martes, 11 de enero de 2022

La marcha de los animales

 Las cosas más increíbles pasan cerca de San Manuel.

Hace un tiempo, como a media mañana de un día soleado, cruzo el campo al trotecito un ñandú macho bien alimentado y con las plumas prolijamente ordenadas. Es sabido que los ñandúes son muy inteligentes y avispados, por eso, cuando lo vio venir derecho hacia su familia, el ciervo jefe le hizo señas para charlar un rato.

-¿Para dónde va amigo ñandú?

-¿Cómo? ¿No saben nada?- Respondió el plumífero -Me dijeron que pasando estas sierras donde viven ustedes, se está preparando algo grande ¿Por qué no vienen conmigo? Dicen que va a estar muy bueno.

El jefe ciervo, naturalmente desconfiado como todos los animales predados, sumó y restó con su escasa ciencia, y movido por la curiosidad, decidió seguir al ñandú con el resto de su familia.

Y arrancaron la marcha. Al pasar un monte grande de Eucaliptus, sumaron a un montón de liebres que estaban jugando tontamente al sol, y más allá se acoplaron algunos cuises y varias comadrejas y zorrinos.

Desde arriba de un pino, el viejo buho vio llegar un ejército tan desparejo, y enseguida pregunto al ñandú, que parecía ser el jefe:

-¡Oiga compañero ñandú! ¿De que se trata todo esto?

-¿Cómo anda amigo Buho? Estamos yendo para allá – dijo señalando el horizonte -Me dijeron que se está armando algo muy bueno.

-¿Y quien le dijo semejante cosa?

-¡Mis amigos los ñandúes!

-¿Y por que no vienen ellos también?

-¡Vea Don buho! Dijo de pronto el ciervo -Si usté no quiere venir no hay problema, pero no nos haga perder tiempo.

Y diciendo y haciendo, la tropa volvió a ponerse en movimiento lentamente, porque las incorporaciones de los peludos y mulitas, les había quitado rapidez de marcha.

Se agregaron después varios zorros, pumas, caranchos, chimangos y perdices que acompañaban con vuelos cortitos, como acostumbran las perdices.

Al atardecer, la cantidad de animales que marchaban semejaba una marea en movimiento.

Al día siguiente la multitud llegó a las playas de Arenas Verdes. Y se toparon con el mar. Inevitablemente era el final del loco viaje. Como era de esperar, empezaron los cruces y reproches. Discusiones interminables derivaron en los primeros mordiscos y escaramuzas. Se sucedieron patadas, cornadas, empujones, cortes, heridos, contusos y unos cuantos muertos, antes de que el acontecimiento terminara en un desbande generalizado.

Mientras tanto, en la colonia de ñandúes, los amigos del viajero se preguntaban que habría sido del aventurero. El más viejo y experimentado fue el que acertó al decir:

-¡Debe haber llegado muy lejos! Y seguro que hubo muchos que lo acompañaron, porque basta un solo tipo decidido y con rumbo claro, para arrastrar multitudes ¡A veces hacia la perdición!

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