Habían encerrado casi 400 vacas para el tacto y allá se nos iba la mañana trabajando y charlando de cosas varias. Pero siempre pasa algo. Ese día me acompañaba Juancito, que tendría unos 6 años y enseguida hizo buenas migas con Joyi, el hijo del encargado, un pibe de su misma edad. Los dos iban y venían afanosos, trotando alrededor de las vacas, los perros y la gente. Hasta que tuvieron la gran idea. Y así los vimos nosotros cuando el grito de ¡Preñada! vino del fondo de la manga y no de mi lugar. Uno levantaba la cola de una vaca y el otro le metía un dedo en la retaguardia, imitando el trabajo veterinario. Se vé que ya le estaba naciendo la vocación a Juan, hoy ya recibido y pronto a salir al ruedo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El hombre y el teléfono
Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...
-
En este momento tenemos cinco cotorritas australianas para vender en la veterinaria. En realidad, casi la única virtud que les encuent...
-
Me gusta comer animalitos silvestres. Agarrar alguna mulita. A veces cazar un pato gordo, hacer un buen guiso de arroz con perdiz colorada, ...
-
Así se ve el paisaje desde la entrada de la cueva En una roca pegada a la puerta está este año (1891) grabado vaya uno a saber co...
Felicitaciones para Juan !!!! recuerdo que hace ya unos 6 años mas o menos lo trajiste al campo con un amigo a castrar unos potros !!!!!
ResponderEliminar