Fue un atardecer perfecto. Ni frío, ni calor, ni
viento, ni ruidos se sentían al pie del cerro donde paré la camioneta, para
salir a correr en el circuito de la cantera. Llegué de vuelta entre dos luces,
abrí la puerta de la caja y me quedé sentado quietito, mirando como caía doña
noche. En eso estaba, cuando escuché las voces de dos perros que conversaban
tranquilamente. Eran algunos de los animales que tiran en el basurero, y allí
se establecen cirujeando entre los desperdicios de la gente del pueblo. Uno era
negro y grandote. El otro barcino, flaco y seguramente pulguiento. Charlaban
sobre los humanos.
-¡Es increíble cómo ha cambiado la gente en los
últimos diez años!- Dijo el negro
-¿Por qué?- Preguntó el barcino distraído, mientras
roía un enorme fémur de vaca.
-¿Y preguntás porque? ¿Cuántos años tenés vos?-
-¡Trece! ¡Pero vividos como veinte, porque las he
pasado todas!- Afirmó el barcino.
-¡Y bueno!- Siguió el negro -Yo solamente tengo
once, y nací y me crié por acá nomás, pero veo que los humanos han cambiado un
montón. Antes conversaban más entre ellos, o pensaban seriamente en las cosas
que estaban haciendo, sobre todo los muchachones adolescentes-
-¿Y ahora qué?-
-Ahora andan como atontados con unos aparatos que
hacen ruidos. Los miran todo el día y no le dan pelota a nada más. Creo que con
eso escriben cosas importantes y además, a veces hablan ¡Pero es increíble!
Desde el que maneja el tractor que acomoda la basura, hasta el chico que hace
huevo en la plaza, están con ese aparato en la mano-
-¡Es verdad!- Dijo el barcino entrando en tema y
apartando el enorme hueso con la manito izquierda. Ahí me di cuenta que era
zurdo -¡Es verdad! El otro día escuché que decían que ya hay en el mundo más de
esos aparatos que personas, y que se está formando algo nuevo en su cultura,
pero no saben bien que es. Creo que ya ni precisan estudiar, porque en esos
aparatitos figura todo lo que tienen que saber-
-¿Viste?- Siguió el negro -¡Entonces tengo razón! Decime
barcino ¿Vos sabés cómo funcionan esos aparatos?-
-¡A batería!-
-¿Y la batería con que se carga?-
-¡Con electricidad!-
-¡Así que si esta pobre humanidad se llega a quedar
sin electricidad, aunque sea un mes, su nueva cultura caga fuego!- Dijo el
negro
-¡Y bueno! ¡Se podría decir que sí! Aunque no estoy
seguro, nosotros solo somos perros y ellos que son tan inteligentes tal vez se
puedan acomodar-
Y ya no hablaron más. El barcino volvió a su hueso y
el negro se quedó mirando el cielo. Yo me volví pensando para mi casa.
Hola Jorge, como estas?
ResponderEliminarMuy buen publicación.
Siempre tan pensantes tus animales...cada día me sorprenden más. La verdad que a uno le dejan la cabeza regulando.
Un abrazo.