miércoles, 14 de abril de 2010

El tipo era un canchero

Los funcionarios de instituciones oficiales siempre tienen ese aire de suficiencia y perdonavidas que hace calentar a cualquiera. Aunque sean inspectores de cuarta categoría se sienten un escalón por encima del resto de la sociedad.
Y los veterinarios de Senasa en su mayoría cumplen con la regla.
Aquel día llegaba a la Cabaña el veterinario de Senasa para dar la última mirada a los seis toros y siete vaquillonas que irían a Palermo.
Yo llegué mas temprano porque había que hacer algunos trabajitos, y alrededor de las diez cayo el susodicho. Ya desde que pisó el pasto se mostró agrandadito. Saludó friamente a todos. Estaba el dueño, el cabañero, varios empleados y alguna gente que fué conmigo.
A mí me saludo casi sin mirarme. Ya los muchachos de a caballo se empezaron a sonreír entre ellos viendo un bolas semejante.
El tipo abrió el baúl y sacó un traje parecido a un mameluco de un blanco inmaculado. Se vistió y caminó gravemente hasta el corral, carpeta en mano, casi sin hablar. Ricardo, uno de los mensuales, siempre con el chiste a flor de labios me preguntó bajito: -¿Que le pasa al boludo este? ¡Parece que tuviera a Dios agarrado de las patas!- ¡Ssshhh! Hice yo. Temiendo que nos oyera.
Cuando se acercó a los animales, soberbios Hereford de la mejor genética, empezó el asunto. Era tan estrafalario su aspecto blanco teta, que los pobres bichos se asustaron y se empezaron a mover inquietos mientras lo miraban de reojo, atados a sus palos.
Y comenzó la inspección. El facultativo miraba con ojo crítico y hacía anotaciones en su carpeta. Pasó todos los toros y nosotros mirábamos. Cuando se acercó a las vaquillonas y al pararse al lado de la 627, ni vió venir la tremenda patada que le dió en el muslo.
El pobre cayó al suelo gritando y agarrándose la pierna, mientras todos trataban de esconder la sonrisa. Pero lo mas grande sucedió cuando el dueño se acerco a ayudarlo y se oyó la voz de Ricardo que decía: -¡Traigan un cuchillo! ¡A este hay que degollarlo porque no se salva!-
La carcajada fué muy grande. Todos se reían con ganas y hasta con lágrimas. Y el pobre cancherito bajo entonces... ¡De golpe!... al mundo de la gente común.

3 comentarios:

  1. Me parece que van a tener que confesar que esa era la vaca entrenada para "atender" a los cocoritos como ese.

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  2. La soberbia no conduce a nada...Además... Donde estudió el tipo? En Oxford Univercity o en la Sorbona?, que nunca hizo prácticas!!!!! con esa pulcritud...Ubiese estudiado de Odontólogo. esta muy bueno... saludos Laura

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  3. Saludos te mandan las DEIGORS de Senasa y no me digas que el Viejo negro fue el que se comio la patada? "ser el mejor sin sentirse el mejor"(creo que asi es la frase que lei alguna vez en Balcarce)Saludos.

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Un Veterinario y las Mujeres Guerreras

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