miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Donde estarán esos testículos?



¿Será posible semejante misterio?
Hace varios meses que mi hijo Roberto esta encargado de hacer las castraciones de perras y gatas del pueblo, contratado por la Municipalidad.
En este tiempo, encontramos un refugio de perros salvajes en una casa abandonada a unas pocas cuadras de la veterinaria. Es una tribu de seis o siete animales, que aprovechan cuanta comida les tiran los vecinos y además, suelen depredar las bolsas de basura de todo el barrio. Nadie los puede agarrar. La verdad es que molestan, pero a tono con los nuevos tiempos, la única solución al problema es castrar machos y hembras del grupo y esperar que vayan desapareciendo solos.
En eso estamos y el trabajo tomó un nuevo impulso con una buena construcción de uno de los chicos residentes, muy acostumbrado a hacer estos inventos en el sur del país, para atrapar zorros comedores de corderos.
Anoche cayó uno de los malandras. En la recorrida de última hora, apareció un macho negro metido en la jaula. Estaba enfurecido porque se veía atrapado. Con gran trabajo lo sacamos, esquivando feroces mordiscos que tiraba sin parar. Estaba todo orinado y sucio. Tal vez llevaba algunas horas encerrado.
Pronto vimos que se trataba de un macho, así que lo trasladamos a la veterinaria para castrarlo. Lo dimos anestesia y lo atamos debajo de un árbol. Llovía despacito y pronto la fiera se fue calmando. Nos pusimos guantes para trabajarlo porque el olor que tenía era verdaderamente insoportable. Preparamos todo y, cuando por fin el animal se durmió, lo subimos a la camilla para empezar a limpiar la zona escrotal ¡Pero no había nada!
Nos miramos y largamos la carcajada ¡Tanto trabajo para esto! Nuestra primera presa ya estaba sin bolas. Pensamos que alguien hizo antes la faena y no nos avisó.

Cuando lo largamos todavía estaba medio dormido. Veremos si hoy tenemos más suerte.  

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