sábado, 21 de agosto de 2010

El apurón de Juancito

Todos nuestros hijos han sido muy voluntariosos desde chicos.
Ese día fuimos al campo con Juancito, que tendría unos 7 años, y como todo chico voluntarioso, apenas paré la enorme camioneta Ford con cúpula, apuntando a la tranquera de Ramirez, se largó corriendo a abrirla.
Vi que se agachó delante del capot para desenganchar la cadena, y de pronto oí un grito y allá pasó Juancito corriendo al lado de mi puerta con su camperita celeste y cualquier cantidad de puntos negros revoloteándole sobre la cabeza.
¡Abejas!
Me largué de la camioneta y corrí hasta alcanzarlo. Lo alcé y seguimos de disparada hasta que las zumbonas se alejaron. Resulta que un enjambre había ido a posarse justo sobre la maldita cadena de la tranquera y cuando el nene metió las manos para abrir se le vinieron al humo.
Y ahí estábamos como a cien metros de la camioneta sin poder volver y pensando en recuperar el vehículo, sitiado por las salvajes voladoras. Después de un buen rato, dejé a Juan en el lugar, por las dudas, y me acerqué caminando despacito para no alborotarlas más. Abrí la cúpula, saque el mameluco y con eso me fabriqué un turbante que nos envolvió a los dos y pudimos volver a subir a la camioneta sin que nos piquen.
Cuando volvíamos para la Ford, caminando suave como en misa y envueltos con las telas, pasó el viejo Santiesteban y abrió grandes los ojos, mientras levantaba una mano para saludar.
¡Andá a saber lo que pensó!

1 comentario:

  1. Me encanta lo que comentas sobre tus hijos. Voluntariosos y no dudo que cariñosos y buena onda. Felicidades.

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