martes, 30 de enero de 2018

Hasta General Lamadrid


Y acá viene la crónica de los últimos 2 días. Ayer fue un día muy bueno. Salí temprano de San Cayetano. Alrededor de las 7.00 de la mañana. Casi no había viento. Solo una brisa suave de atrás, así que enseguida agarre la ruta, con un día de descanso encima, y empecé a pedalear con buen ritmo. Llegué a la escuela número 12, a 35 km de San Cayetano a las 10. Lindísima la escuela, muy limpito todo, así que descansé, tomé mate, y seguí ponga y juegue con el viaje. A partir de ahí empiezan las lomas antes de llegar a Chaves pero venía bárbaro. En eso estaba cuando me pasó un tipo en un R12. De golpe frenó, dio la vuelta y se vino solamente para ver que estaba haciendo yo, para donde iba y para contarme que a él le encanta andar en la ruta. Nos despedimos, seguí viaje, y llegué a Chaves a mediodía, conseguí alojamiento en el Hotel París, me di un buen baño, dormí una siesta y más tarde, cuando estuvo fresco, me fui a dar un paseo por la ciudad y a comer una pizza antes de dormirme como un potro. A la mañana siguiente salí en camino para Laprida. Ya había visto el pronóstico que anunciaba que iba a haber mucho viento. Y era verdad. Apenas agarre la ruta, un fuertísimo viento en contra empezó a soplar. Cuando estaba por parar cansado, veo delante mío alguien que iba en un vehículo que primero no supe que era. Cuando me fui acercando, vi que era un discapacitado en una bicicleta adaptada, pedaleando con las manos. Me acerque y fuimos como 15 km charlando. Era Pachi Gándara, que sale todos los días a entrenar y está preparándose para un viaje que piensa hacer hasta Comodoro Rivadavia. Nos despedimos más adelante y yo seguí sólo, muy asustado por el viento, hasta que encontré la escuelita 21. Ahí paré, tome unos mates y descanse y me largué de nuevo a la calle otros 12 km. Por fin, llegue a una estancia grande en plena hora de la siesta, los perros hicieron un gran alboroto y apareció el encargado, Federico Capdevielle que me dijo que venía errando el camino. ebe haber visto cara de desconsuelo porque se ofreció para arrimarme hasta Laprida a la tardecita. Lo esperé en un monte cercano y a las 6 de la tarde me pasó a buscar con toda la familia. Para las siete estábamos en Laprida y yo cómodamente instalado en el hotel Laprida.
Hoy, en cuanto me levanté, oí que don viento seguía soplando y me agarró una gran pena. Mi bici es muy antigua y no tiene cambios como para aliviar el rigor del viento en contra. Les digo la verdad, por un momento pensé en buscar a alguien que me arrimara hasta mi próximo destino, pero pensé: “Voy a darle hasta donde pueda”. Y despacito, despacito, a las 5 de la tarde estaba en Lamadrid. Hecho pelota porque tuve que caminar como diez km por un pinchacito que me dio la rodilla izquierda. Ahora a tomar cerveza helada, descansar y mañana seguir viaje para Daireuax.

sábado, 27 de enero de 2018

Los primeros kilometros

Hace dos dias que sali de casa rumbo a Licenciado Matienzo. Me acompaño Juan los primeros kilometros dandome los consejos finales. El sabe bastante de esto porque sale mucho a la ruta. Todo emocion. Hay que tener en cuenta que hasta ese momento no habia probado la bici cargada con el equipaje. En realidad no habia pedaleado nada. Asi que sentir el peso enorme y la poca estabilidad de mi maquina me sorprendio. Para las diez de la mañana ya habia pasado el pueblo y pare en el monte de Toki Eder a tomar mate. Contento y con fuerzas. Solo fue raro que el dueño del campo pegado a ese, paro a charlar conmigo y me confeso que habia pensado que era un croto. No debo tener muy buen aspecto!!! El dia se me paso completando el camino hasta Juan N. Fernandez. Llegue muy cansado y me pase como dos horas buscando alojamiento sin suerte, asi que termine armando la carpa al lado de la estacion de servicio Petrobras. Una gente amiga, Cacho Torres y Edith, me invitaron a cenar. Volvi a la carpa alrededor de las doce. Cansado y con varios vasos de cerveza y vino encima. Lo malo fue que el movimiento de camiones durante toda la noche no me dejo dormir nada, asi que ayer levante campamento en muy mal estado y puse proa para San Cayetano. Cuando llego al puente La Plancha, sobre el rio Quequen, me encuentro que se habia caido y solo quedaban unos pedazos de cemento apilados precariamente. Desarme todo el equipaje y fui pasando las cosas trabajosamente hasta que complete la maniobra. Por suerte no perdi nada ni me accidente. Fue un dia muy duro. Mucho calor, poco descanso y para completar, a la tarde agarre un lindo viento en contra. Una de las paradas la hice en la estacion de ferrocarril abandonada de Defferrari. Ahí me dormi una siesta, pero me despertaron dos policias que me pidieron documentos para averiguar si era un fugado!!! Como para escaparme en esta bici vieja!!! Ni un foco!!! Yo creo que lo que mas les interesaba era chusmear a ver quien era y que hacia por ahí.
Por fin llegue a San Cayetano a las cinco de la tarde con la ultima gota de Energia.
Juliana y Jero andan de viaje con los chicos asi que me ofrecieron la casa para parar… fue increible poder darme un baño, lavar la ropa y descansar.
Hasta ahora vengo bien. Ya recorri 120 km y la vieja Filippa viene aguantando.

