo ¡Ni pulgas debe tener!-

-¿Y qué querés?- Contestó el peludo -¡Cómo no va a estar gordo si no trabaja! Lo alimentan los otros zorros con tal de que los represente-

-¿En serio me hablás?-

-¡Seguro! ¡Vamos a llamarlo para ver que dice!-

Y diciendo y haciendo, los dos amigos le hicieron señas al zorro para que se acercara.

-¡Buen día Señor Zorro!- Saludó muy atenta la liebre -¿Qué anda haciendo por estos campos fértiles y venturosos? ¡Qué alegría encontrarnos con alguien tan importante como usted!-

Al oír esa muestra de respeto, el zorro se sentó despacio frente a los amigos, enrollando la cola en sus patas traseras.

-¿Y ustedes quiénes son?-

-Ella es la liebre y yo soy el peludo. Los dos somos parte de su menú, así que le agradeceríamos que por hoy nos perdone la vida. Solo queremos charlar un rato-

-¡No se preocupen! Yo hace rato que ya no cazo para comer. Tengo gente que trabaja para mí. Algunos me dan de comer, otros me cuidan y otros me traen lindas zorras para aparearme.

-¿Cómo puede ser?- Pregunto asombrada la liebre -¿Y usted que les da?

-¡Esto!- Dijo el zorro levantando la mano y tocándose delicadamente la cabeza y la lengua -¡Yo pienso y hablo! Cada vez que hay discusiones en el gremio de los animales, yo defiendo a los zorros dando grandes discursos.

-¿Y no tiene miedo de perder sus buenas cualidades de zorro por falta de uso?- Preguntó el peludo con un brillo irónico en los ojos –Ahora mismo estoy oyendo los ladridos del perro galgo que viene hacia nosotros a toda carrera-

En un santiamén el peludo se hundió en su cueva, la liebre huyó a toda carrera y el zorro vanidoso no tuvo tiempo de comenzar uno de sus famosos discursos, porque el perro lo mordió en el medio de la columna, lo alzó en el aire, y en dos o tres sacudones le hizo salir el alma por el trasero.

 

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