miércoles, 19 de enero de 2011

Cría cuervos...

Los Silvestre son un montón de hermanos. Ya viejos, pero muy herejes desde chicos. Tienen un montón de “hazañas” increíbles en su haber.
Me contaron que se entretenían pialando al viejo Silvestre en el patio del frente de la casa. Los bestias armaban un corredor como en una yerra y lo obligaban a pasar trotando entre ellos. Y buenos pialadores como eran, difícilmente erraban tiro, así que el viejo andaba siempre lleno de moretones por las revolcadas, y del miedo que les tenía, los justificaba diciendo que eran travesuras de muchachos.
Una tarde de otoño, Cococho y Leandro sacaron a su madre, ya tullida, en una silla petisa a la puerta del rancho donde vivían, y se fueron a hacer sus cosas. A la nochecita se juntaron a tomar la copa en el boliche, y se estiraron casi hasta las doce chupando y bolaceando.
De pronto Cococho preguntó:
-¡Che Leandro! ¿Vos la entraste a mamá?-
-¿Y por que la voy a entrar si el que la sacó fuiste vos?-
-¡Entonces todavía está afuera!-
Cuando volvieron se encontraron a la pobre vieja sentadita muy dura y con la helada asentándole sobre la cabeza. Murió de neumonía una semana después.

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