miércoles, 10 de febrero de 2016

Hasta los perros se dan cuenta

Fue un atardecer perfecto. Ni frío, ni calor, ni viento, ni ruidos se sentían al pie del cerro donde paré la camioneta, para salir a correr en el circuito de la cantera. Llegué de vuelta entre dos luces, abrí la puerta de la caja y me quedé sentado quietito, mirando como caía doña noche. En eso estaba, cuando escuché las voces de dos perros que conversaban tranquilamente. Eran algunos de los animales que tiran en el basurero, y allí se establecen cirujeando entre los desperdicios de la gente del pueblo. Uno era negro y grandote. El otro barcino, flaco y seguramente pulguiento. Charlaban sobre los humanos.
-¡Es increíble cómo ha cambiado la gente en los últimos diez años!- Dijo el negro
-¿Por qué?- Preguntó el barcino distraído, mientras roía un enorme fémur de vaca.
-¿Y preguntás porque? ¿Cuántos años tenés vos?-
-¡Trece! ¡Pero vividos como veinte, porque las he pasado todas!- Afirmó el barcino.
-¡Y bueno!- Siguió el negro -Yo solamente tengo once, y nací y me crié por acá nomás, pero veo que los humanos han cambiado un montón. Antes conversaban más entre ellos, o pensaban seriamente en las cosas que estaban haciendo, sobre todo los muchachones adolescentes-
-¿Y ahora qué?-
-Ahora andan como atontados con unos aparatos que hacen ruidos. Los miran todo el día y no le dan pelota a nada más. Creo que con eso escriben cosas importantes y además, a veces hablan ¡Pero es increíble! Desde el que maneja el tractor que acomoda la basura, hasta el chico que hace huevo en la plaza, están con ese aparato en la mano-
-¡Es verdad!- Dijo el barcino entrando en tema y apartando el enorme hueso con la manito izquierda. Ahí me di cuenta que era zurdo -¡Es verdad! El otro día escuché que decían que ya hay en el mundo más de esos aparatos que personas, y que se está formando algo nuevo en su cultura, pero no saben bien que es. Creo que ya ni precisan estudiar, porque en esos aparatitos figura todo lo que tienen que saber-
-¿Viste?- Siguió el negro -¡Entonces tengo razón! Decime barcino ¿Vos sabés cómo funcionan esos aparatos?-
-¡A batería!-
-¿Y la batería con que se carga?-
-¡Con electricidad!-
-¡Así que si esta pobre humanidad se llega a quedar sin electricidad, aunque sea un mes, su nueva cultura caga fuego!- Dijo el negro
-¡Y bueno! ¡Se podría decir que sí! Aunque no estoy seguro, nosotros solo somos perros y ellos que son tan inteligentes tal vez se puedan acomodar-

Y ya no hablaron más. El barcino volvió a su hueso y el negro se quedó mirando el cielo. Yo me volví pensando para mi casa.

1 comentario:

  1. Hola Jorge, como estas?
    Muy buen publicación.
    Siempre tan pensantes tus animales...cada día me sorprenden más. La verdad que a uno le dejan la cabeza regulando.
    Un abrazo.

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