martes, 26 de enero de 2016

Lucio y el TOC

-¡Para mí que Lucio tiene un TOC!- Me dijo Carolina preocupada.
Estábamos los dos parados al pie de la cama en la Unidad Sanitaria de San Manuel. Lucio estaba inconsciente, con una sonda que goteaba suero en su gruesa vena. Lo habíamos encontrado caído debajo de los árboles de ciruelas, en el potrero de la sierra, en la Estancia “Los Cerros”, cerca de Licenciado Matienzo.
-¿Por qué pensás que tiene un TOC?- Le pregunté.
-¡Porque no se puede creer lo que hace! Todas las mañanas que sale a recorrer, se va al potrero del monte de frutales, estaciona el overo al pie de los árboles, y se pone a comer hasta que le queda la panza como un globo ¡Se sabía que un día le iba a pasar algo así! Menos mal que Martínez lo vio cuando se desplomaba desde arriba del caballo, completamente pasado de ciruelas-
-¡Yo creo que vos tenés mucho psicoanálisis Carolina! Esto no es un TOC. El problema de Lucio es su tremenda afición a las ciruelas y nada más. En cuanto se termine la temporada vas a ver que se le pasa todo-

Pero me equivoqué. Cuando terminó la época de las ciruelas, el bueno de Lucio atacó los duraznos y los pelones, y después siguió con las manzanas. Hasta que Carolina lo despidió, cansada de traerlo a San Manuel a que lo curaran, cuando los atracones eran demasiado fuertes ¡Capaz que era un TOC nomás que lo hacía comer fruta hasta reventar!

lunes, 25 de enero de 2016

Deportistas camperos

Se ha puesto muy de moda en los últimos años esto de caminar o correr. Es divertido y bueno para la salud. Además, gracias a la super-comunicación en las redes sociales, todo se comparte, y hay enormes comunidades de atletas, tanto de elite como amateurs.
San Manuel, para no ser menos, tiene un montón de caminantes y corredores. Algunos muy buenos y otros bien camperos. Y esto sí es algo raro, ya que la mayoría de los que practican estas actividades se envuelve en ropajes caros y especiales. Zapatillas con aire y colores terribles, calzas, remeras y medias que absorben sudores, cinturones con cositas colgando para usar durante la carrera, relojes y teléfonos con programas que miden todo y muchas cosas más.
Para demostrar que tanta sofisticación no hace falta, acá los tenemos a Juan Ramírez y Tomás Gandoy. Juan es un caminante empedernido, sale entre las cinco y las seis de la mañana en verano y no más tarde de las siete en invierno. Arranca en el campo “La Marta”, donde vive, y camina 5 o 6 kilómetros diarios por la ruta. Sale de bombachas, camisa, faja, rastra de botones, gorra visera y botas de goma cuando hay rocío o botas de suela cuando está seco.
Al otro, Tomás, le gusta trotar, pero el tipo, dedicado a la chacra y tractorista consumado, corre por las calles de tierra de los alrededores del pueblo en las horas de más calor, vestido con pantalón y camisa grafa, botines de cuero y suela de goma, y así nomás en cabeza.

En San Manuel estamos acostumbrados a verlos, y cada vez que aparece alguno con atuendo o accesorios estrambóticos para el “running” o el “trekking”, no falta quien le recuerde que es todo al pedo, viendo lo bien que andan Juan y Tomás con sus pilchas camperas.      

sábado, 23 de enero de 2016

Escuela de equitación



¡Da gusto verlo! Osvaldo Fuentes tiene 19 años. Es un tipo alto, fibroso y oscuro de piel. Se viste sencillito. Camisa, pañuelo, bombachas, faja y alpargatas negras. Es hijo de Don Juan Fuentes, el encargado de la estancia Miraflores, cerca de Juan N. Fernández. Lo conozco casi desde que nació y lo fui viendo crecer arriba de los caballos. Pero siempre me impresiona. Para él los estribos son como un adorno del recado. Cuando va a montar, apoya apenas la mano izquierda con las riendas, sobre el tuso del animal y pega un salto, con la agilidad de un gato, para caer sobre el cuero como la cosa más natural. Se sienta de una manera extraordinaria, como si formara parte de una misma cosa con el lomo del yeguarizo, y cuando arranca al galope tendido ¡Mamita! Es como ver un ciervo a toda carrera. Cuando desmonta, lo hace de tal forma, que parece que el yute de sus alpargatas acariciara apenas el suelo.
Hace unos días me entretuve viendo como encerraban una tropa de novillos de venta. De repente se cortaron dos o tres animales y Osvaldo se fue detrás de ellos, en toda la furia, sobre un ágil redomón tostado. Tan fuerte iba corriendo, que en un golpe de viento, se le voló la boina colorada. El tipo, en plena carrera como venía, paró al tostado sobre las dos patas haciéndolo rayar el suelo, lo dio vuelta y lo largó para atrás tan ligero como antes. Cuando llegó al lugar de la voladura, se inclinó hasta el suelo y con la mano derecha alzó la gorra limpiamente, enderezó de nuevo al animal para seguir a los escapados, y tomando las riendas entre los dientes, se acomodó la boina y siguió corriendo.

