La muerte es parte de la vida. Pero a la mayoría de los humanos nos dá miedo. Tal vez porque nadie volvió para contar lo que es y como se siente. Entonces nos consolamos con ideas propias de vida eterna del alma, reencarnaciones, cielo e infierno, espíritus vagando en otras dimensiones, y cuantas explicaciones nos dan las religiones para aliviar la angustia de lo desconocido.
El resto de las criaturas vivientes parece no sufrir tales traumas. Viven al límite de sus posibilidades hasta que el cuerpo les dice basta y allí quedan, la mayoría tirados al sol, renovando con sus despojos el ciclo permanente de la vida. Aprovechan el estar sanos y fuertes para reproducirse, alimentarse, jugar y esperar la vejez sin tensiones. Y luego se dejan morir.
Me ha tocado mil veces estar cerca de animales a punto de morir y siempre muestran una tranquilidad que sorprende. Salvo muy pocas ocasiones, no se quejan de nada. No hacen balances, ni piensan en lo que vendrá. Solo se mueren tan naturalmente como nacieron.
Los humanos somos distintos a todo el resto. Algunos, a los que creemos menos evolucionados, tienen una actitud "animal" de entregarse a la muerte sin sufrir, mientras que otros tratan hasta último momento de desentrañar el porque de tan gigantesco paso.
De cualquier forma, sean plantas, animales o humanos, todos seguimos el mismo camino, y hasta ahora, que se sepa, nadie se metió en ese camino llevando algo encima.
Estas cosas pensaba ayer mientras se moría una oveja con toxemia de la preñez. La tipa se quedó quietita, revoleó el ojo izquierdo, estiró un poco la pata y terminó de respirar.
Las amigas comían ahí cerquita y no se molestaron con el asunto.
El resto de las criaturas vivientes parece no sufrir tales traumas. Viven al límite de sus posibilidades hasta que el cuerpo les dice basta y allí quedan, la mayoría tirados al sol, renovando con sus despojos el ciclo permanente de la vida. Aprovechan el estar sanos y fuertes para reproducirse, alimentarse, jugar y esperar la vejez sin tensiones. Y luego se dejan morir.
Me ha tocado mil veces estar cerca de animales a punto de morir y siempre muestran una tranquilidad que sorprende. Salvo muy pocas ocasiones, no se quejan de nada. No hacen balances, ni piensan en lo que vendrá. Solo se mueren tan naturalmente como nacieron.
Los humanos somos distintos a todo el resto. Algunos, a los que creemos menos evolucionados, tienen una actitud "animal" de entregarse a la muerte sin sufrir, mientras que otros tratan hasta último momento de desentrañar el porque de tan gigantesco paso.
De cualquier forma, sean plantas, animales o humanos, todos seguimos el mismo camino, y hasta ahora, que se sepa, nadie se metió en ese camino llevando algo encima.
Estas cosas pensaba ayer mientras se moría una oveja con toxemia de la preñez. La tipa se quedó quietita, revoleó el ojo izquierdo, estiró un poco la pata y terminó de respirar.
Las amigas comían ahí cerquita y no se molestaron con el asunto.
Muy buena reflexión, también es asombroso como soportan las enfermedades, sin importarles nada más que disfrutar al máximo lo que el cuerpo les permite hacer.
ResponderEliminarHola doc, es una linda reflexión, un poco en broma y un poco en serio, yo ya arranqué a reproducirme, creo...que estaría bueno seguirte a vos en el sentido de tener varios desendientes....eso te debe dejar morir en paz....no?, que mas quiere uno....
ResponderEliminarUN ABRAZO NOS VEMOS EL LUNES!!!!!