Dicen que son pocos los que tienen el privilegio de ser visitados por la Machucona.
Es una mezcla de hada y bruja de los veterinarios,
que en verdad se aparece dónde quiere, y a quien ella cree más conveniente para
sus propósitos.
Entre otras cosas, tiene el poder de meter el alma
de un veterinario dentro del cuerpo de un
animal, durante el tiempo que corre desde la salida hasta la puesta del
sol. Al que le toca esta suerte, tiene la enorme ventaja de conocer por dentro
el pensamiento de los animales que prefiera. Pero hay que elegir con cuidado en
que animal ingresar cuando ella lo propone. Hay colegas, interesados por las
especies exóticas, que le han pedido el honor de habitar, por ejemplo, dentro
de un antílope, como fue el caso de Camilo Bindón, con tanta mala suerte, que
mientras el pobre infeliz estaba dentro del cuerpo de un soberbio antílope
bongo, en algún lugar selvático de Etiopía, fue sorprendido por un montón de
leonas hambrientas. Allí mismo el alma de Camilo se perdió vaya a saber en qué
lugares del espacio, y su cuerpo fue encontrado sin vida en el fondo del campo
de los Rubiales.
Yo conocí a la Machucona hace muchos años. Aunque el
pasaje del alma hacia un animal y la vuelta al cuerpo propio son un poco
impresionantes, la verdad es que estoy muy contento por haber estado dentro de
caballos, toros, perros, gatos, algunos pájaros y varios peces. Es bueno
aclarar que entrar en aves y peces es muy peligroso, porque su vida misma de
animales predados es peligrosa, pero no hay palabras para contar la sensación
de volar por nuestros propios medios o poder respirar debajo del agua y conocer
las ciudades del fondo del mar.
Cada vez que quiero hacer un viajecito de estos,
solo tengo que invocar a la Machucona en un lugar descampado, haciendo unos
círculos en la tierra con un palito de Eucaliptus.
El martes pasado estaba sin trabajos programados,
así que me fui al lugar que más me gusta, hice el ritual, y al ratito nomás se
me apareció la tipa.
-¿Cómo andás Jorge? ¡Hace tiempo que no nos veíamos!
-¡Estoy bien Machucona! No nos vemos desde que me
metí en aquel carancho, y me pasé el día volando sin parar. Estuvo muy bueno.
-¿Y hoy en que bicharraco se te antoja entrar?
-¿Me podrás meter en mi perra Negrita? Tengo ganas de
saber cómo está pasando este tema de la pandemia, y que piensa de nosotros y de
las cosas que nos están preocupando en el país.
Y entré en el cuerpo de Negrita y cuando cayó el sol
volví al mío.
Hoy les puedo contar que mi perra no tiene la menor
idea de que hay una pandemia en el mundo, ni le interesa en lo más mínimo la
salud. Sospecho que mientras todo le funcione seguirá viviendo, y cuando ya no
le ande bien el cuerpo, se morirá tranquilamente. Además, en todas las horas
que recorrí sus pensamientos, no hubo ni un chispazo de futuro en ellos. Solo
encontré datos del presente, y algunas cosas del pasado, como cuando Venegas se
bajó de la camioneta frente a la veterinaria, y sentí que recordaba que ese
hombre, una vez me pegó una patada en las costillas, porque tuve el coraje de
ladrarle en forma amenazante.
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