sábado, 4 de junio de 2011

El petiso roano

Ayer murió un actor de San Manuel.
Nos acompañó cada vez que hicimos el Pesebre Viviente, o al lado de El Zorro para alegría de los más chicos.
Era bueno. Petiso y roano. Un caballito fiel.
Estuvo enfermo una semana y no me alcanzaron remedios ni artes para salvarlo. Pero fue increíble lo que hizo antes de irse. Un rato antes, el dueño lo había estado acariciando y conversando. Estaba parado al lado de la bebida. Después la gente se fue para sus cosas y el pobre petiso se metió en el cerco de la casa, empujó la puerta y entró en la cocina. De ahí caminó hasta una de las piezas, pasó por el comedor y por fin recorrió el pasillo hasta el fondo y se cayó al lado de la puerta de atrás de la casa. Todo esto lo fueron descubriendo al ver sus pisadas.
Lo encontraron vivo todavía. En cuanto le hablaron, pegó un bufido suave y se murió.
Me decía el hombre que el animal jamás había entrado a la casa, pero que allí vivió muchos años el viejo vasco Leguizamón, del que fue muy compañero, y que tal vez el mismo vasco fue el que lo acompaño en esa última recorrida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...