lunes, 21 de septiembre de 2009

Una cuestión de suerte

Un laguito cerca del pueblo. Lindo ¿Nó?

Martín y Abel son primos y están viejos.
Se encontraron ese día, como todos los lunes, a la orilla del lago en el parque de la ciudad. Se sentaron un rato. Y volvieron al tema que cada tantas veces charlaban.
Y dijo Martín: -Vos dirás que es una cuestión de méritos y esfuerzo, pero porque lo ves desde tu lado. Yo creo que he puesto mucho esfuerzo en la vida y he tenido mis méritos, pero nunca llegaré a tener la seguridad que vos tenés-
-¿Pero porqué siempre te quejás por haber nacido en un familia sin mucho capital? Dijo Abel
-¡Pobres! Decilo así nomás porque es cierto-
-¡Esta bien! Aunque de clase baja suena mejor. Pero sigo pensando que en este país las oportunidades están...
-¡A sí! ¿Y cuantas oportunidades tuve yo de tener mi propia quintita? Fijate que ni siquiera hablo de tener un campo como vos. Solo soñe siempre con tener un lugar para criar algunas gallinas y tener verduras-
-¡Ja! Vos sos un romántico-
-¡Romántico las pelotas! Te lo digo en serio. Yo se que vos sos un gran tipo, que has estudiado y trabajado mucho y has formado una buena familia, pero además, tuviste el culo de recibir varias herencias que te hicieron facil el camino-
-¡Y si! ¡Es cierto! Pero también hay tipos que se hacen solo con el esfuerzo o la inspiración...¿O nó?-
-¡Nó! Esos casos son contados ¿Y sabés qué? Dependen de tener culo también-
-Pero vos no estás mal. Vos has tenido tu premio. Tenés tu casita, cobrás tu jubilación...Dijo Martín y ya no le quedaron argumentos. Como siempre.
Se quedaron un buen rato allí sentados, con la vista perdida en la nada, y sintiendo que tener una buena vida depende casi siempre de la suerte.
Del otro lado del lago, León y Camorra miraban a los dos hombres. Son dos perros grandotes, viejos y muy amigos, que cada tanto se encuentran a charlar en el mismo lugar.
Y decía Camorra: -Vos dirás que es una cuestión de méritos y esfuerzo porque lo ves desde tu lado, pero yo he puesto muchos méritos y esfuerzo en mi vida corta de perro y nunca tendré la seguridad tuya-
-¿Pero por que siempre te quejás de ser hijo de una perra sin un dueño con plata?
-Decí mejor de un dueño pobre y pulguiento- Dijo Camorra
-¡Está bien! De un dueño pobre, pero que es un buen tipo-
-¡Ah sí! ¡Eso sí! Pero que no tiene ni para comer él, así que mirá lo que nos tocaría a nosotros cuando eramos chicos. Además nos daba cada paliza. Yo sé que vos sos un buen perro. Educado, correcto, que no muerde a la gente al pedo, pero además tuviste el ojete de nacer en una casa donde sobra la comida y nunca te pegaron demasiado-
-¡Y si! ¡Tuve suerte! pero vos ahora tenés una linda cueva donde vivir en los caños del desague y todos los días tenés algunas sobras para comer que te trae la vieja Elvira- Dijo León. Y se quedó sin mas argumentos. Como siempre.
Se quedaron un buen rato allí sentados con la vista perdida en la nada y sintiendo que tener una buena vida depende casi siempre de la suerte.

2 comentarios:

  1. Hola doc, no es fácil hacer un comentario sobre este relato,si bien uno debe esforzarce cada día para ser mejor persona y trabajar responsablemente....un toque de suerte es como una caricia o como una bocanbada de oxígeno, pero también reconozco que cuando uno logra algo sin la ayuda de la suerte se experimenta una sensación muy linda y muy gratificante!!!!!
    UN ABRAZO

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  2. Jajajajajja,me hace acordar a las charlas que teniamos con EL TURCO SIMON recorriendo el campo a caballo,A que no adivinas quien era el SUERTUDO?Abrazo!!!!!!

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