Así se hace la mayoría de las operaciones en grandes animales a campo. Se trata de buscar algún lugar con pasto, para evitar que la tierra vuele sobre la herida. Se derriba el sujeto con anestesia o mediante maneas. Se inmoviliza y luego se trabaja en posiciones a veces difíciles, acostado sobre el animal, agachado en cuclillas, a veces con la ayuda de un banquito de ordeñador para evitar los dolores de espalda (propios), en ocasiones mojado, en otras en medio del barro o entre los juncos de una laguna donde se tiró la parturienta, también toca alguna lluvia molesta y hasta una sorpresiva granizada. El frío también duele al cirujano. A mí me pasa que cuando el frío es demasiado intenso, los dedos se entumecen y es dificil manejar correctamente el bisturí o los elementos de sutura.
¡Será por eso que se disfruta tanto una operación en un soleado día de primavera, sin viento, y teniendo una buena mesa de operaciones de oloroso pasto verde!
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