domingo, 7 de febrero de 2021

La Machucona y la Negrita

 Dicen que son pocos los que tienen el privilegio de ser visitados por la Machucona.

Es una mezcla de hada y bruja de los veterinarios, que en verdad se aparece dónde quiere, y a quien ella cree más conveniente para sus propósitos.

Entre otras cosas, tiene el poder de meter el alma de un veterinario dentro del cuerpo de un  animal, durante el tiempo que corre desde la salida hasta la puesta del sol. Al que le toca esta suerte, tiene la enorme ventaja de conocer por dentro el pensamiento de los animales que prefiera. Pero hay que elegir con cuidado en que animal ingresar cuando ella lo propone. Hay colegas, interesados por las especies exóticas, que le han pedido el honor de habitar, por ejemplo, dentro de un antílope, como fue el caso de Camilo Bindón, con tanta mala suerte, que mientras el pobre infeliz estaba dentro del cuerpo de un soberbio antílope bongo, en algún lugar selvático de Etiopía, fue sorprendido por un montón de leonas hambrientas. Allí mismo el alma de Camilo se perdió vaya a saber en qué lugares del espacio, y su cuerpo fue encontrado sin vida en el fondo del campo de los Rubiales.

Yo conocí a la Machucona hace muchos años. Aunque el pasaje del alma hacia un animal y la vuelta al cuerpo propio son un poco impresionantes, la verdad es que estoy muy contento por haber estado dentro de caballos, toros, perros, gatos, algunos pájaros y varios peces. Es bueno aclarar que entrar en aves y peces es muy peligroso, porque su vida misma de animales predados es peligrosa, pero no hay palabras para contar la sensación de volar por nuestros propios medios o poder respirar debajo del agua y conocer las ciudades del fondo del mar.

Cada vez que quiero hacer un viajecito de estos, solo tengo que invocar a la Machucona en un lugar descampado, haciendo unos círculos en la tierra con un palito de Eucaliptus.

El martes pasado estaba sin trabajos programados, así que me fui al lugar que más me gusta, hice el ritual, y al ratito nomás se me apareció la tipa.

-¿Cómo andás Jorge? ¡Hace tiempo que no nos veíamos!

-¡Estoy bien Machucona! No nos vemos desde que me metí en aquel carancho, y me pasé el día volando sin parar. Estuvo muy bueno.

-¿Y hoy en que bicharraco se te antoja entrar?

-¿Me podrás meter en mi perra Negrita? Tengo ganas de saber cómo está pasando este tema de la pandemia, y que piensa de nosotros y de las cosas que nos están preocupando en el país.

Y entré en el cuerpo de Negrita y cuando cayó el sol volví al mío.

Hoy les puedo contar que mi perra no tiene la menor idea de que hay una pandemia en el mundo, ni le interesa en lo más mínimo la salud. Sospecho que mientras todo le funcione seguirá viviendo, y cuando ya no le ande bien el cuerpo, se morirá tranquilamente. Además, en todas las horas que recorrí sus pensamientos, no hubo ni un chispazo de futuro en ellos. Solo encontré datos del presente, y algunas cosas del pasado, como cuando Venegas se bajó de la camioneta frente a la veterinaria, y sentí que recordaba que ese hombre, una vez me pegó una patada en las costillas, porque tuve el coraje de ladrarle en forma amenazante.

¡Con razón mi Negrita nunca me conversaba cosas de actualidad como algunos gatos y canarios que he tenido! ¡Debe ser corta de entendederas!  

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