viernes, 7 de mayo de 2010

Hay vaca encerrada


Alberto y Matías son contratistas rurales y además, arriendan un campo muy pintoresco cerca de La Numancia, que tiene una lomada serrana con muchas piedras, arbustos y lotes de animalitos silvestres. Desde lo alto de la sierra se descarga un manantial hasta el fondo del potrero, en un arroyo saltarín. Ya nadie vive ahí, así que el rancho de adobe que está en medio del monte quedó abandonado.
Hace casi un año, Alberto y Matías estaban cosechando uno de los potreros y cuando pararon un rato la máquina al costado del arroyo, oyeron claramente un balido debil. No se daban cuenta de donde venía. Quince días antes habían sacado las vacas de la sierra, así que ya no quedaba hacienda en ese campo.
¡Y otra vez el balido! Buscaron en el arroyito pero no encontraron nada, hasta que de pronto, al acercarse al rancho, se dieron cuenta de que los gritos venían de ahí. Se metieron con cuidado en la casa fresca y oscura con piso de tierra, y en una de las habitaciones, con la puerta y la ventana que solo filtraba un fino chorro de luz bien cerradas, encontraron una ternera tristona.
El animal estaba muy debil y desorientado, y cuando la sacaron a la luz del sol corrió unos metros y se cayó. Calcularon que se había metido en esa cárcel hacía mas de quince días, y al cerrarse la puerta, quedó atrapada sin que nadie se diera cuenta. Estaba tan flaca y deshidratada, que la cargaron fácil en la camioneta y la llevaron hasta su campo.
De a poco se fué recuperando fisicamente, pero algo pasó en su cerebro que ya no volvió a funcionar bien. Vivía cortada del resto del rodeo. Cada vez que se la quería encerrar en la manga saltaba los alambrados lastimándose manos y patas, y siempre temblaba de miedo cuando veía algún perro cerca. Tal vez en sus días de encierro tuvo que defenderse de los zorros que andan en malón por estos lugares.
La cosa es que por fin decidieron carnearla porque era inmanejable, pero la historia todavía tendría otra pequeña vueltita ya que con enorme sorpresa, cuando quisieron probar el asado bien doradito, descubrieron que la carne era mas dura que la de la mas vieja de las vacas. Era imposible de masticar. Los del campo opinaron que era por los nervios del encierro, y yo no opiné nada porque no tengo ni idea que pasó, pero así fué.
¡Y digo yo! Si una miserable ternera, tan corta de entendederas, tuvo este cambio enorme con un encierro de quince días ¿Qué pasará con la gente que pasa años en peores condiciones?

3 comentarios:

  1. Increíble historia...tristemente nos hace reflexionar, no entiendo demasiado de neurología animal, en realidad debería preguntar: tienen psiquis los animales??? o será que son actos refljos como decía Watson y Pablov. No lo se pero es para pensarlo; sobre todo lo de la carne no?... Nada llamativo.

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  2. espero no tener que comer empanadas como las de sierra chica para probar la carne del enciero:!:!:!:
    g.m.

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  3. Claro que tienen psiquis!!! este tema de neurofisiología tuve el honor de darlo casi diez años en nuestra Facultad y lo de comportamiento era una parte especialmente interesante. No conozco a Watson, pero lo de Pavlov era un bonito ensayo para mostrar lo que son los reflejos condicionados, lo que no quita que en el reino animal haya un psiquismo desarrollado de acuerdo al grado de encefalización de la especie. Ya son muy comunes las pruebas de que en primates y otros bichitos hay hasta autoconciencia.

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