jueves, 3 de diciembre de 2009

¡No le aflojés del todo!

Nemesio Gimenez se crió en el campo cerca de la estación San José, en los pagos de La Dulce. Igual que su padre, aprendió de chico a trabajar con animales. Salió buen jinete y pacienzudo para amansar caballos. Además, se mostró despierto para trabajar de ayudante en la cabaña, así que el encargado enseguida le puso el ojo encima, para dejarlo con los toros del plantel en cuanto tuviera la edad.
Se educó en la escuela agraria de Lobería, y el viaje mas largo que hizo fué un fin de semana a Necochea para conocer el mar y la playa, del que volvió quemado como una brasa.
En cuanto entró a trabajar como empleado permanente en la cabaña, se destaco por el buen trato con los toros y aprendió muy rápido los secretos del oficio al lado de Juan Verón, el viejo cabañero de la estancia.
Los toros y vacas para Palermo ese año estaban mejor que nunca. Había muy buenas expectativas, pero desgraciadamente, unos días antes de salir, Verón se quebró un tobillo trabajando en la manga y tuvieron que meterlo a Nemesio en el viaje a Buenos Aires.
Todo fué nuevo para él. Quedó deslumbrado en la gran ciudad. Todos los días iba hasta Palermo en subte, y a la tardecita se volvía a la pensión en colectivo "para ir conociendo" como él decía. Los 25 días se le pasaron volando entre trabajos, descubrimientos y miradas interminables a las promotoras de la Rural.
Le tocó volver por El Pampa, una empresa de colectivos que ya no existe.
Y Nemesio venía agrandado. Cuando estaban llegando al monte de la estancia se paro al lado del colectivero y le dijo: -¡No le aflojés del todo porque estoy baqueano!-
El hombre lo miró con cara de aburrido y le dijo -¡Está bién!- Así que casi sobre el caminito de acceso redujo la marcha, bajo dos ruedas a la banquina y se deslizó abriendo la puerta.
-¡Chau hermano!- Le grito Nemesio y se tiró.
El revoleo de alpargatas, sombrero y bolsos fué tan grande, que al colectivero le dió lastima, paró definitivamente, y corrió junto con algunos pasajeros a auxiliarlo. Cuando llegaron Nemesio ya estaba juntando sus cosas y les dijo muy seguro: ¡Que ojete! ¡Me resbalé!

4 comentarios:

  1. buenisimo!!!! me estoy riendo solo frente a la compu

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  2. jajajaja con tu relato hice cagar de risa a todos en la veterinaria....
    UN ABRAZO DOQUI!!!!!!

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  3. JaJaJa..."No le aflojes del todo que estoy baqueano"...las historias de golpes parecen ser las mejores...

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  4. espectacular, yo estoy cagandome de risa leyendo.... y mi flia me miiiiiiraaa.......

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Un Veterinario y las Mujeres Guerreras

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