Si uno anda todo el día en el campo se acostumbra a tender la mirada a lo lejos. A disfrutar los paisajes y las cosas a la distancia. Pero hay algo lindo para probar, y mostrarle a los chicos que nos acompañen, que es la otra mirada. La mirada de lo pequeño.
Para eso hay que buscar algún matorral con yuyos y plantas varias, y sumergirse ahí. De pronto vamos a encontrar un mundo chiquito lleno de vida. Mirando de cerca entre los tallos y la tierra iran apareciendo, mientras nuestros ojos se enfocan en la nueva realidad, montones de bichitos de colores, flores diminutas, gusanitos, arañas, mariposas, bichos bolita, vaquitas de San Antonio y tantas cosas asombrosas.
Es cuestión de acostumbrar la vista. Así como al pasar del sol brillante a la penumbra precisamos algún rato, para lograr la otra mirada hay que hacer algo de fuerza. Pero vale la pena. Hay mucho por disfrutar.
Hay bichos que son muy bonitos: los bolita, las vaquitas, las orugas, los ciempies, los bichos canasto... las arañas ya no me caen tan simpáticas :P
ResponderEliminarPero es verdad, lo chiquito tiene su encanto.
¿Sabe dotor? Leer este blog es como tener una ventana abierta a las chacras de San Manuel, se siente el olor a campo y todo. Lo felicito por escribir tan lindo!
Gracias madrina Dayana!!!! Ese elogio me pone muy ancho, aunque trataré de no agrandarme demasiado porque no hay cosa mas fea que un tipo "echadito pa`lante" (como dice Adalberto mi amigo mexicano)
ResponderEliminar