lunes, 20 de febrero de 2012

Tierras cariocas





Siempre me pasa lo mismo. Y esta vez, en Brasil, no fue la excepción. Cada vez que ando de viaje disfruto mirando animales, árboles y plantas nuevos para mí y tratando de descubrir secretos de otras geografías.
Ahora encontré peces pequeños de colores que me acompañaban mientras nadaba tranquilamente cerca de la playa, algunos pájaros que nunca había visto, como esos del tamaño de un tordo, de color gris por arriba y amarillo en el pecho, y con el pico rojo y negro, o alguna iguana pinchuda bien distinta a las de nuestras sierras. Y sembradíos de arroz en cantidades, y cultivos de mejillones y ostras en lagos cerca del mar, y morros cubiertos de vegetación selvática con flores de todos colores, insectos tremendos por lo grandes y vistosos, y delfines amontonados cerca de los botes pesqueros esperando algún desperdicio.
Cuando el micro paró en la banquina por un desperfecto menor y me bajé a tomar mate a la sombra de unos árboles, de pronto se me apareció una búfala de las de tambo y me preguntó que me parecía su país.
-Impresionante la fuerza de la naturaleza tropical. Me gustaría poder conocerlo más- Le dije.
-¡Y entonces tendrá que volver, amigo!-
-¡Ojalá!- Le contesté.




3 comentarios:

  1. Como compañero de viaje me siento identificado totalmente con tus comentarios. Jorge, sos un tipo muy sensible y se nota en tus notas. Te felicito y que sigas así. Saludos. Eduardo Bolonese

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  2. Gracias Eduardo. La verdad es que fueron unos días muy buenos. Ojalá nos encontremos por ahí en otro momento. Un abrazo para toda la flía.

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  3. Ese ramillete no tiene nada que envidiarle a las florecillas serranas jaja, muy buenas notas!!

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