domingo, 21 de agosto de 2022

El cerebro de nuestras vacas

A veces es bueno entender un poco más del funcionamiento del sistema nervioso de nuestros animales domésticos, para poder trabajar mejor con ellos y aumentar su bienestar.

 


Allá fuimos un grupo de docentes de Fisiología animal de la UNICEN, a dar un curso para profesores de secundaria en Mar del Plata. Mi tema era Neurofisiología. La última actividad del curso fue un gran Taller-Debate donde los 34 “alumnos” pudieron bombardearnos con preguntas e inquietudes. Entre ellos, había tres relacionados con la ganadería, y se engancharon mucho con mi charla.

-¡Digamé Spinelli! Hay algo que me gustaría que nos ampliara, y es lo relacionado con el aprendizaje de los bovinos ¿Es cierto que pueden aprender tantas cosas?-

-¡Vean! ¿Recuerdan lo que dije sobre la forma en que los animales aprenden algo? Los mamíferos tienen cerebros muy evolucionados con dos puntos o centros muy interesantes dentro de su estructura, que son los centros de recompensa y de castigo. Cuando un individuo realiza un acto nuevo para él y tiene un buen resultado, como por ejemplo entrar en un galpón que normalmente lo asustaría y encontrarse con un montón de grano para comer, este acto queda fijado por la activación del centro de recompensa. Es así que el animal tiende a repetir esa acción. Allí tienen un “aprendizaje”. Ahora sabe que entrar en el galpón le dará comida.

Por el contrario, si cuando el curioso entra al galpón es sorprendido por un sonido violento, este suceso quedará fijado por el centro de castigo, y seguramente el explorador evitará volver a entrar en el bendito galpón. Aprendió que el galpón está relacionado con algo terrorífico.

-¡Está bien! Pero como podemos usar esto que nos cuenta para enseñarle algo a una vaca.

-Los dos caminos a recorrer para enseñar a un animal, consisten en buscar como activar uno de estos centros.

Antiguamente, los circos tenían animales en sus espectáculos. La forma que usaba la mayoría de los “domadores” para enseñar a un tigre o a un mono, a hacer alguna prueba, era el castigo. El famoso látigo. El animal obedecía por temor al dolor. Precisamente se estimulaba el centro de castigo y se lograban resultados a pesar del sufrimiento de los “artistas” animales.

En la actualidad, es unánime la adopción del camino de la recompensa. Cuando el animal hace lo que le pretendemos enseñarle, se gana un premio. Ya sea un bocado o un gesto afectuoso.

A aquellos de ustedes que son ganaderos, les doy un ejemplo concreto. Supongan que tienen un rodeo que no pueden hacer circular por la manga sin gritos ni estrés. Primero deberán descartar problemas en el diseño de mangas y corrales, y después analizar el motivo de la resistencia a pasar por la manga. A veces se trata simplemente de alejar los perros, si no son muy buenos para el trabajo, o adoptar las varas o las banderas para arrear sin gritos, solo con toques leves. Después, y esto es muy importante, una vez terminada la tarea específica, les recomiendo hacer desfilar dos veces, a todo el rodeo, por la manga abierta. Que simplemente los animales pasen por ella sin contratiempos. De esta manera, cuando los vuelvan a encerrar, volverán con las buenas sensaciones que se fijaron en su centro de recompensa.

-¡Buena idea! ¡La voy a probar!- Afirmó Laura C., una profesora de Coronel Vidal, casada con un ganadero tradicional –Pero a mí me quedó una duda ¿Cómo es la memoria de las vacas y cuánto dura?

-¡Mirá Laura! Tanto los animales más evolucionados, como nosotros los primates, somos capaces de almacenar información en nuestro sistema nervioso ¿Qué información guardamos? Solo la que es relevante y puede ayudarnos en nuestra diaria actividad. Es por eso que se calcula que el sistema nervioso desecha más del 99% de los estímulos que recibe. Los considera intrascendentes. Lo verdaderamente importante queda registrado primero como memoria superficial y luego, si realmente es un dato vital, durante el sueño se fija en la memoria profunda y probablemente quedará allí toda la vida.

-¡Entiendo! ¿Pero que es específicamente la memoria? ¿Qué pasa en el cerebro de un animal para que pueda guardar una información?

-¡Miren! Verdaderamente no hay una respuesta precisa. Hay quienes postulan que un estímulo provoca cambios químicos en las neuronas, que pueden ser permanentes cuando se llega a la memoria profunda. Otros dicen que son “huellas sinápticas”, es decir que un dato nuevo que ingresa al cerebro, activa una nueva ruta sináptica, que quedará activa para siempre, mientras ese dato esté en la memoria. Sería como abrir una nueva calle en el medio del campo.

-¿Y que es una sinapsis?

-¿Quien preguntó eso?

-¡Yo!- Dijo uno de los presentes levantando la mano –Ya se que es una de las primeras cosas que explicó en la charla, pero yo tuve que venir más tarde.

-¡No hay problema! Les recuerdo rapidito que una sinapsis es la unión entre dos células nerviosas o neuronas. Y les recuerdo también, que cada célula nerviosa puede enviar información hacia unas 1000 neuronas, y recibirla de otras 1000, sumado a esto que se calcula que en un cerebro hay entre 500 y 1000 millones de neuronas, las posibilidades de comunicación entre ellas son infinitas.

¡Bueno! ¿No hay más preguntas?

-¡La última Spinelli! ¿Las vacas ven en colores?

-¡Linda pregunta! Les diré que los colores son distintas longitudes de onda de la luz. Esta luz en captada por los ojos, conducida a la parte posterior del cerebro, la occipital, y allí es interpretada por el individuo y transformada en “imágenes”.

Todos los animales lo hacen. Es decir que todos ven en colores y pueden diferenciarlos. Lo que pasa es que ellos no pueden hablar para contarnos como interpretan esa misma luz que los humanos percibimos.

Resumiendo: Las vacas, y en general todos los animales, son capaces de aprender y se les pueden enseñar habilidades apropiadas a cada especie. También son capaces de memorizar las cosas que les interesan, y por fin, recuerden que todos son capaces de diferenciar los colores-

Un lindo aplauso fue el cierre de la charla y el debate. Nos fuimos todos contentos.

      

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