Camilo Pereira me miraba sin hablar. Nunca había visto esta operación así que no se perdía detalle del asunto. Camilo es un muchachote bien dispuesto, curioso, trabajador y con una energía inagotable, pero a veces se le va la mano con los chistes y comentarios y se gana algún reto del encargado.
En cuanto preparé todo, tomé el bisturí y una gran pinza Kocher, aseguré el tumor con la pinza y corté la adventicia del pene rodeándolo suavemente. Una vez sacada la parte más importante, fui extrayendo pequeños tumorcitos diseminados.
Y mientras yo cortaba y el pene se adelgazaba cada vez más, el toro se largo tremendo viento por el ano, entonces Camilo, sufriendo con la abstinencia de chistes en su haber, largó:
-¡Que lo parió dotor! No le afine más el bicho porque se ve que a más finura, más pedos se tira el animal-
Esta vez Acosta, el encargado, no lo pudo retar porque lloraba de la risa y repetía: -¡A mas finura mas pedos!
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