Me quedé pensando en la cantidad de buenos jinetes que tenemos en el campo, hechos a los golpes y a los tropezones, viendo desempeñarse e imitando a sus mayores ¡Una linda escuela!    

viernes, 22 de enero de 2016

Arturo y los fantasmas


-¡No se por qué me dicen loco!- Me confesó muy serio Arturo, mientras conversábamos afirmados en el alambrado, esperando que Lucero y Domínguez llegaran con la tropa para revisar -¡Al final, Lucero tiene días peores que los míos! La otra vez se levantó en cueros en la mitad de la noche, y anduvo a los gritos correteando por el monte, jetoneando que era el lobizón, y que la luna llena le hacía ver cualquier cantidad de fantasmas ¡Si eso no es estar loco yo no se que es dotor!-
-¿Y a vos no te hace nada la luna llena Arturo?- Le pregunté para seguirle la charla.
Se rió con ganas -¡Nada que ver! ¿Qué me va a hacer? Para mí que eso es todo un invento. ¡Los fantasmas andan con cualquier luna!-
-¡A la pelota!- Pensé
-¡Che Arturo! ¿Y vos los ves seguido a los fantasmas?-
-¡Más vale! ¡Los veo y converso con ellos! Ayer se me presentó el de Prudencio, el patrón viejo, y me estuvo charlando de algunas cosas que quiere hacer acá en el campo. Me dijo que va a meter más vacas en el potrero de la laguna, y que en cuanto pueda, va a hacer bajar la luz eléctrica. Yo le dije que lo que podría hacer era hablar con Jaime, para que afloje un poco la mano y que sea un patrón más querendón con la peonada, como era él-
Yo lo miraba sin poder creer lo oía. Y terminó:
-Así que yo no entiendo porqué me dicen loco ¡Loco está Lucero que vive hablando boludeces sobre la luna llena!-
-¡Tenés razón Arturo! ¡Hay cada loco!


El bicho moro


Viviendo en medio de la naturaleza uno va registrando los cambios periódicos en las poblaciones de insectos, aves, batracios y mamíferos varios. Esto ya lo he comentado en entradas anteriores. Ahora estamos sufriendo el azote del bicho moro en toda la zona. Digo que lo estamos sufriendo porque este insecto anda en bandas voladoras buscando algo verde para comer y lo más lindo que encuentra son nuestras huertas bien regadas y verdosas. Empieza casi siempre con las plantas de morrón y de ahí sigue con las remolachas, tomates y cuanto encuentra al alcance de sus mandíbulas como sierras. De un día para otro son capaces de dejar solo los tallitos. Dicen que es algo parecido, aunque en menor escala, al daño de las langostas.
Los ecologistas recomiendan no utilizar químicos en la huerta, pero les cuento que en la zona se han probado todos los remedios que no contaminan y los bichos moros agradecidos. Lo mejor es echar mano a algún buen insecticida y liquidarlos antes de que ellos liquiden el esfuerzo de meses en unas pocas horas.



