miércoles, 25 de noviembre de 2015

Cierre de campaña

El jueves pasado fue el cierre de campaña. Algunos muchachos cerraron su actividad proselitista para las elecciones del domingo 22, y nosotros terminamos la campaña 2015 de Inseminación a Tiempo Fijo. Justo ese día, uno de los candidatos habló frente a una multitud en Humahuaca y el otro dio dos discursos. Uno en Mar del Plata y otro en La Matanza
Mientras esto pasaba, Juan y yo íbamos en camino hacia el establecimiento El Jaguel, ubicado entre Matienzo y El Lenguaraz, a 35 kilómetros por tierra desde San Manuel.
Teníamos que hacer una inseminación grande en un rodeo sincronizado. Esto quiere decir que les habíamos hecho un tratamiento para que ovularan todas juntas, y nuestro trabajo, era hacer el servicio a partir del mediodía de ese jueves. Ni antes ni después.
El problema fue que desde las 10 de la mañana empezó a llover. Primero suavecito y al rato a baldes.
El viaje de ida no fue tan malo, porque la calle estaba livianita y pudimos llegar bien, pero las casi tres horas de tarea que siguieron, nos dieron una paliza. Cuando uno trabaja en la manga mientras llueve, pasa por varios estados. Al principio, el agüita es refrescante y la inquietud por lo que se viene, hace que la gente hable fuerte y se ría por cualquier pavada. Al rato, ya la humedad pasa la ropa y llega al cuerpo. Uno siente algún hilo de agua que corre por el medio de la espalda, siempre buscando hacia abajo y se pierde en ciertos canales. La charla se va apagando. Después viene la etapa del embrutecimiento. Está todo perdido. La gente mojada hasta los huesos, pero ya insensible al frío, se mueve casi sin pensar; y por fin, el barro y el agua que levantan las vacas al zapatear en cualquier charco, hacen que la mayoría termine a las puteadas. Así le metimos hasta las 3 de la tarde. Todavía nos quedaba el viaje de vuelta al pueblo. Desinflamos las ruedas traseras, para que la camioneta se afirme un poco más, y nos largamos. Todavía no habían abierto huella en esa calle repleta de barro, pero entre aceleradas, barquinazos y patinadas, llegamos a la veterinaria casi a las cuatro, en muy malas condiciones.
No sé cómo habrán terminado el día de cierre los candidatos. Nosotros llegamos molidos a la noche, y el vino y la picada con queso y salame, acariciaron más que nunca.  


viernes, 13 de noviembre de 2015

Una chancha acalorada

Ayer bien temprano, sonó el teléfono en la veterinaria. Era Reinaldo. Después de los saludos de rigor, me preguntó si podía ir a ver la chancha que tiene en la quinta detrás del pueblo.
-¿Qué es lo que tiene la chancha Reinaldo?- Le pregunté como para ir pensando en las posibilidades.
-¡Es medio raro!- Me contestó.
-¿Cómo que es medio raro? ¿Qué le pasa?-
-¡Es que la usó un torito como de 400 kg y la dejó toda descuajeringada!-
Enseguida cargué todo los instrumentos y me fui hasta la quinta.
Era verdad. De a poco fuimos desenrollando la historia. La famosa chancha entró en celo y parece que se puso tan atractiva, que el torito Holando argentino que Reinaldo tenía en una parcela contigua, no aguantó la emoción, saltó el alambrado y se fue derecho a la hermosa y redondeada hembra.
Reinaldo estaba viendo todo, pero no se imaginó lo que iba a pasar. El toro empezó a lamer a la dama y esta, como toda chancha en celo, se quedó quietita. De pronto, lo inevitable. El toro se puso donde se tenía que poner, sacó lo que tenía que sacar, se subió donde se tenía que subir y perforó lo que no le correspondía.
Dice Reinaldo que la tipa pegó un terrible alarido mientras el galán terminaba su faena.
Mientras comentábamos el suceso, fui aplicando el coagulante y el analgésico correspondientes. Además tuve que tranquilizar a Reinaldo. Le aseguré que la chancha no puede quedar preñada en este caso, y menos tener algún cachorro cruza entre cerdo y vaca como él pensaba.



  

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...