viernes, 22 de enero de 2021

Los casos difíciles

 



Hepatomegalia arriba y una rara lesión intestinal, nos tienen 

devanándonos los sesos

Yo diría que el 80 % del trabajo profesional, con el tiempo se transforma en una rutina. Tanto que hay tareas duras y agobiantes para el físico, como el tacto rectal, que se hacen en un modo parecido al “piloto automático”. Uno pasa centenares de vacas al día, pero la revisación de cada una de ellas, no demanda un ejercicio intelectual elaborado, dejando la mente libre para charlas y jaranas de todo tipo en la manga.

Pero también tenemos los casos difíciles, donde ya no se trata de poner el cuerpo, sino de apelar a nuestra formación científica para tratar de resolver el asunto. Estos casos me gustan. Hay que reconstruir la historia, observar, analizar, recopilar datos, releer nuevos libros y en ocasiones, volver a hojear los inolvidables Mensa y Frohner de Patología. Hacer revisaciones clínicas, necropsias, mandar muestras a los laboratorios y pensar mucho.

En este punto, siempre sugiero que deberíamos entrenar nuestro cerebro con tanto tiempo y esmero, como el que dedicamos a nuestro cuerpo, en sesiones de gimnasio, trote o bicicleta.

Vieran que lindo que es encontrar por fin la solución. Cuando todas las piezas encajan y podemos explicar cada una de las cosas que encontramos.

Ahora estamos con un caso así entre manos. Hasta el momento han muerto dos vaquillonas de un lote de 80, en el término de 20 días. Hemos recorrido el campo que es un buen potrero de Agropiro, hemos hecho buenas revisaciones clínicas, tratamientos sintomáticos, luego necropsias y aún esperamos los resultados de laboratorio, para tratar de cerrar la cosa. Mientras tanto no paramos de leer y buscar datos. Un lindo ejercicio para este enero caluroso.

 

viernes, 15 de enero de 2021

Rompiendo todas las marcas


Acá comparamos los tamaños. Jeronimo mide 1,77 y pesa 95 kg



 

Esa noche le tocó a Jerónimo, mi yerno. Llamaron para atender una vaquillona Angus colorado que lucía muy grave. Según el propietario, estaba con la panza tan hinchada, que tenía miedo que no llegara viva hasta el día siguiente.

Allá fue el bueno de Jerónimo a revisarla casi a las once de la noche.

Se encontró con una pequeña vaquita, que calculó que no pesaría más de 340 kg, caída en medio de un pastizal de Agropiro, con una tremenda dilatación abdominal, que en principio supuso que se debería a algún problema digestivo.

Se puso la ropa vieja de trabajo, acomodó las cosas para la tarea, y se calzó un guante largo. Comenzaría con un tacto rectal, para tratar de averiguar si había alguna obstrucción o problema semejante.

Al introducir la mano por el ano, a través del recto tocó una masa enorme, dura, con consistencia ósea, que al principio no pudo identificar, pero que al fin asoció con la mano de un ternero, pero de un tamaño insólitamente grande.

-¡Tiene un ternero enorme adentro Miguel!- Le dijo Jerónimo al propietario -¿No le habían notado nada raro?

-La verdad es que parecía medio panzona, pero como pensé que no había estado con un toro, no creí que estuviera preñada ¿Y ahora?

-¡Ahora le voy a hacer una cesárea!

Y poniendo manos a la obra, Jerónimo tuvo que hacer una incisión el doble de largo que lo normal para sacar, después de grandes esfuerzos y con la ayuda de Miguel, un ternero que rompió todos nuestros records anteriores. Pesó 87,5 kg y midió desde la punta del hocico hasta el nacimiento de la cola 144 cm.

No sabemos si el Guinness tiene entre sus estadísticas el peso de terneros. Buscamos el dato en Internet paro no encontramos nada. Hablan de uno de 57 kg en Ecuador, pero al lado de nuestro gigante, no tiene ni para empezar.  

 

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...