Estaba viendo que este blog cayó en el abandono
después de los intensos relatos del viaje en bicicleta ¡Una lástima! Aunque no
todo está perdido. Es cuestión de acomodar un poco el jardín, sacar los yuyos y
seguir escribiendo nomás.
El raid ciclístico me dejó en un estado casi
contemplativo. Ahí tengo detenida la creación de la próxima obra de teatro y
dejé de poner cosas en este lugar. Tal vez porque solo me dediqué a lo
apremiante, que son las notas para Visión Rural, las Gacetillas mensuales de la
veterinaria y las charlas en la TV.
Desde mediados de febrero, ha habido mucho trabajo
en el campo. Fueron casi dos meses muy movidos, sumado a que ya estamos en
plena temporada de tactos, así que la fajina es demoledora. A eso me refería
cuando me preguntaban cómo iba a hacer para pedalear tanto sin estar entrenado.
La verdad es que al lado del trabajo fuerte en la manga que lleva horas y
horas, sentarse en una bicicleta solo a pedalear y mirar los pajaritos es
completamente aliviado. Tal vez alguno recuerde una vieja nota que titulé: “El
atleta veterinario”, donde describía las increíbles condiciones físicas que nos
demanda nuestra profesión a campo. Ese es el mejor entrenamiento posible.
Particularmente, me tomo el trabajo como una forma de “estar en forma”. Hago
todo con intensidad, y si bien llego a la noche molido, al día siguiente me
levanto lleno de energía.
En eso estamos, pasando estas semanas con escasas
lluvias, caminos polvorientos y mangas donde las vacas levantan nubes de tierra
suelta, que nos dejan los ojos en compota. Contentos con este noble
oficio-profesión.
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