miércoles, 6 de enero de 2010

El escape accidentado de Lugano

Antes de seguir con la historia, vá esta aclaración para los que entran por primera vez al blog o no lo siguen en detalle. La historia del veterinario Lugano Brondi, desde su primer trabajo en Corrientes, la empecé a contar hace algunos meses y en entregas periódicas. Al que le interese desde el principio, encontrará todo en la sección "Cuentos cortos"
Y les decía antes que...
El muchacho le avisó a Marina que iba a tratar de escapar con ellas de aquel lugar.
-¡Como vos digas Lugano! A mi no me importa morirme en el intento. No aguanto mas-
El día siguiente se le hizo especialmente lento. Casi no pudo dormir tratando de armar algún plan medianamente sensato para sacar a las chicas de aquel prostíbulo. Alquiló un Peugeuot 206, pensando en tener un auto medianamente veloz para escapar. No se le ocurría nada. Las horas pasaron y llegó la noche. Lo preocupaba el tipo armado cuidando la puerta del boliche.
A la una no aguantó mas. Cargó en el auto el bolso con todas sus cosas y salió despacio para "La Cigueña". Estacionó cerca de la puerta asegurándose de poder salir muy rápido y entró al bar llevando como única defensa un palo corto y fuerte disimulado entre la ropa.
Se acodó en la barra y pidió un whisky. El gigantón charlaba tranquilamente con una de las chicas en un sillón cerca de la puerta.
No había mucha gente a esa hora y unos pocos camioneros bailaban en medio del local. Los nervios lo consumían Antes de las 2 apareció Marina y se sentó en la barra a su lado. Pidió una cerveza y preguntó bien fuerte a Lugano si la invitaba. El asintió con la cabeza.
-¿Que hacemos?- Preguntó ella en cuanto el muchacho le sirvió la bebida y se alejó.
-¡Afuera tengo un auto! Avisale a Alicia y se vienen las dos cerca mío. Cuando yo les diga salimos corriendo hasta un peugeot azul. No duden ni se detengan. Si se cruza alguno yo me hago cargo-
-¡Está bien!- Dijo ella. -Quedate acá. En un rato venimos ¡Que Dios nos ayude! ¡Gracias Lugano!- Antes de irse le hizo una caricia que el barman, que miraba disimuladamente, interpretó como una invitación.
Los nervios de Lugano se le concentraron en el estómago. Los minutos se le hicieron interminables. Pidió otro whisky. De pronto apareció Alicia por una puerta lateral. Estaba desfigurada. Mas flaca que nunca. Con unas ojeras enormes. Caminaba tomándose el vientre con una mano. Sus miradas se cruzaron y se dijeron mil palabras sin hablar. Un rato despues llegó Marina y de a poco se fueron acercando a la barra. De pronto, los nervios contenidos de Lugano estallaron. Se paró y dijo en vos baja -¡Vamos!- Los tres caminaron resueltamente hacia la puerta.
El gigantón les gritó mientras se paraba -¿Adonde van?-
Ninguno le contestó y siguieron caminando cada vez mas rápido. El tipo corrió hacia ellos pero Lugano sacó su garroté y le dió de lleno en un costado de la cabeza. Las chicas corrieron para salir, mientras uno de los parroquianos se abalanzó con un cuchillo sobre Lugano, y antes de que este pudiera pegarle, le cruzó la cara desde la frente hasta la boca. Sintió un dolor insoportable sobre el ojo pero no se detuvo. Le pegó sobre el hombro y lo dejó tendido. Corrió detras de las chicas y alcanzaron a subir al auto y arrancar cuando ya la mayoría había reaccionado. Varios salieron a la puerta y se oyeron unos cuantos tiros. Lugano aceleró a fondo hacia el puente que cruzando el Río Paraguay, llevaba hasta Clorinda. Marina venía adelante y Alicia atras.. Ninguno hablaba pero sus corazones les galopaban en el pecho. Al llegar al control de la frontera, milagrosamente sin gendarmes a la vista, las luces de un auto que los seguía desaparecieron. De todas maneras, Lugano siguió manejando en medio de la noche hacia Formosa a toda velocidad.
-¡No lo puedo creer!- Dijo Marina de pronto -¡No lo puedo creer!- y se puso a llorar descargando su dolor tanto tiempo contenido. La herida de Lugano era tremenda. Había perdido mucha sangre. De pronto paró y le pidió a Marina que siguiera manejando. Bajaron a la banquina y el fresco de la noche los reanimó, pero Alicia seguía quieta en el asiento. Las luces de un auto que pasó iluminaron la parte trasero del Peugeot y vieron que había verias perforaciones de bala. Cuando abrieron la puerta para ayudar a Alicia a bajar fué que notaron que tenía las piernas ensangrentadas. Al intentar moverla, se desplomó hacia un costado y encontraron la pequeña herida en la espalda. Una bala seguramente le había perforado el intestino ¡Se estaba muriendo!
Y entonces Lugano se acordo de los Yabitos...
Continuará

1 comentario:

  1. Doc, dejate de joder me pongo mas nervioso que con una película, dale continuidad por favorrrrrrrr jajajajajajaja un abrazo y FELIZ AÑO A VOS Y A TODOS LOS LECTORES!!!!!!!

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