martes, 13 de septiembre de 2016

Una mujer bien plantada

La señora entró a la veterinaria ayer a la tarde. Bajita, morruda, cara colorada y redonda, bien de campo, pelo rubio con rulos y unos 40 años encima.
-¿Usté es Spinelli? ¡Yo soy Vilma Lopez! Trabajamos con mi marido en el tambo de Alcántara-
-¡Mucho gusto señora!- Le dije, y le tendí la mano para saludarla. La doña tenía manos ásperas y fuertes. Curtidas por el trabajo -¿Qué anda buscando?-
-¡Preciso una bolsa de guantes largos para inseminar!-
Mientras sacaba la bolsa del mostrador, y por hablar algo, le pregunté: -¿Insemina usted?-
-¡Más vale dotor! ¡Mi marido solamente ordeña! Yo lo ayudo con el tambo, hago la guachera, insemino y hago todo en mi casa. Igual a fin de mes nos vamos, porque nos prometieron un montón de cosas y no nos cumplieron-
-¡No me diga! ¿Y con el encargado cómo andan? ¡Me dijeron que es bravo!-
Yo le preguntaba por un tal Benito Menéndez, un hombre grandote, mal bicho y con fama de pendenciero.
-¿Bravo? ¡Una porquería es ese tipo! ¡Pero conmigo no va a joder! ¡Lo voy a cagar a palos! ¡Yo se karate así que en cuanto me diga algo lo reviento a golpes!-

Yo me quedé sin palabras ante tremendo despliegue de amenazas y por las dudas, me despedí cortésmente de la dama ¡Como para decirle un piropo! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...