viernes, 12 de noviembre de 2010

Sin apuro

Estos días son de trabajo muy intenso. Es un continuo ir y venir de campo en campo, curando y operando animales grandes y pequeños. Pero ayer pasó algo inesperado. Llegué muy temprano a una estancia donde tenía que revisar un lote de vacas, y resultó que la noche anterior habían salido de apuro, por un tema de salud, hasta el pueblo de Juan N. Fernandez, y no alcanzaron a avisarme que se suspendía la tarea.
Así que me encontré con un hueco de tres horas en una mañana llena de sol y verde de primavera.
Arranqué la vuelta medio fastidiado, pero a poco de andar, empecé a ver los campos y por allá una perdiz colorada bien gorda que se escondía en unas matas.
Preparé la vieja escopeta calibre 28, y me bajé despacio. Caminé unos cuantos metros hasta el lugar donde había desparecido pero ya no estaba ahí. Las coloradas suelen irse agachaditas, muy lejos del lugar donde las vemos esconderse, así que seguí buscando, alejándome de la camioneta.
De pronto el barullo del animal despegando y yo que le apunto con cuidado. Enseguida el revolcón de plumas en el aire y el cuerpo que cae en un trigo verde.
Dejé la escopeta y corrí al lugar tratando de no perderlo de vista.
Y allá la encontré. Me puse a pelarla antes de que se enfriara y entonces sí, me volví contento al pueblo y me preparé un exquisito guiso de arroz con perdiz… ¡Ah! Y lo pasé con un buen tintillo.
¡A veces son buenos los cambios de planes!

2 comentarios:

  1. Mirá si serán buenos... pregúntale a la perdiz que estaba calma en una mañana de sol y verde y terminó en tu olla.. la próxima convida.

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  2. Pobre perdiz... Pero qué rica en un guisito de arroz y ni hablar en ¡escabeche! Nosotros, desde Necochea, también vamos.Somos cinco.Ponga fecha, cocinero. Llevamos el tinto.

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