lunes, 25 de mayo de 2009

¡Que bueno!

¡Que bueno! ¡Que placer!... Estos días de trabajo intenso. Con tantas tormentas, barros y obstáculos, hacía rato que no sentía el delicioso dolor en el cuerpo cuando el cansancio apreta. La pesadez en los hombros, el hambre genuino, el disfrute al entrar a la cama, la salida despues de almorzar sin siesta y velozmente, los minutos ocupados del primero al último, la lista de tareas interminable...¡En fin! Lindos días de actividad hasta hoy a mediodía, que llegué cansado despues de un trabajo de castración, y al ratito se descolgó un aguacero que me llevó sin escalas, de los bifes del almuerzo, a los 40 minutos de reposo bien ganado.

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