La pobre vaca insolada fue a morir justo dentro del bebedero
Cuatro de la tarde. Calor agobiante. Casi no
había viento y la siesta era bochornosa. Cuando Gutierrez llamó, supe enseguida
que la cosa era grave. Me contó que al entrar al potrero de las vacas, encontró
cuatro muertas y varias mas como
“borrachas”, jadeando y con la lengua afuera.
En estos días nos tocaron varios casos de golpe
de calor en rodeos de cría, y pensamos este era uno mas. Corrimos hasta el
campo y nos encontramos con el cuadro desolador que nos había pintado por
teléfono. A las apuradas tratamos a todas las afectadas e hicimos dos
necropsias como para descartar algún otro problema. El trabajo confirmó las sospechas.
Se trataba de varias nuevas víctimas de los calores inclementes de febrero.
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