viernes, 12 de agosto de 2011

La bruja Amelia

Terminamos la vacunada como a las once de la mañana y nos juntamos en la matera enorme mientras se terminaba de asar el cordero. Don Pedro Mansilla era el viejito cocinero que siempre tenía algo para contar, pero ni me imaginaba que ese día se largaría con la historia de la bruja Amelia.
Arranco diciendo: -Hace como cuarenta años entré a trabajar en la estancia “Las Margaritas” de Pereira. Yo era un tipo pintón y las chicas no me faltaban. En cuanto tuvimos la primera conversación con los otros muchachos, me dijeron que me cuidara de la bruja Amelia, que en ese entonces era la cocinera en el chalet de los patrones. Y a los tres días la conocí cuando fui a llevar la carne para el asado de fin de año. Era la mujer más fea que pudiera existir. Tenía la cara negra como la noche y tapada de granos con pus, unos bigotes como rastrillo con pelos blancos y negros, la boca casi vacía de dientes, con un olor más fulero que la basura podrida, la espalda torcida para el lado de montar y los dedos como varilla de eléctrico llenos de verrugas infectadas. La verdad que me asusté, pero ella ya me había echado el ojo. Porque la vieja asquerosa, además era loca por los jovencitos, y mas si eran de a caballo como yo. Pero para que la atendieran los hombres, la bandida les hacía alguna comida, porque eso sí, cocinaba barbaramente, y le agregaba no se que ingredientes y polvos, que les hacía perder la cabeza a los tipos, y olvidarse de su olor a orines y de sus pedos terroríficos-
Todos nosotros estábamos escuchando la historia mientras nos pasábamos el mate en silencio. Solo se oía el ruido del fuego y el chirrido de la grasa del cordero goteando en el piso de tierra.
-¿Y que pasó Pedro? ¿Al final la jineteó a la vieja?- Lo animó Benitez mientras todos le hacíamos coro con las risas.
-¡Ustedes riansé nomás! Dijo Don Pedro medio ofendido -¡Pero aquella vieja se me vino al humo al día siguiente! Yo me había acostado a dormir la siesta y me golpeó la puerta de la pieza. Cuando abrí, sentí enseguida los vapores de sus encías jediondas, y medio riéndose, me dio una fuente con pasteles y me dijo que a la tardecita iba a volver a ver si me habían gustado. En cuanto me fui a lavar y a preparar el mate, el cuzco me robó uno y se lo comió de un tirón. Al ratito el pobre estaba enamorado de la escoba y se sacudía como loco, y como yo no soy ningún lerdo, enseguida me di cuenta de lo que estaba pasando. Así que para no tener problemas con la bruja podrida, cargué todas las pilchas, ensillé mi caballo, a la pasada le tiré los pasteles a las chanchas de cría, y me fui corriendo a avisarle a Benitez que me iba del campo, porque me habían ofrecido unos potros para domar en otro lado.
Cuando agarré el bulevar de eucaliptos para salir, alcancé a ver el chiquero, donde las chanchas alzadas se montaban sin parar, y a la vieja maldita, medio en pelotas, haciéndome señas en el corredor de la casa de los peones. Me salvé por un pelito-
Mientras cortábamos el cordero y comíamos con ganas, me quedé pensando en las cosas que son capaces de hacer las mujeres, y sobre todo si son medio brujas.

4 comentarios:

  1. Jorge que buenos postres teneis al finalizar el trabajo. Con una buena candela, el cordero preparandose y el amigo contando esas historietas, el trabajo no lo dejas ni aunque cumplas años.
    Cuando a uno le gusta su trabajo y rodeado de amigos, no cuesta esas labores de vacunar y repasar al ganado.
    Saludos de Gabriel, al que le gustaria estar en esas bonitas reuniones de amigos y hablando de campo y de ganados.

    ResponderEliminar
  2. Una historia divertida... Ahora, en contraposición, y para equilibrar la balanza, tendrías que escribir otra historia sobre los hombres y su parentesco con Poncio Pilato... Estaremos atentos, amigo. Saludos para todos.

    ResponderEliminar
  3. ahora entiendo que es lo que pasaba un tiempo atras los sabados despues de las cuatro de la mañana,...algun hechizo algo por el estilo,.. porque me volvia con cualquier cosa!!!

    ResponderEliminar
  4. Al último Anónimo: "algún hechizo o algo por el estilo..." ¿Cúantos Fernet con Cinzano? Ahora si quieren llamarlo hechizo...

    ResponderEliminar

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...