En
la naturaleza sigue todo tranquilo.
Hay
buenos amaneceres y mejores atardeceres. Los pájaros llenan de vuelos y cantos
los campos de la zona. Cada vez hay más animales silvestres. Ciervos, pumas, ñandúes,
liebres, zorros, peludos, mulitas, zorrinos, comadrejas, hurones, tucu-tucus,
cuises, gatos monteses, iguanas, sapos, víboras de varias clases y millones de
insectos de todo tipo, tamaño y color.
Los
árboles de especies autóctonas y exóticas aguantan firmes, pastos y arbustos paren
flores de todos colores y las abejas ayudan a polenizarlas.
Los
ciclos agrícolas y ganaderos se mantienen año tras año, a pesar de sequías e
inundaciones.
El
mar, las sierras, las montañas y los bosques seguramente seguirán ahí cuando nosotros
ya no estemos.
Los
únicos que parecemos desentonar somos los humanos. En estos últimos tiempos
sobre todo.
Se
nos cayeron encima las supercomunicaciones. Nos enteramos de todo lo que pasa
en cada rincón del planeta. Opinamos de todo. Juzgamos sentaditos detrás de una
pantalla, sin fundamento ni conciencia. Hay mucho ruido, descontrol y falta de
rumbo. Hay violencia y anarquía.
Pero
no tenemos vuelta atrás. Allá vamos ¿A dónde vamos?
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