sábado, 23 de enero de 2016

Escuela de equitación



¡Da gusto verlo! Osvaldo Fuentes tiene 19 años. Es un tipo alto, fibroso y oscuro de piel. Se viste sencillito. Camisa, pañuelo, bombachas, faja y alpargatas negras. Es hijo de Don Juan Fuentes, el encargado de la estancia Miraflores, cerca de Juan N. Fernández. Lo conozco casi desde que nació y lo fui viendo crecer arriba de los caballos. Pero siempre me impresiona. Para él los estribos son como un adorno del recado. Cuando va a montar, apoya apenas la mano izquierda con las riendas, sobre el tuso del animal y pega un salto, con la agilidad de un gato, para caer sobre el cuero como la cosa más natural. Se sienta de una manera extraordinaria, como si formara parte de una misma cosa con el lomo del yeguarizo, y cuando arranca al galope tendido ¡Mamita! Es como ver un ciervo a toda carrera. Cuando desmonta, lo hace de tal forma, que parece que el yute de sus alpargatas acariciara apenas el suelo.
Hace unos días me entretuve viendo como encerraban una tropa de novillos de venta. De repente se cortaron dos o tres animales y Osvaldo se fue detrás de ellos, en toda la furia, sobre un ágil redomón tostado. Tan fuerte iba corriendo, que en un golpe de viento, se le voló la boina colorada. El tipo, en plena carrera como venía, paró al tostado sobre las dos patas haciéndolo rayar el suelo, lo dio vuelta y lo largó para atrás tan ligero como antes. Cuando llegó al lugar de la voladura, se inclinó hasta el suelo y con la mano derecha alzó la gorra limpiamente, enderezó de nuevo al animal para seguir a los escapados, y tomando las riendas entre los dientes, se acomodó la boina y siguió corriendo.

Me quedé pensando en la cantidad de buenos jinetes que tenemos en el campo, hechos a los golpes y a los tropezones, viendo desempeñarse e imitando a sus mayores ¡Una linda escuela!    

2 comentarios:

  1. Es verdad Jorge!!!
    Tengo la suerte de conocer varios buenos jinetes, algunos ya con años de golpes y tropezones, y otros recien en sus primeras andanzas pero muy corajudos también...
    Y la verdad que es un placer verlos montar y con que facilidad se manejan.
    Por suerte es parte de la tradición que se sigue manteniendo.

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  2. Es un placer como bien dice Nico observar a un buen jinete. Los que tenemos caballos no tenemos palabras para describir lo que es para nosotros esta bestia, como Jorge llama a los animales en sus historias. Lograr un binomio con el caballo es una de las cosas más gratificantes para los que estamos en esta disciplina.

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