Hace varios años que dirijo a los chicos que terminan el colegio secundario, en una obra de teatro que presentan en la fiesta de fin de curso. Han salido trabajos increíblemente buenos teniendo en cuenta que la gran mayoría jamas pisó las tablas, y también, van quedando cuentos de antología.
Hubo un tiempo en que intenté hacer cosas especiales con ellos aprovechando su agilidad y disposición, así que en una obra en que aparecía un personaje tipo Superman del subdesarrollo, se me ocurrió que irrumpiera volando colgado de una soga. La idea era que de pronto, cruzara el ancho del escenario gritando, agarrado de una cuerda que ataríamos en una viga del techo.
Como siempre andamos ajustados con los tiempos de los ensayos porque en esos días los egresados andan con mil cosas que los distraen, la escena del salto del superheroe fué quedando en un borrador. Solo lo habíamos hablado con Matías y me dijo que no había problemas, que él se animaba y que saldría bien. En el ensayo general de la tarde previa al debut, cuando probamos luz y sonido, Matías saltó, y pudimos ver como cruzaba volando elegantemente el escenario para caer entre bambalinas del otro lado. -¡Barbaro!- Le dije -Si te sale así, vá a estar muy bien-
Esa noche se cambiaron y prepararon. Los nervios del debut flotaban en el aire. Los chicos se animaban con chistes, gritos y empujones en el vestaurio impregnado de olores varios, mientras se iban maquillando. Antes de empezar, Matías se subió a lo mas alto de la escalera que estaba apoyada sobre una pared lateral, fuera de la vista del público, y probó la tensión de la cuerda con algunos tirones.
Anunciaron la obra y de pronto, la magia de siempre. Los actores empezaron a contar otra historia, mientras el público se enganchaba cada vez mas con risas y comentarios.
Hasta que llegó el momento de la entrada del heroe enmascarado. Y se vé que Matías había juntado tanta adrenalina, que saltó con una fuerza increíble, pasó el ancho del escenario tal como tenía que ser, pero al llegar al otro lado, chocó de cabeza contra la pared y cayo de espaldas sobre el escenario de madera con gran estrépito. La gente solo sintió el ruido, pero no vió lo que había pasado. Se hizo un gran silencio que de pronto se convirtió en un cerrado aplauso y ovación, cuando el superheroe apareció medio maltrecho y con la máscara ladeada diciendo sus palabras de presentación.
¡Así es el teatro!
Hubo un tiempo en que intenté hacer cosas especiales con ellos aprovechando su agilidad y disposición, así que en una obra en que aparecía un personaje tipo Superman del subdesarrollo, se me ocurrió que irrumpiera volando colgado de una soga. La idea era que de pronto, cruzara el ancho del escenario gritando, agarrado de una cuerda que ataríamos en una viga del techo.
Como siempre andamos ajustados con los tiempos de los ensayos porque en esos días los egresados andan con mil cosas que los distraen, la escena del salto del superheroe fué quedando en un borrador. Solo lo habíamos hablado con Matías y me dijo que no había problemas, que él se animaba y que saldría bien. En el ensayo general de la tarde previa al debut, cuando probamos luz y sonido, Matías saltó, y pudimos ver como cruzaba volando elegantemente el escenario para caer entre bambalinas del otro lado. -¡Barbaro!- Le dije -Si te sale así, vá a estar muy bien-
Esa noche se cambiaron y prepararon. Los nervios del debut flotaban en el aire. Los chicos se animaban con chistes, gritos y empujones en el vestaurio impregnado de olores varios, mientras se iban maquillando. Antes de empezar, Matías se subió a lo mas alto de la escalera que estaba apoyada sobre una pared lateral, fuera de la vista del público, y probó la tensión de la cuerda con algunos tirones.
Anunciaron la obra y de pronto, la magia de siempre. Los actores empezaron a contar otra historia, mientras el público se enganchaba cada vez mas con risas y comentarios.
Hasta que llegó el momento de la entrada del heroe enmascarado. Y se vé que Matías había juntado tanta adrenalina, que saltó con una fuerza increíble, pasó el ancho del escenario tal como tenía que ser, pero al llegar al otro lado, chocó de cabeza contra la pared y cayo de espaldas sobre el escenario de madera con gran estrépito. La gente solo sintió el ruido, pero no vió lo que había pasado. Se hizo un gran silencio que de pronto se convirtió en un cerrado aplauso y ovación, cuando el superheroe apareció medio maltrecho y con la máscara ladeada diciendo sus palabras de presentación.
¡Así es el teatro!
Marche una sutura de Nylon jaja...los golpes en la cabeza son los peores.
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