lunes, 14 de septiembre de 2015

El año del viento

Viento y tierra

¡Que lo parió! Las plagas y los azotes se dan por años. Hubo años de mosquitos, años de sapos, años de vaquitas de San Antonio, años de moscas, y tantos otros. Pero sin dudas, este será recordado como el año del viento.
Hace meses que no deja de soplar. Día tras día, le da y le da. Sopla sin parar como queriendo limpiar vaya a saber que cosa. Porque a mi que no me vengan con el cuento de que el viento son masas de aire que se desplazan entre los centros ciclónicos y anticiclónicos. Yo, que no soy ningún lerdo, hace rato que me di cuenta de que el viento es el soplido de alguno que anda por allá entre las nubes. Y se ve que el candidato anda medio molesto este año, porque se lo pasa desinflando las carretillas. No son esos días de furia con tornados que destruyen todo. No. Es un venteo cotidiano, que taladra, que pudre, que cansa, que molesta, que ofende, que perjudica y que rompe la paciencia durante todo el día. A la noche sopla también, pero uno se duerme escuchando como se doblan y retuercen los árboles de alrededor, armando un murmullo que ayuda a entrar en el sueño.
Todo se hace más difícil. El trabajo en los corrales con tierra reseca y suelta, se transforma en un atentado contra nuestras humanidades. A la noche, los ojos no paran de descargar gotones de tierra y los mocos, impregnados con el polvo, salen negros como la noche. Enlazar se complica si es contra el viento. Escribir la planilla mas miserable obliga a tener las hojas bien apretadas con toscas considerables, para que no tomen vuelo. Es casi seguro que la gorra de vasco, lo menos que hará, es ladearse sobre una oreja, y otras veces, terminará revolcada entre las tripas de una parturienta ¡Una porquería tanto viento!
¿No será que el ñato soplón, viendo tantas inequidades y desverguenzas sobre nuestra patria, está tratando de mandarlas para el lado del mar a fuerza de soplidos? ¡Andá a saber!


No hay comentarios:

Publicar un comentario

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...