Nota: Veran que no he puesto acentos ni fotos. Es que tengo una tablet nueva y no la entiendo todavia... Perdon!!!

martes, 23 de enero de 2018

Antes de salir


¡Me voy de viaje!
Después de varios meses de programarlo, y como premio por haber llegado a los 60 años sanito, esta semana salgo.
Me voy en mi vieja bicicleta Casa Filipa, de la que ya les he contado en algún otro relato en el blog. Cumplió 43 años pero se mantiene. Pepe Arreghi, un muy buen herrero local, le hizo una especie de canasto, y sobre esto va un bolso de cuerina, que cosió hábilmente Mabel Ferrari, donde pienso llevar las cosas indispensables para la travesía.
El primer destino elegido fue Villa La Angostura, pero el tema de las rutas muy concurridas, me ha hecho pensar ahora en Merlo (San Luis) o San Rafael (Mendoza). Veré sobre la marcha. Lo único seguro es que salgo por tierra rumbo a Licenciado Matienzo, cualquier día de estos bien tempranito.
En realidad no importa hacia donde vaya. Lo bueno van a ser estas semanas en bicicleta. Ya hice varios viajes de este estilo, pero a caballo. Ahora no tendré con quien conversar, como lo hacía con los animales que me llevaban entonces, pero a cambio no tendré tampoco que preocuparme por cuidar a nadie más que a mi mismo.
Solo me falta juntar algunas chucherías, y poner en orden unos trabajos y cosas en la veterinaria, pero ya se siente la emoción de la partida.
Pronto iré contando algunos detalles del raid y mostrando fotos que sirvan de testimonio para los descreídos ¡Hasta la próxima!


jueves, 11 de enero de 2018

Terapia conductual

Tengo un colega muy ingenioso. Es especial porque siempre le encuentra una solución a los problemas más insólitos que se le presentan. Por discreción solo diré que se llama Federico.
Hace unos años tuvo uno de sus mayores desafíos. Se trató del caso de Kevin, un simpático monito que la señora Aurora tenía en su casa desde mucho tiempo atrás. El asunto fue que Aurora enviudó y las relaciones entre ella y Kevin fueron cambiando progresivamente al estar solos. Según contó ella, el animalito se sintió “dueño de casa” y quería mandar. Empezó haciéndole algunos desprecios a su dueña, que ella interpretó como originados por la tristeza de la pérdida. Pero del desprecio pasó a la agresión, volviéndose cada vez más peleador. Los brazos y manos de Aurora daban testimonio de esto, con múltiples huellas de mordiscones de la pequeña bestia.
Mi amigo escuchó pacientemente la larga historia de la mujer y el mono, mientras en su mente tomaba forma una idea brillante.
-¡Dejemeló señora! Vuelva en una semana y veremos si lo puedo corregir. He leído sobre una terapia conductual muy moderna y se la voy a aplicar-
Apenas quedaron solos, Federico llevó al animalito a una matera que tiene detrás de la veterinaria, y después de asegurarse de que no tenía escapatoria, enrollo un diario viejo y mientras le hablaba muy fuerte, le dio unos cuantos azotes con el bastón de papel. Kevin protestó un poco, pero debe ser muy inteligente, porque pronto se quedó callado y quietito.
En los días que siguieron, a cada amigo que llegaba a la veterinaria a tomar mate, Federico le encargaba que le diera unos bastonazos y unos gritos a Kevin.
Pasada la semana, volvió Aurora a buscar a su mascota. Federico, sonriente, trajo al monito desde el fondo y se produjo el milagro. En cuanto vio a su dueña, el bandido la abrazó con desesperación, nunca más se hizo el malo con ella y conviven de la mejor manera desde hace mucho tiempo, mientras la fama de terapista conductual de Federico crece sin parar.  


Lo que se viene

  Me pasa muy seguido de querer ponerme a escribir notas, artículos técnicos o relatos, tal como hago desde hace muchos años, y encontrarme ...