sábado, 8 de febrero de 2014

El galán

A Juan Galíndez ya no se le ocurría como hacer, para llamar la atención de la gauchita Palmira Gómez. El muchacho trabaja de mensual en el campo de Arguello y conoció a Palmira en la tertulia del Club Atlético, un sábado de julio.
Esa noche hacía un frío tremendo y ya estaba helando cuando empezó el baile. Como a las dos de la mañana, Juan salió a la calle a fumar con algunos amigos y allí estaban sentadas, en el paredón del club, Palmira con sus dos primas. El frío fue el motivo del comienzo de la charla de los jóvenes, y pronto estaban a las risas, producto de los nervios, la ansiedad del encuentro y alguna cerveza de mas.
A Juan se le prendieron en el alma los ojos de Palmira. Quedó como atontado. Tanto, que en la semana siguiente se accidentó con el tractor, por ir con la cabeza en cualquier cosa, menos en el trabajo. Cuando se recuperó comenzó a cortejarla. Cada fin de semana se iba al pueblo a caballo y pasaba por la casa de la bonita. Pero no había respuesta. Se compró ropas buenas. Se peinaba con gel, haciendo que los pelos lucieran brillosos por debajo del chambergo. La muchacha parecía no registrarlo.
Hasta que un amigo le dio la idea de hacerle la pasada por la casa… ¡Pero en moto!
Juan ahorró con mucho trabajo unos pesos, y con algo más que le prestó el patrón, se compró una Gilera roja. Usada pero impecable. Empezó a tomarle la mano en las calles de tierra, y en unos 15 días ya se sintió bastante seguro en su nueva máquina. Además, su amigo, veterano de las dos ruedas, le enseño la forma de hacer Willy, es decir, levantarla en una rueda. Y Juan, ávido por aprender, pronto logró hacerlo sin mucho esfuerzo.
La primera pasada por lo de Palmira en la moto, la hizo un sábado de diciembre. La bella y algunas amigas estaban charlando en la vereda. De pronto, en la punta de la calle, apareció el galán. El tipo, al ver a su amada y darse cuenta de que todas las muchachas lo estaban mirando, se emocionó, y para mayor efecto, hizo una Willy tremenda, a buena velocidad.
Pasó frente a las asombradas espectadoras con cara de ganador, pero a los veinte metros se le cruzo el auto de Magallán y se lo chocó redondamente, volando como un pajarito contra el cordón de la vereda de Palmira.

Lo que más bronca le dio no fue el accidente, sino que se juntó un montón de gente a ver lo que había pasado y Palmira, que llegó corriendo despavorida, se arrodillo junto a él y le dijo: -¡Sonso! ¡Me gustabas más cuando pasabas a caballo!-   

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