viernes, 10 de junio de 2016

Cuando hierve la sangre

De un lado se ubica la gente y los países más ricos y desarrollados, y del otro la gente y los países más pobres. Desde que el hombre se organizó en sociedad hubo diferencias. Siempre existieron minorías que disfrutaron lujos y placeres extremos, y mayorías sumergidas, apaleadas, esclavizadas y explotadas salvajemente.
La diferencia es que la comunicación global sin límites, permite “espiar” todo lo que sucede, Las mayorías asisten a los grandes festines de los poderosos, sentados en una paupérrima casilla de cartón, a través de la tele y los medios electrónicos. Y se calientan. Ven a tipos que hace pocos años eran empleados comunes y a los que ahora les encuentran casas, campos, hoteles, barcos, aviones y autos en cantidades y con lujos inconcebibles, e inevitablemente sienten que les hierve la sangre.
Y en el hervir de la sangre se hace difícil separar a los que hicieron su fortuna trabajando o haciendo negocios en forma decente, de los que simplemente robaron impúdicamente lo que se puso a su alcance.
Así también, hay muchos a los que les cuesta diferenciar a los chantas que los sedujeron con mentiras, de la gente con buenas intenciones que quiere arreglar los desbarajustes colosales que les dejaron.
Esto pensaba a la mañana temprano, cuando escuchaba por la radio, la cantidad interminable de paros y cortes programados por los reclamadores seriales.     


2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Hola Jorge!!!
    Totalmente de acuerdo con lo que decís.
    Entre tanto uno tiene que seguir rompiéndose el lomo trabajando mientras va rumiando la bronca y la impotencia que te genera el escuchar todo eso.
    Un abrazo Jorge!!!

    ResponderEliminar

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...