La primera revelación de Herminio Ruiz sucedió
cuando apenas tenía doce años y vivía con su familia en la Estancia “Los
Nogales” de Freire. Esa mañana salieron a recorrer a caballo el bañado con su
padre José y su hermano Benito. Dicen que había mucha niebla y que no
alcanzaban a ver más allá de las orejas de los pingos. De pronto se aparecieron
los diez o doce perros cimarrones que habían estado matando ovejas en toda la
zona. Eran animales temibles, muy grandotes y fieros. Con toda desvergüenza se
le fueron al humo a los tres cuzcos que los acompañaban. Aunque eran perritos
trabajadores y voluntariosos, en pocos sacudones, los malevos los destrozaron.
El viejo José, les gritó a los chicos que dispararan para la costa del bañado
mientras él los entretenía, pero eran tan bravos los bandidos, que pronto uno
se le prendió del estribo y no largaba a pesar de los azotes que José le pegaba
por la cabeza. Los demás empezaron a morder el caballo por todas partes,
mientras el pobre animal daba bufidos y saltos desesperados tratando de zafar,
y amenazando con desmontar a José y dejarlo a merced de la jauría.
Y pasó lo que pasó. Herminio, al ver el terrible
ataque, pegó la vuelta en su caballo, en una atropellada llegó hasta su padre
que ya casi no aguantaba sobre el lomo del animal, desmontó de un salto, y les
pegó un grito a los atacantes.
Cuentan que José, su caballo y los perros furiosos y
ensangrentados, quedaron como en suspenso un instante que pareció eterno,
mientras Herminio avanzaba tranquilamente y le ponía el lazo en el cuello al más
grande de todos y que parecía el jefe de la banda. El perro se dejó hacer sin
resistirse.
Y dijo Herminio mientras ataba el lazo en la asidera
y montaba nuevamente:
-¡A este perro lo voy a matar como escarmiento por
lo que le hizo a los míos, y a todos ustedes, no los quiero volver a ver por la
estancia nunca más!
Dicho esto, le hundió los talones en la panza a su
tostado y se largó en loca carrera por el bañado, hasta que el malevo estuvo bien
ahorcado y muerto.
Los demás perros desaparecieron para siempre y el
relato de la aventura empezó a rodar por la zona de La Numancia.
Para Herminio fue el inicio de una serie de hechos
fantásticos que nadie pudo explicar.