miércoles, 2 de diciembre de 2009

El toro ciego

Según me dijeron por teléfono, tenían un toro que estaba "raro". Casi no se movía, con lo que no podían llevarlo a la manga para revisar y además, estaba ciego.
-¿Y desde cuando está así?- Le pregunté a Osvaldo, el encargado.
-¡Y! ¡No sé! Hará unos 3 o 4 días. La macana es que va a tener que revisarlo en el potrero porque no hay forma de encerrarlo-
-¡No hay problema! ¡Algo vamos a hacer!- Y calculando que no iba a ser tan dificil agarrarlo, cargué las cosas en la camioneta -¿Vamos chicos?- Les dije a Juan y a Rodrigo que estaban jugando en la vereda y tendrían en ese entonces unos 10 años -¡Siii!- Gritaron contentos. Y salimos.
Llegué a la estancia. Osvaldo nos esperaba en la puerta del galpón, y nos acompañó hasta el potrerito de campo natural muy pelado donde estaba el toro. No había árboles, desniveles ni matorrales en todo el cuadro. Solo pasto corto y el toro inmovil a unos 200 metros de la tranquera. Era un enorme animal Angus colorado que en verdad tenía muy mal aspecto. Estaba indiferente, como dormido. Por las dudas dejé la camioneta en la tranquera y ahí quedaron Osvaldo y los chicos esperando. Armé el lazo y caminé decidido hacia la bestia ciega. Me arrime por detras, y del costado nomás, le hice un bonito tiro de lazo. Cuando el tipo sintió la soga en el cogote dió vuelta la cabeza y ahí lo supe... ¡No estaba ciego! Me encaró decidido y yo corrí, con la agilidad y presteza que dá el susto, siempre teniendo la presilla en la mano. Por suerte hizo una carrerita de unos 30 metros y se paró.
-¡Ajá!- Pensé yo -Este tipo esta tan jodido que no me vá a alcanzar- Y entonces empecé a trotar alrededor para "enredarlo" con la cuerda. Esto es hacer que le queden las patas con una vuelta de lazo haciendo que se caiga. En eso estaba cuando el colorado sintió que le tocaba los garrones y ahí sí, se me vino decidido a eliminarme. Yo corrí todo lo que pude, pero el arrancón de un toro es muy rápido, y pronto me alcanzó, me topó a la altura de la cadera, me despidió para adelante y cuando caí me pasó enterito por encima.
Como siempre tengo suerte en estos trances, el toro no era aspudo, no me dió ningún pisotón triturador y además, siguió corriendo sin entretenerse conmigo. Despues me acuerdo de ver a Osvaldo que venía corriendo a ayudarme y gritaba ¡Lo mató! ¡Lo mató!
Lo que tenía el toro y de como logramos sacarle el lazo del cogote, es tema para otro relato.

2 comentarios:

  1. Osvaldo contento con el espectaculo gratuito que estaba viendo......QUE ENCARGADO GUAPO!!!!!!!!!!!!!

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  2. hahaha,Como puede ser que un toro no de pisotones trituradores?!
    de que material estas hecho? Igual según tus historias, no falto nada! jeje

    saludos!

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