miércoles, 7 de julio de 2010

La grasa de los animales


Creí que el tema de la alimentación había quedado terminado después de mi viaje a La Pampa y mi encuentro con el cerdo Damián. Pero a veces se dan casualidades que nos sorprenden. Y eso me pasó hace pocos días en la cabaña “La Rebelde”. Había ido a revisar algunos animales que van a Palermo este mes, y al pasar caminando desde el bañadero a la manga, alcancé a oír a Carancho, un toro senior que viaja por segunda vez, charlando con Chupete, el perro ovejero del cabañero. Carancho estaba atado al sol mientras se secaba después del baño, y Chupete se había acostado con las manitos cruzadas muy educadamente.
-¡Son locos!- Decía Carancho -Viven preocupados por su barriga y se matan tratando de estar flacos. En cambio nosotros ¡Cuánto más gordos mejor! Les gustamos obesos y ellos desprecian a sus humanos con kilos de más. Ya tengo casi cuatro años y soy un desastre. Apenas puedo caminar. Montar una vaca varias veces, ni loco, un salto y gracias. Mi semen está tan mal que para poder dejar crías van a tener que hacerme adelgazar y esperar por lo menos seis meses. Si llego a pisar una cueva seguro que me rompo una pata…¿Por qué no se dejarán de joder con esto?-
-¡Tenés razón!- Contestó Chupete -Hace poco se alzó la perra de Barragán, el encargado del campo ese donde hay vacas salvajes, y me di una vuelta por allá con otros compañeros ¡Tenés que ver lo que son esos animales! Toros y vacas ágiles, fuertes, con el pelo brilloso, sanos, y lo que es mejor, felices y contentos disfrutando de cada vaca que se alza. Ni un obeso como vos. Parece que cuanto más natural es la vida menos animales deformes se ven. Nada que ver con los que vivimos cerca de los humanos. O estamos obesos sin remedio o flacos como alambres-
Se quedaron pensando un rato.
-¡La verdad que los humanos son una porquería!- Dijo Carancho.
-¡Y sí!- Afirmó Chupete -Son unos bárbaros ¿Sabés de que me enteré?
-¡No! ¡Ni idea!
-Me dijeron que en un campo cerca de San Manuel hay un tipo que clava los pavos y los gansos a una tabla, perforándoles las patas con clavos de techo-
-¿Qué? ¿En Serio?- Preguntó Carancho, que se salía de la vaina de la calentura con semejante noticia.
-¡De verdad! Lo hace porque entonces nuestros hermanos con plumas no se pueden mover. Solo se agachan para comer y así engordan mas rápido.
Yo estaba atrás de la casilla escuchando asombrado y pensé: ¡Que bestia!
-¡Que bestia!- Dijo Carancho apenado.
Y estuvimos de acuerdo.

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