viernes, 1 de octubre de 2010

Salud y medicina

Fue hace poco. Era un día de mucho sol y terminé de revisar una tropa de novillos casi a mediodía. De vuelta para San Manuel me dieron ganas de parar a tomar mate, así que elegí un buen lugar y debajo de unas plantitas prendí un fuego con cardos secos y ramitas, y me calenté el agua en la tiznada. Después me senté contra el alambrado. Tranquilo.
En eso estaba cuando se acercó por el potrero de avena muy pelado, el enorme zaino de Julián.
-¿Cómo anda dotor?-
-¡Ya lo ves Mandioca! ¡Descansando un rato!-
-¡Usté sí que se pasa una buena vida! ¿Eh?-
-La verdad es que no me puedo quejar. Hago lo que me gusta y mi familia y yo estamos sanos ¿Qué más puedo pedir?-
-¡Uh! Si es por pedir-… dijo Mandioca –Mi patrón siempre está desconforme. Quiere mas plata, mas salud, mas herramientas, mas viajes, mas autos… ¡Que se yó! A veces me da lástima. Ahora anda asustado porque cumplió 50 años y está hace tiempo meta hacerse análisis y controles. Y tanto jode que al final algo le van a encontrar-
-Eso es verdad- Le dije -Hay métodos de diagnóstico tan sensibles que te pueden detectar cualquier cosita que tengas. Y entonces agarrate. Porque atrás de eso vienen los tratamientos de por vida. Que la presión, que el colesterol, que los nervios, que las piernas, que la columna y ahí quedas enganchado-
¡Que lo parió! Exclamó Mandioca
Lo miré y me reí mientras tomaba un mate.
-¿Por qué se ríe dotor?-
-Porque eso decía un perro famoso con un nombre parecido al tuyo. El perro Mendieta. Y te contaba que es así nomás. En el tema de salud los humanos hemos pasado desde el extremo de casi no tener atención médica, a estar sometidos a estudios cada vez más caros y complejos, con instrumentos que valen fortunas y que hay que amortizar, y donde el médico clínico ha pasado a ser casi despreciado, cuando es el más valioso especialista del sistema-
-¡A la pelota dotor! Como se calienta hablando de esto-
-¡Y si Mandioca! ¿Querés que te diga una cosa? Me gustaría que pudiéramos volver a las cosas simples-
-¿Y por qué no pueden?-
-¡Porque ya nos subimos al tren y allá vamos!-
-¿Adonde van?-
-La verdad es que no sé Mandioca-
Y mientras decía esto terminé de vaciar el mate, apagué el fuego, cargué las cosas y seguí viaje después de despedirme de mi amigo.

2 comentarios:

  1. Cuanta VERDADDDDDDD!!!!!!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. si, yo tambien quiero volver a las cosas simples.estoy cansada de este mundo de hoy, tan lleno de cosas, de tecnologia, de avances , de consumismo, de cosasqueal fin y al cabo lo unico que hacen es olvidarnos de lo simple. si bien sirven , no lo voy a negart. pero....ya es mucho...volvamos a lo simple y veremos que todo es menos complicado....

    ResponderEliminar

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...