jueves, 21 de enero de 2016

Tiempo de calor y urgencias

¡Claro! A lo largo del año hay distintas temporadas de trabajo. Están los meses de tactos, donde la agenda está completa hasta con quince días de anticipación, o el tiempo de la revisación de toros, donde se suceden los esfuerzos con las grandes bestias, por dos o tres meses sin parar.
Nos tocan también los períodos de las sorpresas y urgencias, como en los meses de diciembre y enero. Es pleno verano y la mayoría de los productores está más dedicado a los trabajos agrícolas que a la ganadería, y solo se acuerdan de las vacas y los caballos, cuando sufren heridas y fracturas de todo tipo, o cuando hay algún parto distócico. Por suerte la cantidad de gente que nos ocupa es grande y, aún en estos meses, andamos sin parar.
Ayer fue un día típico. Me levante cinco y media, cuando recién amanecía. Al cruzar a la veterinaria sorbí un poco de la frescura del ambiente, pero el cielo despejado anunciaba otro día de calor. Preparé el mate y me senté a trabajar en los papeles, mientras la radio me mandaba las primeras noticias. Ahí anda el presidente por Suiza buscando acomodar el panorama con otros países, mientras acá se discute la medida de derribar aviones de narcos que no acaten las órdenes de los que cuidaran las fronteras. En realidad parece que por estos días, todo es motivo de discusión.
Antes de las siete de la mañana sonó por primera vez el teléfono. Un potro mestizo polero que castramos hace dos meses estaba rengo. Salimos con Juan para la Estancia “Cardales”. Resultó que el animalito tenía un hematoma del tamaño de una pelota de futbol sobre el anca izquierda. En cuanto hicimos la punción que confirmaba el asunto, Vicente, el muchacho que cuida los caballos, “se acordó” de que, una semana después de la castración, lo voltearon para curar la herida y que allí arrancó con la claudicación. Lo curamos sin hacer mayores comentarios, sabiendo que el jefe es bien propenso a cargar culpas y que en este caso, el pobre Vicente podría comerse alguna levantada en peso.
Ya en camino para San Manuel, tuvimos el segundo llamado. El encargado de “El Tatita” nos avisó de una mortandad de novillos. Y como hacía Batman cuando veía la batiseñal en el cielo, enfilamos para Licenciado Matienzo sin demora. El panorama en “El Tatita” era complicado. De un lote de 55 novillos de alrededor de 400 kilos de peso, ya habían muerto seis. Estaban en una pastura con poca disponibilidad y se los estaba racionando con maíz y menos de un kg de grano de soja diario. Parecía un caso raro, pero en cuanto hicimos la primera necropsia encontramos no menos de 30 kg de soja en el rumen del finadito. Estaban presentes el dueño, el encargado y el muchacho que daba de comer. El clima se puso espeso. Abrimos el segundo animal con el mismo resultado y cuando en el tercero apareció otro gran montón de soja, el dueño no aguantó más y lo llamó aparte al chico. Se ve que le dio una felpeada histórica porque el víctima, cuando se despidió, tenía los ojos lacrimosos.
Nos embarcamos con Juan en la camioneta, y mientras nos lamentábamos por el pobre muchacho y lo que le había pasado, llamó el encargado de “El Tatita” para decirnos que recién se acordaba de que el día anterior, justo los seis animales muertos, que él conocía bien por algunas señas particulares, habían saltado un alambrado y estuvieron comiendo soja de un carro que abastecía una sembradora. Él mismo los había sacado pero, según nos dijo, no se había acordado hasta este momento.
Curiosidades de la memoria humana.
Al llegar al pueblo, casi mediodía, nos encontramos con una perra Boxer que no podía parir así que terminamos en una bonita cesárea, con cuatro cachorros vivos y uno muerto.
A la tarde fuimos a revisar un toro con una fractura o hematoma de pene en lo de los Fernández, de ahí corrimos a otro campo para reducir el prolapso de útero de una vaca, y a la hora del mate cocido estábamos suturando la pata de un potro bayo, que no paraba de lamentarse por la mala suerte que tuvo al enredarse en un alambrado.
A la nochecita entró Pirucha Mendez en la veterinaria y dijo: -¡Que día de calor! ¿No? ¡Estuvo insoportable!-
-¡La verdad es que ni tiempo de darnos cuenta si hacía calor tuvimos!- Le contesté
-¡Eh Jorge!- Dijo Pirucha entre risas -¿Tan ocupados estuvieron?-

-¡Más o menos!- Le contesté modestamente       

viernes, 1 de enero de 2016

Todo es relativo

Hace un rato me senté en una cómoda silla de paja, a tomar mate en la puerta de mi casa. Quien sabe de donde apareció nuestro gato Tiger a frotarse contra mis piernas. Todavía llevaba entre sus dientes el mismo hueso con que lo vi jugando ayer.
Lo miré y no pude contenerme.
-¡Que vida aburrida la tuya Tiger! ¡Siempre haciendo lo mismo! Comes, dormís, jugás con cuanta cosa se te ocurre, les haces muecas ofensivas a los perros de la vecina para que se desesperen tratando de agarrarte, en los ratos libres te esmerás limpiándote con tu lengua rasposa, pero te perdés las grandes cosas que vivimos nosotros los humanos-
-¿Ah sí? ¿Y cuáles son esas cosas imperdibles?- Preguntó Tiger con cara sobradora.
-¡Uh! ¡Ni te imaginás! Fijate nomás en el último mes de diciembre que pasé. Todos los días tapado de trabajo con animales grandes y pequeños, con llamadas a toda hora y en cualquier día. Hasta el 25 y el 31 tuve jaleo. Además hicimos las obras de teatro con los egresados del secundario y con la gente de la Escuela 27. Para eso tuvimos ensayos y preparativos casi toda la primera quincena. Y hubo cenas, y reuniones, y festejos de cumpleaños, y madrugones cotidianos para terminar las últimas cosas comerciales del año. También hubo algunas carreras para mantener el plan de entrenamiento y tiempo destinado a escribir ¿Qué te parece?-
El buen gato me miraba con curiosidad.
-¿Qué te parece?- Volví a preguntar.
-¡Mirá Jorge! Estaba esperando para ver si me decías que era un chiste. No puedo creer que pienses que es mejor tu vida que la mía ¡Pobres humanos!-
-¡Pero!-
-¡Pero nada!- Dijo Tiger tranquilamente –Andá a descansar de tantas actividades y festejos que yo me voy a jugar otro rato-


Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...