lunes, 25 de enero de 2010

La verdad es que ni lo ví (dos veces)

Empecé el curso de piloto de ultralivianos casi por casualidad. Yo había ido a averiguar algo al club de planeadores de Tandil, con ganas de iniciarme en el vuelo a vela, pero como me dieron muy poca bola, a la pasada me acerqué al Hangar del Cielo, y el amistoso trato de esa gente me hizo decidir por los ultras. Ambos clubes comparten dos pistas de aterrizaje que se cruzan a 90º y están rodeadas de sierras, haciendo todo un cuadro verde y gris demasiado bonito.
Y vinieron fines de semana muy entretenidos donde aprendí los rudimentos de la aviación y fuí metiendo horas en aquellas lindísimas máquinas.
Un día, estaba haciendo circuitos de despegue y aterrizaje con mi instructor. Tenía apenas tres horas de vuelo, así que toda la tensión se concentraba en la aproximación a la pista para el aterrizaje. En mantener las vueltas del motor, la velocidad, la inclinación y todos los detalles del asunto. Hicimos un despegue, un giro en el aire y enfrenté la pista Norte-Sur para bajar. Lo que me enteré después, fué que al mismo tiempo, un avión mas grande de un médico de Tandil, hacía la misma maniobra pero en la pista Este-Oeste.
¡Yo ni lo ví! El pobre tipo, mas baqueano, dió motor de nuevo y pasó encima nuestro sin que nos enteráramos. Aterricé muy contento y el instructor me dijo que volviera a repetir la maniobra. Le metí otra vez y ustedes no lo van a creer... ¡Pasó otra vez lo mismo! El doctor había hecho un giro y al encarar nuevamente la pista, se topó de nuevo con mi ultraliviano verde y tuvo que escapar hacia arriba.
Cuando aterrizamos vimos que Willy venía corriendo hacia nosotros, blanco como un papel. Al llegar le gritó al instructor: -¿Pero no lo viste al Doctor Macedo?-
-¡Nó!- Contestó tranquilamente mi maestro -¿Donde anda?-
-¡Sos una bestia!- Le reprocho el otro -Tuvo que evitarlos dos veces Desde abajo pensamos que iban a chocar-
Y debe haber sido grave la cosa porque el Doctor Macedo hizo una denuncia en la Dirección de Aviación Civil que al final no sé en que quedó.
¡Pero la verdad es que yo! ¡Yo ni lo ví!

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